Danae iba camino a la escuela el pasado 2 de septiembre cuando un hombre se le acercó y comenzó a decirle comentarios vulgares, una de las formas de violencia sufren las mujeres. Aunque ella apresuró el paso y pidió ayuda a una señora, el hecho provocó que cambiara su ruta y ahora siempre va acompañada.
“Literal el viejo la iba siguiendo y le decía cosas sobre su vagina y que se la quería coger, a mi sobrina le dio miedo y corrió hacia una señora que iba con su hija rumbo a la misma escuela.
“El tipo en lugar de irse las empezó a agredir a las tres hasta que un matrimonio que también venía de dejar a su hijo se acercó para que el señor las dejara en paz. Mi sobrina tiene 14 años”, relata María García, quien vive en Nezahualcóyotl, en el Estado de México.
La situación, la cual puede parecer cotidiana en los espacios públicos, es parte de la violencia social que se da entre personas que no forman parte del núcleo familiar, explica Pedro Carta Terrón, director de la asociación Iniciativas Humanas y Sociales A.C.
El problema es que estas acciones no son atendidas por las autoridades y crecen, ya que aunque suelen empezar como faltas administrativas, cuando se hace un reporte o una denuncia ante la policía pocas veces hay una sanción.
“El que te asalten en la micro o en la calle, tener temor a transitar por ciertas vías, las infracciones administrativas y el abuso del espacio público son temas de violencia social y van creciendo.
“Pueden ser desde cosas pequeñas como la apropiación de espacios públicos que hoy en día en México se nos hace tan natural: el coche viejo afuera de la casa o en la banqueta, pero que dañan. Y en cuestión de género las mujeres salen perdiendo más que los hombres”, explica.
Otro caso son las tienditas o los talleres mecánicos donde se reúnen hombres a ingerir bebidas alcohólicas y su presencia modifica el comportamiento de los que viven en la zona, sobre todo de las mujeres, ya que al sentirse inseguras o intimidadas suelen cambiar su ruta para llegar a su casa o a su trabajo, aunque les provoque complicaciones.
En 2014, Carta Terrón publicó un estudio titulado “Violencia social. Diagnóstico de género en la zona oriente de la Ciudad de México”, el cual fue realizado entre agosto y noviembre de 2013 e incluyó a siete municipios del oriente del Estado de México y una delegación del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México.
Ahí, a través de 17 entrevistas (14 mujeres y 3 hombres), 15 elaboradas a quienes dirigen o participan en organizaciones civiles que trabajan con grupos vulnerables o conflictivos, se reveló que a las mujeres lo que más les incomoda son los piropos, ya que para ellas son ofensas.
Este estudio originó que en el 2015 se realizara un ejercicio en Nezahualcóyotl y en Iztapalapa para inhibir el consumo de bebidas alcohólicas afuera de las tienditas y de los talleres mecánicos, pero éste solo fructificó en la primera demarcación y en algunas colonias del centro, como en la Benito Juárez.
La actividad duró hasta el 2017, cuando empezaron las campañas políticas fueron dejadas de lado. Sin embargo, en ese tiempo se alcanzaron resultados positivos, pues mujeres que cambiaban sus rutas para evitar estos lugares dejaron de hacerlo.
El activista alerta que este tipo de violencia, que suele manifestarse con infracciones cívicas, puede llegar a escalar hasta convertirse en delitos más graves como violación o feminicidios, en el caso de las mujeres, por lo que debe atenderse lo antes posible.
Ahora, una de sus principales apuestas es retomar nuevamente este ejercicio en Nezahualcóyotl, donde se considera que tiene una buena aceptación por parte de las autoridades.
Aunque Pedro Carta dice que debido a que estas situaciones no son exclusivas de la zona oriente del Estado de México ni de la Ciudad de México, deberían de aplicarse en todo el país.
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Las más afectadas por la violencia social
La violencia social afecta principalmente a las mujeres y aunque directamente no sean víctimas de algún delito, vivir con el temor de que pueden serlo es una consecuencia.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2019, que analiza los fenómenos delictivos durante el 2018, en términos generales las mujeres se sienten más inseguras que los hombres tanto en los lugares públicos como en los privados.
“Se contabilizan 11 delitos sexuales cometidos contra mujeres por cada delito sexual cometido contra hombres”, dice el documento.
Las cifras de la Envipe 2019, también señalan que el 86 por ciento de las mujeres se siente más insegura en los cajeros en la vía pública, respecto al 77.7 por ciento de los hombres.
Los bancos son el segundo sitio donde la población femenina manifiesta sentirse insegura con un 78.2 por ciento, en comparación con el 66.9 por ciento de la masculina.
El transporte público ocupa el tercer puesto de los lugares menos seguros con el 75 por ciento en el caso de las mujeres y el 64.7 en el de los hombres. Mientras que la calle está en la cuarta posición con el 74.6 por ciento frente al 66.8 por ciento de las personas de género masculino.
Las carreteras ocupan el quinto sitio con el 70.2 por ciento en el caso de las mujeres y el 60.4 por ciento en las personas del género contrario.
Otros de los sitios donde tanto mujeres como hombres manifiestan sentirse inseguros son los mercados, los parques o los centros recreativos, así como centros comerciales, escuelas y en el automóvil.
Para llegar a su casa en la noche después del trabajo, María García siempre debe tomar un Uber o alguno de sus familiares debe de ir por ella al Metro en auto.
La razón es que en su camino se interpone una tiendita de abarrotes que abrió aproximadamente hace un año y medio, afuera de la cual siempre hay un grupo de entre 8 y 10 hombres que ingieren bebidas alcohólicas desde que oscurece hasta después de la medianoche.
La joven de 31 años vive en la Colonia Benito Juárez, en el municipio mexiquense de Nezahualcóyotl, y prefiere pagar entre 200 y 225 pesos a la semana de la estación Peñón a su casa, que tomar de ahí una combi que la deja a unas cuantas cuadras.
“Da miedo porque si pasas en carro no quitan la mirada del carro y cuando uno va a pie no se quitan para que uno pase y se quedan viendo fijamente a quien pasa.
“Cuando andamos de noche con mi hermano en el carro preferimos entrar una calle antes de la tienda o una después para no pasar por ahí porque sí se han dado casos de robo de vehículo”, relata María.
Pedro Carta Terrón, director de la asociación Iniciativas Humanas y Sociales A.C, explica que el comportamiento de las personas cambia cuando están en grupo y pueden ser adversos para la mujer.
En un grupo de amigos un hombre puede envalentonarse y piropear a alguna mujer que considere atractiva, si nadie le dice nada después la puede comenzar a seguir e intentar tocar y si ella no tiene a nadie que la proteja puede escalar hasta una agresión sexual.
“Hasta ahorita piropeó, acompañó e intentó tocar sin lograrlo. Eso ya roza con el delito aunque todavía no lo es. Pero como no es delito la autoridad todavía no lo contempla como importante”, dice.
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Acciones insuficientes
Para prevenir este tipo de acciones que tanto vulneran a las mujeres y que aún no son consideradas como delito, pero son el antecedente, las autoridades deben capacitar a los policías o a las personas encargadas de atender los reportes, considera Lizette Sanromán Castillo, directora de la asociación civil L&S Proyectos Culturales A.C.
Desde mayo, cada sábado de las 10 de la mañana a las 2 de la tarde, L&S Proyectos realiza talleres gratuitos en la Unidad Habitacional de Tlatelolco, en la Ciudad de México, que van desde defensa personal, aprender a andar en bicicleta y mecánica básica hasta conversatorios y cómo interponer una denuncia ante las autoridades.
Para Sanromán, la sociedad civil busca llenar ese hueco que las autoridades todavía no han podido subsanar que es el de mejorar la seguridad. Eso pese a que el principal reto en la capital es disminuir los índices delictivos y atender la demanda de las mujeres de erradicar la violencia de género.
“Utilizando la bicicleta nos dimos cuenta de que las mujeres son muy vulnerables, sobre todo en los espacios públicos, por lo que organizamos el nuevo proyecto Rodando Ando Segura, el cual es para mujeres tlatelolcas y el cual está enfocado a mejorar los espacios de la localidad porque tienen problemas con los camellones.
“Las violan, las jalan, las secuestran ahí. Entonces queremos que ese espacio se convierta en otra cosa, no queremos decir que anden en bicicleta porque también podríamos tener problemas con el peatón, pero que sí tengan otra opción aparte del transporte público”, dice.
El objetivo de estos talleres es que las mujeres se empoderen, tomen sus decisiones y se sientan protegidas.
Pese a contar con el apoyo de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México, Sanromán Castillo no se ha librado de ser víctima de la delincuencia. Hace una semana sufrieron robos en las inmediaciones de la zona donde impartían los talleres a las 10 de la mañana.
“Te das cuenta de que hay violencia, de que marcas a las autoridades y te dicen ‘ah’, es que eso no lo podemos controlar porque así es, es por zonas que van robando’”, dice.
Una de las áreas donde le gustaría incursionar con los talleres a la asociación civil L&S Proyectos Culturales A.C es en la alcaldía Gustavo A. Madero, ya que en las rodadas que llegan a realizar por esa región se han dado cuenta de que hay muchas personas a las que podrían beneficiar.
Lizzete dice que por más esfuerzos de las autoridades por disminuir la violencia, mientras no se capacite al personal que ahí trabaja no habrá resultados.
“No es culpa del policía, si no capacitas a tu gente no sabe cómo tratar”.