El procurador de Justicia Roberto Flores no tuvo más remedio que salir por la puerta de atrás de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Nuevo León, bajo severos cuestionamientos y una gestión sin pena ni gloria.
La división por el poder en la Procuraduría, escándalos personales, la infiltración del narco en agentes y fiscales, familiares en la nómina del Gobierno independiente y la ejecución de funcionarios investigadores, orillaron a Flores a renunciar ayer a su cargo.
Jesús Padilla