Violencia familiar, problema al alza
En México el número de carpetas de investigación por violencia familiar se ha incrementado a lo largo del 2020, un problema que se agravó por las medias de seguridad implementadas para evitar la propagación del coronavirus
Montserrat SánchezEn entrevista, Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), dice que la violencia física contra menores de edad no sólo genera daños en el cuerpo, también de carácter emocional, pues afecta el desarrollo de la personalidad.
“En los niños maltratados hay un impacto en su salud mental pues sus relaciones socio afectivas pueden llegar a ser tóxicas, comienzan a presentar baja productividad o hasta puede que codifiquen la violencia como una manera de relación y la normalicen”, explica.
Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) revelan que hasta agosto de 2020 se tiene registro de 143 mil 784 carpetas de investigación por violencia familiar.
En enero se reportaron 15 mil 851 casos, en febrero 17 mil 801, en marzo 20 mil 504, en abril 15 mil 237, en mayo 16 mil 61, en junio 18 mil 884, en julio 19 mil 603 y en agosto 19 mil 843.
De acuerdo con Pérez García, el actual confinamiento por la pandemia de COVID-19 significó para los menores menos oportunidades o canales de denuncias contra sus agresores, pues con el cierre de escuelas la interacción social quedó limitada.
De lunes a jueves Nadia pasaba cinco horas al cuidado de sus abuelos. La pequeña contaba los minutos para que dieran las siete de la noche y llegara su mamá por ella para escapar de lo que ella llamaba su infierno.
Sentada en la sala de su nueva casa, Nadia relata que no le había dicho a nadie lo que vivía por miedo a perjudicar a su mamá.
“Ella no quería que yo estuviera sola o que me cuidara un desconocido, ella confiaba en los abuelos y los amaba mucho, yo no quería que dejara de trabajar por mi culpa, pero un día que me salí de bañar mi mamá me vio las piernas y le conté todo”, describe.
Gabriela Ruiz, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, agrega que en algunos casos las familias recurren al abuso como una medida de crianza porque ellos mismos vienen de generaciones donde normalizaron el abuso.
“En el imaginario colectivo se cree que estamos por encima de las personas de la infancia, lo que construye una falta de legitimidad en la cual está bien y es permitida la disciplina violenta en el hogar y de la cual no sólo hacen uso los padres y tutores, también hermanos, abuelos y tíos, entre otros”, comenta.
La profesora de la ENTS señala que uno de los imaginarios más cotidianos es que una nalgada a tiempo siempre es necesaria, porque se cree que el golpe transforma el comportamiento; sin embargo, los estudios dan cuenta que el golpe no corrige el comportamiento, se instala en la memoria y hace proclive a repetir estos patrones de violencia, pues hay un impacto a nivel neurológico cuando éste se da de forma sistemática.
Salvaguardar a los menores de la violencia
Para poder proteger a los menores de castigos corporales y físicos, el director de Redim enfatiza en la necesidad de dejar de verlos como personas sin derechos.
Asimismo, urge dar apoyo a los refugios para mujeres víctimas de violencia, pues asegura que muchas madres van acompañadas de sus hijas o hijos y recordó que tan solo en la cuarentena se incrementó en 78 por ciento la demanda de su servicio.
También recalca la necesidad de crear políticas públicas que se enfoquen en orientar a las familias y en la articulación de instituciones públicas federales, estatales y municipales para atender los casos de maltrato infantil.
“Contar con una política pública que parta de la generación de datos sobre cuántos menores padecen este abuso es fundamental para proteger la infancia”, dice.
Por su parte, Gabriela Ruiz pide dejar de considerar la violencia contra niñas, niños y adolescentes como una opción no solo para educarlos, también para acompañarlos en su crecimiento.
“El contexto actual de violencia, el cual no es exclusivo de México, es uno de los factores que propicia a que los padres o tutores se acerquen a los menores desde esa arista, pero debemos empezar a entender que las infancias son seres colectivos, actores políticos, sociales y culturales que necesitan que el mundo les contenga con estrategias de cuidado. Sí ponerles reglas y límites pero a través de la mirada, la palabra y la escucha”, sostiene.
De igual forma, la académica invita a considerar que la crianza de los infantes debe abordarse desde un ángulo colectivo pues así se daría un mayor cobijo a los menores.
“Hay que trabajar en un acompañamiento a las familias, dejar de creer que la crianza reposa solamente en los padres, sobre todo en las actuales condiciones de pandemia donde urge fortalecer los lazos sociales, pues en las familias puede ser agotador tener que atender todas las necesidades desde educación, vivienda, juego y esparcimiento”, explica.
Por último, Pérez García hace un llamado a la Cámara de Diputados a aprobar el dictamen en los mismos términos y subrayó que no hay ningún tipo de violencia justificada y que toda ésta se puede prevenir si se cambian las pautas de crianza y se establecen mecanismos educativos basados en el respeto, la ternura, el diálogo y la participación que beneficia no solo a los niños sino a todas las familias.