El PRI y el PAN libran en Nuevo León una guerra de baja intensidad que se intensificará conforme lleguen las elecciones del 2015 por la gubernatura.
En esta lucha de poderes los panistas y priistas presumen una civilidad política y hay incluso gestos de buena voluntad, como la liberación de los permisos para el Metro que hizo esta semana la alcaldesa Margarita Arellanes.
Pero no nos engañemos: los tambores de guerra retumban fuerte, tanto en el palacio de cantera como en el palacio de cristal, y en la sede del PAN de Nuevo León.
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