Si trabajas y estás apurado día y noche, detente por un instante y hazte la siguiente pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que invertiste una hora de tu tiempo para disfrutar, literalmente, del placer de comer?
Seguramente nuestra saturada agenda cotidiana, marcada por el ritmo frenético de la vida moderna, ha sido la “culpable” de que en ocasiones tengamos días en los que “no hay tiempo ni para comer".
Eugenia Rodríguez