Conforme envejezco, o maduro, que es otra forma más dulce de acercarse a la muerte, me he dado cuenta que la vida, ese trayecto de aproximadamente 70 años, ciega en la pirotecnia. Y algunos vamos ciegos por la vida, viendo una y otra vez las luces en el cielo.
Aquellas luces alcanzan la cúpula porque alguien se atrevió a poner el fuego cerca de la mecha. Pero en la caja de proyectiles siempre se quedan guardados los más potentes, estruendosos, cegadores: los más peligrosos.
Guillermo Jaramillo Torres