Todo comienza con un tesorero señalado por gastar dinero público en un prostíbulo y un regidor que, manejando en estado de ebriedad, mata a seis personas.
A este escenario, se le agrega un funcionario municipal que vende plazas irregulares en un ayuntamiento y, para hacerlo más interesante, aparecen en escena un grupo de maestros enardecidos que bajan de la sierra para exigir pagos retenidos.
El guión bien podría usarse para una película, sin embargo, es la realidad que aqueja hoy a Oaxaca y sus pobladores.
Los gustos del tesorero
Carolina Hernández