Ante la amenaza extraordinaria presentada por la crisis financiera del 2008, los bancos centrales del mundo emprendieron intervenciones de estímulo sin precedentes para evitar una segunda Gran Depresión.
Pero tras siete años y billones de dólares gastados en estos programas, los bancos centrales han agotado sus municiones y ya no podrán actuar como la caballería al rescate de la economía global si se presenta otra crisis.
Rolando Hinojosa