El recrudecimiento de la violencia contra la mujer en la Ciudad de México es uno de los principales retos del gobierno de Claudia Sheinbaum.
Agresiones físicas, verbales, psicológicas e incluso sexuales se han normalizado al grado de que sólo los feminicidios han llegado ser considerados delitos graves. La administración pasada minimizó la petición de distintas organizaciones civiles que solicitaba la instalación de una Alerta de Género, pero esta nueva se ha comprometido a atender esta problemática.
“Como primera mujer electa Jefa de Gobierno vamos a trabajar con mucha energía para erradicar la violencia de género, hacer justicia en el caso de los feminicidios, tener acciones educativas para la prevención del embarazo adolescente y promover la autonomía económica de las mujeres”, dijo Sheinbaum en su toma de protesta.
Según registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero de 2015 a octubre de este año fueron perpetrados en la capital 171 feminicidios.
En 2015 se registraron 56 feminicidios; en el 2016, la cifra bajó a 46; para 2017 ocurrieron un total de 37; mientras que para los primeros 10 meses de este 2018, el conteo oficial fue establecido en 32.
Las alcaldías con mayor incidencia en el referido periodo fueron Iztapalapa, con 39 feminicidios y un porcentaje del 22.81 por ciento del total; Gustavo A. Madero se situó en la segunda posición con 17 mujeres asesinadas y un 9.94 por ciento; y Xochimilco, en tercer lugar con 15 casos y una equivalencia del 8.77 por ciento.
Las demarcaciones territoriales con una menor incidencia en estos delitos fueron Cuajimalpa, que contabilizó un feminicidio; mientras que Magdalena Contreras y Milpa Alta reportaron 4 casos de manera simultánea y con una equivalencia respectiva del 2.34 por ciento del total.
En cuanto al uso de artículos para efectuar tales crímenes destacan tres variables de modalidad: arma de fuego, arma punzocortante y otro elemento.
En el referido periodo, 23 feminicidios fueron cometidos con arma de fuego; 19 asesinatos más se llevaron cabo con armas punzocortantes; mientras que los 129 casos restantes se efectuaron con algún otro elemento, ya sea por fuerza física o material (como asfixia, golpes, caídas, herramientas, palos y piedras).
Aunque el feminicidio es el mayor acto de crueldad que pueda ejercerse en contra de una mujer, las condiciones de violencia emparentadas con las relaciones personales, sobre todo de cercanía y familiaridad, representan otro de los puntos más rojos en la Ciudad de México.
La más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), levantada por el INEGI, dice que un 52.6 por ciento de las mujeres capitalinas encuestadas, mayores a 15 años, ha sufrido violencia por parte de sus esposos, parejas, novios y/o concubinos.
Según los resultados del sondeo, realizado entre 3 millones 516 mil mujeres, un 49.4 por ciento aseguró haber sufrido violencia emocional como humillaciones, amenazas, groserías; otro 23.5 por ciento reconoció pasar por violencia económica, consistente en intimidación o advertencias de abandono.
Un 19.1 por ciento de las capitalinas encuestadas refirió haber atravesado por al menos un episodio de violencia física, como son golpes, jaloneos, intentos de asfixia, entre otros; mientras que otro 7.8 por cierto aceptó haber sido víctima de violencia sexual, es decir, mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad o someterse a tocamientos no acordados.
Alerta de género, el pendiente
La pasada administración local ignoró tanto a familiares de las víctimas como a organizaciones no gubernamentales que solicitaban la alerta de género ante el incremento de feminicidios y desapariciones de mujeres.
El pasado 27 de noviembre del 2017, la entonces titular de la Secretaría de Gobierno local, Patricia Mercado, advirtió que en la capital no era “necesaria” dicha medida debido a que se tenía una incidencia menor a la media nacional y porque ya se contaba con políticas públicas encaminadas al asunto, aunque con nulos resultados.
Aún y cuando la pasada administración perredista se comprometió a dar “seguimiento puntual” para prevenir la violencia de género, los feminicidios y agresiones continuaron ocurriendo.
Machismo, el problema
El feminicidio y cualquier tipo de violencia en contra de un mujer por su género proviene de una mal heredada tradición machista y por diversos factores que llegan a propiciar un clima de inseguridad, impunidad autoasumida y una falta de justicia estructural, explica María Gabriela Castellanos Abundiz, catedrática de la FES Acatlán de la UNAM.
“Aunque todos los feminicidios son diferentes y ninguno debe generalizarse, los perpetrados por parejas o exparejas suelen ocurrir porque el agresor llega a desarrollar un sentido de pertenencia en todos los ámbitos, incluido el personal y ello muchas veces termina en asesinato por celos, despecho u otra causa”, sostiene.
El recrudecimiento de estos crímenes no sólo se da en relación a las condiciones de violencia en que ocurren, sino también en la exposición de los cuerpos, explica la especialista, ya que el abandono en vía pública viene representar un mensaje simbólico de “advertencia o castigo”, sumado la naturalización de la violencia y la revictimización que muchas veces se da para desacreditar el hecho.
“Para frenar esta problemática e incentivar la prevención de la misma, se deben implementar políticas públicas en sensibilización de violencia de género y de no discriminación, además de reestructurar las instancias de seguridad y justicia, con la intención de revertir la deshumanización y la pérdida del tejido social”, señala.
La negativa de activar la alerta de género se da por motivos políticos y supuestamente económicos en determinadas regiones, sostiene la también coordinadora de la Comisión de Género de la UNAM, “aunque para una justicia siempre será necesario voltear a ver el trabajos de las organizaciones especializadas en el tema, ya que las mismas suelen brindar más apoyo y lucha”.