De entrada hay que preguntarnos ¿quién vigila al vigilante?
Porque se supone, es un supongamos, que la Cámara de Diputados debería estar pendientes de que el gasto público en México se maneje con transparencia y mucha honestidad. Lo cual no ocurre en el mismo Palacio Legislativo de San Lázaro.
A partir de lo anterior, nos percatamos que hay algo con olor a podrido donde se maquilan leyes que deberían respetarse.
La siguiente, es nuestra historia de la semana.
Don Beltrone ¿se hace el necesario? ¿Se autoconvierte en el indispensable?
El Faraón