Es verano en Berlín, es tiempo de no estar en casay divertirse con los “open airs”.
Éste es el relato de uno que organizamos un grupo de amigos y yo hace un par de fines de semana. La locación era secreta, más por ilegal que por otra cosa. Un viejo hangar.
Alrededor de las 8 de la noche se puso el primer vinil. A medianoche teníamos casa llena. El gusto duró poco: llegó la policía.
Emanuel Lauria