El  cierre de siete estaciones de la Línea 2 del Sistema de Transporte Colectivo Metro, a consecuencia de un deslave en una obra en Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, vuelve a poner en evidencia la capacidad del transporte público para atender la demanda de los usuarios.

Cada vez que sucede un accidente al interior del Metro se reactiva la crisis que alerta del colapso, ya sea de los trenes o de las instalaciones. 

Luego del alcance de trenes en Oceanía ocurrido en mayo pasado, el desplome de unas escaleras fijas en la estación Nativitas el pasado sábado puso en la lupa el deterioro de la Línea 2.

Un año y siete meses de escándalos por corrupción, millones de pesos invertidos en trabajos de rehabilitación y miles de usuarios afectados transcurrieron desde que cerró hasta la reapertura ayer de la Línea 12 Tláhuac-Mixcoac.

La obra cumbre del sexenio de Marcelo Ebrard Casaubón, que terminó por enterrarlo políticamente y casi expulsarlo del país fue parcialmente cerrada el 12 de marzo del 2012.

Ayer reabrió cinco de las 11 estaciones suspendidas al servicio, por lo que ahora son 14 las que están en funcionamiento.

De manera conjunta e ilegal, cinco servidores públicos, encabezados por Enrique Horcasitas Manjarrez, simularon una licitación nacional, la declararon desierta y luego adjudicaron de manera directa un contrato para supervisar una obra que un mes antes sabían no se construiría nunca.

El anterior parecía ser “el modus operandi” a partir del cual se firmaron contratos por millones de pesos por obras y trabajos relacionados con la Línea Dorada, inexistentes.