La candidata de Movimiento Ciudadano por la Alcaldía de Monterrey, Georgina Pastor, solamente tuvo ataques para uno de sus contrincantes.

Para la panista Margarita Arellanes, a quien calificó como “un lobo vestido de oveja”.

“Es una persona que miente muchísimo, es como el lobo vestido de oveja”, espetó la ex conductora de televisión, “miente y miente en cada momento: eso es una enfermedad”.

Los vecinos de la colonia Fomerrey 30, en San Nicolás, aseguran que viven en una prisión.

Ahí, el crimen organizado estableció un virtual toque de queda desde las 21:00 horas hasta las 6:00 de la mañana y, por temor a ser víctimas de la delincuencia, los colonos se acuartelan en sus viviendas.

Como Cristina Rodríguez, quien se acostumbró al encierro junto con sus dos hijos y su esposo, porque sólo salen de su domicilio cuando es realmente necesario.

Justo en este momento histórico, cuando el crimen organizado busca ocultar grandes cantidades de dinero en efectivo, hay denuncias y reportes de operadores de campaña sobre la compra de votos.

Hoy de nada sirve que las instituciones electorales federales y estatales, los intelectuales, analistas y políticos, lleven meses previendo y pidiendo que el dinero del narcotráfico no llegue a las campañas.

Porque no existe ningún control sobre el efectivo que los partidos políticos reparten a promotores del voto, delegados y jueces auxiliares.

Sería vergonzoso  que el PAN pagara para financiar la movilización del voto, como ya hay indicios de que lo hacen otros partidos, dice Rebeca Clouthier, candidata panista a una diputación local.

“Yo no voy a seguir cometiendo los errores que de facto cometieron otros, nada más por ganar, por conseguir quién me ayude. Si la gente no está convencida, si yo no puedo convencer, pues qué pena, yo no les voy a pagar”, sentencia la hija del emblemático y extinto Manuel Clouthier.

Hubo alguna vez la creencia de que el sistema político cambiaría.

Pero no fue así.

Los viejos métodos, los cacicazgos, los abusos del poder, el tráfico de influencias y el nepotismo siguen jugando un papel crucial en la política de Nuevo León.

Y esto ocurre tanto en el PRI del paleolítico, como en el conservador PAN y las organizaciones como el Partido del Trabajo, que apoyan el proyecto de izquierda.