El duelo que se experimenta tras la muerte de un ser querido no solo aqueja la salud mental de quien sufre la pérdida, sino también la salud física. Está demostrado que el duelo puede tener efectos nocivos en el riesgo de coagulación de la sangre e incluso que eleva la presión arterial.
Por ello, este proceso caracterizado por una serie de emociones intensas se considera un factor de riesgo de muerte para quien lo vive, ya que aumentan sus probabilidades de morir a causa de un ataque cardiaco o cerebrovascular.
Eugenia Rodríguez