Manuel Vélez es subdirector de Investigación del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) y especialista en economía del crimen y mercados ilícitos. Durante sus investigaciones ha seguido las rutas de plaguicidas ilegales y de productos pirata. Casi siempre la puerta de entrada para estas y otras mercancías ilegales son las zonas francas o zonas económicas especiales.
“Las zonas francas no son una novedad, existen desde el siglo XVIII. Lo que sí es una novedad es que han aumentado y ya hay más de 3 mil 500, cuando en el siglo XX teníamos menos de 100”.
Este crecimiento en las zonas francas se debe al crecimiento del libre comercio y de los modelos económicos que están vertidos hacia las exportaciones.
“Las zonas francas por la globalización y la inversión son oportunidades para los negocios internacionales de reducir los costos y ser más competitivos en los mercados. Sin embargo, estas zonas francas también tienen desventajas, el principal costo es la oportunidad que ofrece al comercio ilícito”, apunta el especialista.
Económicamente hablando, Vélez advierte que en las zonas francas también existe una subvaluación en los costos de importación y sobrevaloración de otros productos para lavar dinero, hay fraudes comerciales y tráfico.
En el caso de México, el especialista coincide con los organismos internacionales en que la frontera sur es la más porosa, principalmente en Chiapas.
“Chetumal hace frontera con Belice en Corozal. Ahí no se paga ni el impuesto general de las importaciones, están exentos del derecho de trámite aduanero y no hay un impuesto general a las importaciones. Estas condiciones son benéficas para las importaciones que vengan de aquellos países con los cuales México no tiene acuerdos comerciales.
“Pero también ocasiona que, respecto al comercio ilícito, la zona más vulnerable sea la del sur. En sí, toda la frontera sur es muy porosa, está libre para mover todo tipo de mercancías. En la investigación que realizamos sobre plaguicidas descubrimos que entraban por la frontera sur y después se distribuían por todo el país. Básicamente hay vía libre para estos productos ilegales en el sur del país, no hay aplicación de la ley, y eso es seguramente extensivo a armas, fauna y a todo lo que se les ocurra”, agrega.
Debido a esta situación, es que los grupos criminales comenzaron a pugnar por el control de las fronteras.
“Cualquier grupo delictivo que está interesado en el comercio exterior tiene interés en las zonas francas. Depende mucho de sus capacidades de penetración en el territorio para ver si la controlan, porque no son los únicos interesados.
“Por ejemplo, en la zona de Belice hay mucho contrabando de tabaco, que se considera un ‘hot product’, en esas zonas se reempacan los productos y después los mueven. Esa porosidad trae consecuencias muy amplias en el tema de seguridad, ya que incluso se mueven drogas como la cocaína o precursores del fentanilo. Esto sin contar que todo esto es un golpe a las finanzas públicas”.
Por esta problemática, el especialista propone más regulaciones, como lo recomienda la OCDE, pero no solo a los países miembros del organismo internacional, sino a todas las naciones que tengan zonas francas.
“Debe de haber transparencia y la capacidad de los Estados nación de regularse, aunque las zonas francas dan más libertades, eso no significa que deba de ser el Viejo Oeste. Debe de haber una prioridad administrativa que tenga la capacidad de identificar y gestionar los riesgos de comercio y que pueda llevar acabo operaciones de decomiso en esas zonas. No es factible que operen grupos que pueden pasar lo que se les antoje.
“También se necesitan marcos jurídicos armónicos en todos los países porque lo que es ilegal en un país puede ser legal en otro. En general es un problema muy grave ya que el lavado de dinero a través del comercio es la principal metodología que se está utilizando de manera internacional para dicha actividad ilícita”, concluye.
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