Ayer se produjo un hito en la historia de la exploración espacial: un vehículo robótico aterrizó, por primera vez, en un cometa.
Se trata de la nave Rosetta que, en una compleja maniobra con duración de siete horas, dejó caer el robot “Philae” sobre la superficie del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, entre las órbitas de Júpiter y Marte, a más de 500 millones de kilómetros de la Tierra.
Eugenia Rodríguez