La noche del 2 julio fue una noche larga en Ucareo. Las campanas del templo de San Agustín aun no anunciaban la bendición nocturna cuando un tropel cruzó la plaza principal. Los jadeos de cinco hombres que punteaban la revuelta eran apagados por los gritos de la turba. Medio pueblo, armado con garrotes y guadañas, amenazaba con matarlos.
J. Jesús Lemus