En un país en el que se registran 10 feminicidios al día hay reglas para ser mujer. Desde elegir la ropa, la ruta o el medio de transporte, hasta el comportamiento digital que incluye tener grupos de seguridad en WhatsApp, compartir constantemente la ubicación en tiempo real y portar elementos de defensa personal.
El entorno violento y el riesgo de los feminicidios en que viven las mujeres en México y la necesidad de ajustar sus rutinas, les ha generado secuelas en su salud física y mental.
Estas acciones son parte de la rutina diaria de las habitantes del país y afectan desde su bolsillo hasta su salud física y mental.
De acuerdo con datos de la Semovi, las mujeres son quienes emplean más tiempo y dinero para transportarse, pues de 100 viajes que realizan 18 son en taxi, ya sea libre o de aplicación, mientras que en el caso de los hombres solo en 10 ocupan algún tipo de transporte privado.
A pesar del grave problema de violencia contra las mujeres y feminicidios en México, la actual administración ha recortado presupuesto a varios programas dedicados a apoyar a este grupo de la población, como el destinado a la Comisión para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres.
Cecilia es estudiante de la UAM Xochimilco y diario debe trasladarse a su domicilio ubicado en el norte del Estado de México, dice que cuando regresa tarde a su casa toma un servicio de taxi el cual le llega a cobrar hasta 380 pesos.
Por su parte, Andrea Ramos cuenta que ha tenido que tomar terapia porque el miedo de salir a la calle la paralizaba y le provocaba mucho estrés y ansiedad.
Daniela Leyva, psicóloga y terapeuta con enfoque de género, explica que la violencia que se manifiesta en todas las esferas de lo cotidiano mantiene a las mujeres en un estado de alerta que equivale a someterse a un hecho traumático.
“Estar en un estado de alerta constante genera situaciones muy similares a haber atravesado por un trauma psicológico. Se pueden desarrollar síntomas que son parte del Síndrome de Estrés Postraumático lo cual puede provocar ataques de ansiedad, dolores de cabeza, enfermedades estomacales, respiratorias, cuadros de depresión, de ansiedad, ataques de pánico, angustia, aislamiento, necesidad de alejarse de la sociedad o caer en patrones de sobreprotección”.
Alerta constante por feminicidios
La somatización de las emociones no llega de forma casual, el clima de violencia de género por el que atraviesa el país se presenta en todas las esferas como el hogar, el trabajo, la escuela o en los sitios recreativos, por lo que la necesidad de cuidarse es constante.
“Toda la energía que hay que poner en el pensamiento viendo que no me sigan, caminar por donde no está oscuro, cambiarme de banqueta, todas esas rutinas que hacemos diario nos exigen mucha energía y son muy desgastantes.
“Llegas a casa agradeciendo que sí llegaste y oyendo las noticias de las más de 10 mujeres que ese día no tuvieron la misma suerte. Fulanita está desaparecida, no encuentran a una niña, asesinaron a una mujer… Todas esas cosas van en aumento en el sentido de que no te puedes tomar vacaciones de ser precavida y aún así puede tocarte”, dice la especialista.
De acuerdo con Daniela Leyva este estado de alerta por feminicidios no solo se representa en el cuerpo y mente de las mujeres, abarca incluso sus relaciones emocionales y sexoafectivas.
Seguridad a costa de la privacidad
Para Cinthia Rosas, madre de dos adolescentes, cuidar a sus hijas de la ola de violencia le demanda recursos, tiempo, energía e implica un conflicto constante con ellas por la falta de libertad que tienen para salir solas.
“He sabido de casos de niñas que van a la tienda y no regresan, también ahí está la chica que fue a la carnicería y el mismo carnicero la violó y la mató, por eso yo no dejo salir solas a mis hijas, yo voy por ellas a la escuela y a todos lados las llevo yo, algunas personas me dicen exagerada, pero prefiero ser así a que les hagan algo”
Para Paulina Hernández de 17 años compartir su ubicación en tiempo real es tarea de todos los días desde que sale de la preparatoria hasta que llega a su casa u otro destino, esto a pesar de que la escuela a la que asiste está a sólo 15 minutos de su hogar.
Esta medida de seguridad se ha vuelto muy común entre mujeres de todas las edades, sin embargo, de acuerdo con Candy Rodríguez, experta en seguridad digital y cofundadora del Colectivo Insubordinadas, existe un riesgo mayor al compartir la ubicación constantemente.
“Tú le permites a tal contacto que conozca tu ubicación; sin embargo, también se la estás permitiendo a Android, a Google, y en el momento en el que activas tu geolocalización indicas de dónde sales, en dónde vives, a dónde vas, entonces estás perdiendo completamente tu privacidad.
“Además es un riesgo porque si perdemos el dispositivo y alguien tiene acceso a tu información sabrá dónde vives y cuál es tu rutina”.
En una búsqueda realizada por Reporte Índigo se encontraron más de cuarenta aplicaciones gratuitas relacionadas con los términos “mujer alerta” y “seguridad mujer” en la plataforma de Google Play y diez en AppStore, las cuales solicitan permiso para acceder a tu localización, red de contactos, identidad, contenido de dispositivos USB, cámara, micrófono, registros de llamadas, datos de Internet, dispositivos Bluetooth, alarmas, así como permisos para modificar los ajustes de sistema y configuraciones de Google.
Algunas de estas aplicaciones son desarrolladas por instancias gubernamentales como 9-1-1 Emergencias, Policía conmigo, Mujer Segura Puebla o Vive Segura CDMX.
A pesar de este clima de violencia contra la mujer en México, durante la actual administración se ha recortado el presupuesto para refugios de mujeres que han sido víctimas de violencia igual que el presupuesto destinado a la Comisión para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, así como el Instituto Nacional de las Mujeres.