Cierra los ojos, concéntrate… recuerda tu sonido favorito, probablemente sea el delicado sonar de un arpa, el estruendo de una guitarra eléctrica, una canción de un grupo independiente, la intensidad del violín o simplemente el tenue desliz de hojas que se mueven al viento.
Ahora imagina que no conoces ninguno de esos sonidos, que no te eriza la piel una canción favorita o que no logras poder escuchar las palabras de la persona que tienes a un lado.
María Alesandra Pámanes