Todo parece indicar que en verdad los diamantes son los mejores amigos de las mujeres como bien cantaba Marylin Monroe, al menos Jill Magid tiene una fascinación por ellos y eso se remonta a una historia familiar.
Guardado en una caja fuerte, descansó por muchos años el anillo de diamante que le perteneció a su abuela, el cual nunca veía la luz del día, Magid se sintió conectada por este misticismo desde que supo la historia, pero todo mutó cuando en 2005 alguien le dijo que las cenizas se podían convertir en diamantes.
Hidalgo Neira