Y nos vuelven a saquear…
“Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”, ése fue el argumento del presidente José López Portillo para justificar la nacionalización de la banca en 1982.
Hoy, 17 años después de que se reprivatizó, se endeudó, se rescató y se extranjerizó, ahora es la banca foránea la que ordeña al país.
Lo hace sin el menor recato y amparada en las propias leyes mexicanas, que le permiten sacar todas las utilidades, siempre que no superen el 25 por ciento de su capital básico.
En 10 años, los bancos en México reportaron utilidades netas superiores a 517 mil millones de pesos.
Georgina Howard
“Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”, ése fue el argumento del presidente José López Portillo para justificar la nacionalización de la banca en 1982.
Hoy, 17 años después de que se reprivatizó, se endeudó, se rescató y se extranjerizó, ahora es la banca foránea la que ordeña al país.
Lo hace sin el menor recato y amparada en las propias leyes mexicanas, que le permiten sacar todas las utilidades, siempre que no superen el 25 por ciento de su capital básico.
En 10 años, los bancos en México reportaron utilidades netas superiores a 517 mil millones de pesos.
De esa cantidad, los cinco bancos extranjeros que operan en el territorio nacional y controlan 85 por ciento del sistema financiero, se llevaron a sus países de origen casi 400 mil millones de pesos de sus utilidades. Recursos que emplearon para recapitalizarse.
Obtuvieron 45 por ciento de estas utilidades por el cobro de elevadas comisiones a los clientes mexicanos, que son de cinco a 10 veces más altas que las que cobran a sus clientes en sus países de origen.
Por ejemplo, mientras estos bancos aplican una comisión promedio superior a 800 pesos –cerca de 70 dólares– por un cheque rechazado en México, en Estados Unidos y España, cobran entre 25 y 30 dólares.
Además, cargan al usuario mexicano entre 1.7 y 2.4 dólares por retirar dinero de un cajero automático que no es de su red. En sus lugares de origen, el costo del mismo servicio ni siquiera es de un dólar.
Tan solo dos instituciones, BBVA-Bancomer y Citi-Banamex, concentraron y enviaron a sus países –España y Estados Unidos, respectivamente–, 67 por ciento de las utilidades generadas en México.
De acuerdo a los estados financieros de las propias instituciones extranjeras, de los 400 mil millones de pesos de utilidades reportados entre 2001 y 2011, la firma española BBVA-Bancomer obtuvo 151 mil millones, y su par Santander, 82 mil millones de pesos.
En esa década, Citi-Banamex tuvo 116 mil millones de pesos de utilidad; el canadiense Scotiabank, 27 mil millones de pesos, y el británico HSBC, 23 mil millones de pesos.
De 2000 a 2006, BBVA-Bancomer logró utilidades netas cercanas a 49 mil millones de pesos, y en cinco años del gobierno calderonista, la cifra llegó a 102 mil millones.
Citi-Banamex tuvo una utilidad de 48 mil millones de pesos en el sexenio foxista, y 68 mil millones de pesos en el gobierno de Calderón.
La utilidad neta de los siete bancos más importantes de México –cinco extranjeros y dos mexicanos (Banorte e Inbursa)– fue superior a 5 mil 500 millones de dólares en 10 años.
Para los consorcios financieros internacionales que operan en las naciones emergentes, México es la tierra donde levantan la mejor cosecha.
Las utilidades que les generan los clientes mexicanos les permiten pagar a sus accionistas dividendos hasta tres veces más altos que los que reciben los accionistas de la banca de capital nacional.
Cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNVB) revelan que las filiales de los bancos extranjeros pagaron a sus accionistas un dividendo equivalente a 70 por ciento de las ganancias.
Para este concepto, los hispanos Santander y BBVA-Bancomer destinaron 51 y 73 por ciento de sus utilidades, respectivamente. El estadounidense Citi-Banamex usó casi 228 por ciento.
Entre 2003 y 2011, estas filiales pagaron a sus accionistas cerca de 20 mil millones de dólares en dividendos por concepto de utilidades.
Según estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, de los 15 países más importantes del mundo, México es el único que ha vendido su banca a firmas extranjeras.
Las decisiones cruciales se toman fuera de México, y su propósito es fortalecer las matrices de las instituciones financieras que ganan cantidades millonarias en México. Es así como buscan enfrentar la crítica situación que se vive en Europa y Estados Unidos.
Los bancos extranjeros concentran sus operaciones en la tenencia de valores del gobierno y en los créditos al consumo y la vivienda. No financian las actividades productivas, ni reinvierten sus utilidades.
BBVA-Bancomer y Santander lograron en México la mayor rentabilidad operativa en 2011.
Se van por la libre
Tras la privatización bancaria y su posterior extranjerización, Grupo Financiero Banorte es el único que permanece en manos de sus compradores originales y con capital 100 por ciento mexicano.
La mayor parte de las instituciones financieras prefieren no cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores para no transparentar sus actividades y quedar exentss de las regulaciones mexicanas.
En un artículo publicado por el Financial Times, Guillermo Ortiz, ex gobernador del Banco de México, recordó que tras la crisis de 1994, el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo rescató el sistema bancario y permitió la penetración del capital extranjero, lo que se convirtió en “un negocio increíblemente rentable para los bancos internacionales. Pero no para México”.
Señaló que entre 2003 y 2011, las filiales mexicanas de los bancos pagaron a sus accionistas extranjeros dividendos por 20 mil millones de pesos, monto similar al que destinaron para comprar los bancos saneados por el gobierno.
Si esos dividendos se hubieran pagado de la manera usual el coeficiente crédito/PIB sería cercano a 38 por ciento, no al 23 por ciento actual, calculó.
“Ésa es una medida en que los ahorros internos del país salen de México para recapitalizar a los bancos extranjeros. Pero, además de haber recuperado su inversión en tan brevísimo plazo, su negocio vale ahora mucho más”, dijo Ortiz.
Agregó que los cinco bancos más grandes de México tienen un valor actual de aproximadamente 75 mil millones de pesos.
Ante el saqueo, el ex gobernador del Banco de México propuso en su editorial que los mercados emergentes obliguen “a las subsidiarias de bancos mundiales a limitar el pago de dividendos y/o a cotizar en las bolsas locales”.
La cotización en bolsa de las subsidiarias alinearía los intereses de los bancos con los de los países huéspedes y moderaría la transferencia de recursos hacia las matrices, explicó.
La Secretaría de Hacienda trabaja ya en un esquema de regulación para que estos grupos financieros coticen de manera obligatoria en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
Aunque algunas instituciones no planean hacerlo, Santander México estudia esa posibilidad debido a la estrategia que sigue en otros países. El ingreso de este banco al mercado bursátil podría anunciarse en el cuarto trimestre del año o en 2013.
Comisiones, más allá de las nubes
En México, los bancos fijan metas que no implican asumir los riesgos naturales de su oficio. Y aunque han expuesto su voluntad de otorgar más financiamiento para apoyar la reactivación económica del país, las cifras no respaldan sus buenos deseos.
Y es que casi la mitad de los ingresos que reciben estas filiales provienen de una actividad sin riesgo: las comisiones netas que cobran como porcentaje del margen financiero de la banca.
En la tarjeta light de Santander, el Costo Anual Total (CAT) –los intereses anuales que cobra el banco– llega a 36.9 por ciento; la azul de BBVA-Bancomer cobra 42 por ciento; la clásica internacional Banamex, 52.3; la clásica de HSBC, 52.8, y la Scotia Travel clásica, 54.8 por ciento.
Puras intenciones
En marzo de 2010, el Banco de México –en ese entonces a cargo de Guillermo Ortiz– publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) un decreto sobre los nuevos lineamientos para regular las comisiones de los bancos.
Desde entonces, se prohibió el cobro de comisiones por depósitos en cuenta y pago de créditos en ventanilla y en cajeros automáticos operados por las instituciones que tienen la relación con el cuentahabiente.
Para las tarifas que cobran los bancos por no pagar un crédito a tiempo o no mantener un saldo mínimo requerido en una cuenta de depósitos, se estableció que solo se podrá cobrar lo que resulte menor entre el monto del pago incumplido o un importe que cada institución financiera registre ante el banco central.
Las autoridades también prohibieron exigir comisiones por pagos atrasados de créditos cuando los bancos cobren a sus clientes intereses de mora en el mismo periodo, lo que evita la duplicidad de cargos.
Las entidades bancarias patalearon, se defendieron y pretextaron que “las tarifas que cobran son altas como resultado del proceso de bancarización (expandir los servicios entre la población) del país”.
Pero como estas medidas no funcionaron, y el cobro de comisiones seguía “viento en popa”, en marzo de este año, la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados tomó cartas en el asunto.
Exhortó a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) y a la Asociación de Bancos de México (ABM), a promover la formación de redes de cajeros automáticos entre los bancos para bajar el cobro de comisiones.
La Condusef se comprometió a hacer un “esfuerzo para que la ABM analice con sus agremiados la posibilidad de reducir las comisiones por estos conceptos a no cuentahabientes”.
La Cámara Baja argumentó que esta medida permitiría que los clientes de las instituciones involucradas utilizaran los cajeros sin pagar comisiones por retiro en efectivo y consulta de saldo. Pero la banca extranjera sigue sangrando a los mexicanos con la venia del gobierno.