Vivir en liminalidad, acompañando el duelo de la desaparición
Trabajar desde la memoria y la empatía con las familias de los desaparecidos es parte de acompañar y respetar sus duelos
Karina VargasLa liminalidad es un concepto desarrollado por el etnógrafo francés Arnold Van Gennep y retomado por el antropólogo Victor Turner en 1988 como parte del estudio de distintos fenómenos, entre ellos, el “drama social”.
De este modo, la liminalidad es definida como la “condición interrumpida del rol en la familia que se suspende de manera abrupta, al mismo tiempo que se suspende en la estructura social, ya que los familiares se encuentran en una permanente ambigüedad a la espera de lo que pueda suceder”.
En este sentido, la especialista Guadalupe Rodríguez, ejemplifica el hecho de vivir en liminalidad al referir el testimonio de una mujer que desconoce el paradero de su esposo, quien le contó que cada que acudía a una entrevista de trabajo y le preguntaban su situación civil, rompía en llanto invariablemente al preguntarse: “¿quién soy?”
“Entre nosotras y nosotros nos platicamos y nos consolamos, fíjese, no somos viudas, no somos solteras, pero tampoco tenemos esposo; no somos huérfanos, somos hijos, pero no sabemos dónde están nuestros padres; somos madres, pero tampoco sabemos dónde están nuestros hijos”, narró la madre de una persona desaparecida a Guadalupe Rodríguez en uno de sus trabajos con familiares de víctimas de desaparición.
Blanca Ramírez, psicóloga y especialista en tanatología, define este estado como un duelo desautorizado: “aquellos procesos no reconocidos por la sociedad, al no percibirse ni sentirse el dolor, pero que incluyen los síntomas y circunstancias de vivir con ambivalencia”.
Explica que a esta circunstancia la acompaña el “optimismo trágico”, en el que se conserva la esperanza de encontrar al familiar y seguir compartiendo la vida.
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