Cada 10 de mayo el dolor y la impotencia reviven en María Herrera. El pasado Día de las Madres no fue la excepción. De nuevo, sintió en sus entrañas la ausencia de sus hijos.
Se lamentó una vez más por no poder abrazar a Jesús, a Raúl, a Luis Armando y a Gustavo. A los dos primeros los dejó de ver en 2008 y a los segundos en 2010.
Desde hace cinco años, esta madre no ha parado de buscar a sus cuatro hijos desaparecidos. Desde hace un lustro no ceja en su afán de lograr que alguien le diga en qué lugar puede abrazarlos, en qué lugar los puede encontrar.