Seas o no amante del vino, es muy probable que cuando lo bebes, lo haces porque tienes razones puntuales.
Ya sea que te gusta su sabor, textura, compartirlo con alguien o nada más festejar brindando, o bien, porque algo te hace querer beber más y más.
Y ese “algo” podría ser la forma y el tamaño de la copa en la que te lo sirves.
De acuerdo a un estudio de las universidades de Cambridge y Bristol, el tamaño de las copas de vino puede engañar a tu cerebro, por lo que las personas tienden a tomar más –o menos– dependiendo del tamaño del recipiente.