Menciónale la palabra “monopolio” a cualquier mexicano y lo primero que suele venirle a la mente es el nombre de Carlos Slim, el mítico empresario más rico del mundo que vio crecer su fortuna tras la privatización de Telmex.
Paradójicamente, ese poder económico del que goza le permite desdibujar otros monopolios y traer la competencia a la mesa de juego, convirtiéndolo en el único capaz de poner a sudar a otras industrias fuertemente concentradas en el país.
Eduardo Flores