Violencia acumulada y gasto sin impacto

La conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en México se bifurca entre el reconocimiento de los logros tras años de lucha y la exigencia de atención a pendientes cruciales como la visibilización de las adultas mayores y la optimización de los gastos para erradicar los distintos tipos de agresiones
Karina Vargas, Linaloe R. Flores y Elizabeth González-Manrique Karina Vargas, Linaloe R. Flores y Elizabeth González-Manrique Publicado el
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Las diferentes luchas por una vida libre de violencia para las mujeres en México han alcanzado logros considerables como el voto femenino, la paridad de género en los distintos niveles de Gobierno, el acceso a estudios superiores o el reconocimiento y tipificación de delitos como el acoso, el abuso sexual y los feminicidios; no obstante, aún hay pendientes trascendentales por atender para garantizar a dicho sector poblacional, en todas sus edades, condiciones de vida óptimas, seguras y dignas.

Entre las deudas que tiene el Estado mexicano con las ciudadanas, se encuentra el otorgar una mayor asignación de recursos enfocados en erradicar las agresiones machistas; visibilizar los problemas y necesidades que tienen sectores como el de las adultas mayores; y el establecimiento de un Sistema Nacional de Cuidados.

Lo anterior se concluye de una investigación realizada por Reporte Índigo en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se conmemora cada 25 de noviembre, de la que se desprenden entrevistas con voces destacadas del mundo de la política, el activismo, el periodismo y la literatura, así como con víctimas de violencia de género; y una revisión exhaustiva a las estrategias implementadas durante las últimas dos décadas por los Gobiernos federales, estatales y municipales para mitigar las violencias.

Adultas mayores, en la vulnerabilidad

“Las mujeres adultas mayores estamos poco visibilizadas en el ámbito de la violencia de género. Por supuesto que ha habido grandes avances, las jóvenes de ahora no tuvieron que pelear para votar ni para tener acceso a la educación superior, pero, en materia de violencia, no se consideró en los primeros años a la mujer mayor.

“Porque ni siquiera las feministas de los 70, que entonces tenían 20, 30 o 40 años, pensaron en que iban a llegar a viejas, ¿qué pasa con la vejez? Las mujeres adultas mayores enfrentan lo que se conoce como violencia acumulada, que es la que se suma desde los primeros años de vida”, explica Patricia Kelly, periodista y conductora de los programas de internet y televisión “Vejez creativa” y “Aprender a envejecer”.

La comunicadora ejemplifica este tipo de violencia con la acumulación de agresiones a las que está expuesta una mujer en las distintas etapas de su vida, como estar bajo la tutela de padres golpeadores, sufrir maltrato o abuso sexual infantil en la niñez; ser víctima de acoso sexual en la vía pública u otro tipo de maltratos en la adolescencia; y vivir violencia laboral, psicológica, económica o intrafamiliar en la adultez; por mencionar algunas.

“Si a eso le sumas que has vivido despojo de tus propiedades ahora que eres adulta mayor, si tienes bajo nivel de escolaridad, si tus hijos se fueron a vivir a tu casa para ‘cuidarte’ y llegaron con toda su familia y te vuelves la sirvienta. Si se toman en cuenta todas las labores que hacen las mujeres mayores como cuidar a los nietos, cuidar a los enfermos o trabajar en el supermercado sin sueldo, eso también es violencia y se tiene normalizado”, manifiesta.

Datos de la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México y la Encuesta de Evaluación Cognitiva, ambas realizadas en 2021 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, señalan que en México vivían 25.9 millones de personas de 53 años y más, de las cuales, 54.4 por ciento se identificaron como mujeres y 45.6 por ciento como hombres.

En relación con el nivel educativo, el porcentaje de hombres con nivel escolar más allá de secundaria fue de 22.4 por ciento, y el de las mujeres, 14.0 por ciento. Respecto a la situación conyugal, la viudez representó 25.7 por ciento en mujeres y 9.4 por ciento en hombres; y el porcentaje de mujeres en condición de separación o divorcio fue de 12.3 por ciento y en hombres, de 7.5 por ciento.

Momento clave para la paridad

En materia política, la actriz, activista y diputada por Morena en la Ciudad de México, Ana Francis Mor, afirma que actualmente se vive un momento interesante a partir de la paridad de género que existe actualmente en los poderes de gobierno, aunque todavía es incierto el resultado que se tendrá en ambiente, sistema, formas y modos del ejercicio del poder con el arribo masivo de las mujeres a los puestos de toma de decisiones en la administración pública.

“Lo primero que podemos observar es que el asunto del cuidado toma otra relevancia, ahora es el tema central y te juro que será el tema central o uno de los temas centrales de las campañas. Cómo cambiamos nuestra idea de contrato social, nuestra idea de civilización a una más cuidadosa que ponga, en vez del crecimiento económico y muchas otras cosas, ponga la reflexión y las acciones de cuidado al centro de la conservación”, comenta.

Ana Francis agrega que un desafío importante en el presente, para todos los feminismos, es el del modelo económico, “neoliberal, capitalista, voraz, extractivista”, que impide que la justicia social y los derechos humanos, principalmente los de las mujeres, florezcan.

Violencia, un mal endémico

“El proceso de visibilización es lo que hace posible la toma de conciencia tanto para las mujeres mismas como para el sexo complementario”, comenta la escritora y mastra en Letras Latinoaméricanas, Ana Clavel, al señalar que la violencia es un mal endémico que afecta a México y a otras naciones del mundo.

La también investigadora visualiza como un reto contemporáneo el no permitir que la respuesta a las demandas por una vida libre de violencia para las mujeres se convierta en una moda ni en letra muerta en leyes y códigos que no aterricen en la realidad.

“Esa toma de conciencia debe ser desde una parte profunda de la educación de las personas, si nada más se queda como un recetario de posturas correctas y seguimos en la cotidianidad, no respetando al otro o a la otra, no termina el proceso. El desafío es que esa idea que ya está circulando aterrice en una vida respetuosa y plena para las mujeres y para la sociedad”, advierte.

El paisaje inalterable

Construcción de refugios, consultorías, estudios, diplomados, cursos, talleres, campañas, eventos y la línea telefónica “Vida sin Violencia” han integrado la estrategia de los gobiernos en México para combatir las agresiones en contra de las mujeres entre 2002 y 2023.

Los archivos en los mecanismos de transparencia –creados en 2002– permiten ver que las entidades públicas empezaron a reconocer la agresión machista primero a través del concepto de “violencia intrafamiliar” y después como “violencia contra las mujeres”. En esas dos décadas, el combate al flagelo generó unos 200 contratos, ninguno mayor de 10 millones de pesos.

Una revisión en Compranet de las compras que hicieron las administraciones federal, estatales y municipales con el dinero federalizado para combatir la violencia en contra de las mujeres, realizada por Reporte Índigo, muestra que el fenómeno fue atacado con iniciativas por separado que no conformaron un sistema único y homologado.

Tras más de dos décadas de esos esfuerzos, la agresión de género continúa campante en México. El 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años y más respondió en 2021 a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) que había experimentado por lo menos un incidente de violencia que pudo ser psicológico, económico, patrimonial o discriminativo.

Los resultados de la ENDIREH –especializada en la magnitud de los diversos tipos de violencia contra las mujeres– arrojaron que el maltrato psicológico es el que tiene más prevalencia en las mexicanas. Le siguen la sexual y la física. En un alto número de casos, las tres se conjugan.

Solo 16 estados firmaron contratos con empresas con el objetivo de combatir el combate de la violencia machista. En algunos se construyeron refugios y otros se concentraron en diagnósticos y metodología. Ese conjunto de entidades son Sonora, Yucatán, Zacatecas, Sinaloa, Oaxaca, Morelos, Jalisco, Puebla, Tamaulipas, Baja California, Aguascalientes, Campeche, Colima, Estado de México, Veracruz y Chihuahua.

A partir de 2006 las entidades estatales han contado con el “Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas” (PAIMEF) que en un principio fue operado por el Instituto Nacional de Desarrollo Social, un organismo que por decreto presidencial desapareció en enero de 2022. Ahora está bajo la operación de la Secretaría de Gobernación.

En los contratos extraídos, el PAIMEF está presente entre 2009 y 2017. En su utilización destaca Aguascalientes que en 2012 firmó contratos por cientos de miles de pesos con personas físicas para asesorarse sobre maneras de combatir la violencia machista. Como microcosmos de la falta de impacto, Aguascalientes fue en 2021 de las entidades donde las mujeres de más 15 años reportaron más violencia.

Uno de los mayores contratos que se firmó en ese periodo fue para la construcción del Centro de Atención Integral a la violencia de Zacatecas en 2008. Se gastaron 8 millones 70 mil 363 pesos (unos 16 millones de pesos de ahora). Mientras, el fenómeno permaneció. Ante la encuesta del INEGI el 59.3 por ciento de las mujeres en ese estado reportó haber sido víctima de violencia.

En cuanto al Gobierno federal, el Hospital General de México, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el Instituto Nacional de las Mujeres, Talleres Gráficos de México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República, el Instituto Nacional de Ciencias Penales y los Estudios Churubusco Azteca fueron las entidades que gastaron con el objetivo de encarar a la agresión machista en México.

De las mujeres para las mujeres

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la violencia contra niñas y mujeres continúa siendo una de las violaciones a los derechos más extendida en el mundo.

Este organismo menciona que alrededor de 736 millones de mujeres, casi una de cada tres, han sido víctimas de violencia física o sexual al menos una vez en su vida.

Aunque los gobiernos alrededor del mundo invierten, en promedio, solo 5 por ciento de sus presupuestos en combatir a este mal y que se invierte menos del 0.2 por ciento en su prevención, mujeres refieren lo importante que ha sido para ellas las acciones de otras mujeres para sobrevivir a la violencia de género.

Juana, una mujer de 79 años de edad, quien vivió violencia económica a lo largo de su vida al dedicarse exclusivamente al trabajo no remunerado, muestra su alegría por saber que sus nietas están más conscientes de las violencias que atraviesan a las mujeres y que incluso la combatan.

“Yo fue poco lo que pude hacer en el momento, creí que mi lugar en la vida era cuidar a mi familia y cuando el dinero escaseaba, ponerme a trabajar un poquito para ayudar a mi marido y que me acortaran los gastos, me pidieran cuentas de todo. Luego, platicando con mis nietas me di cuenta que yo ayudé a hacer crecer la economía familiar con todo lo que hacía en la casa, un día, respaldada por ellas, se lo dije a mi esposo mientras presumía frente a la familia ‘todo lo que había conseguido’, y aunque no lo aceptó, yo sé que así es, que lo que hice en la casa, con mis hijos, fue trabajo que ayudó a tener lo que tenemos”, refiere Juana.

Ahora, Juana habla con sus nietas más pequeñas sobre esto, a la vez que las mayores le ayudan a entender cuáles situaciones de su vida constituyeron algún tipo de violencia.

La ONU menciona que la violencia contra mujeres y niñas sigue siendo silenciada, cada vez en una medida menor, por un sistema que facilita la impunidad de los perpetradores, la estigmatización social y la vergüenza que sufren las víctimas.

En 1993, tras una asamblea general, este organismo definió a la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

Eva, de 63 años de edad, menciona cómo desde temprana edad su educación y la de su hermano mayor se diferenciaron para convertirla en un ama de casa con una profesión “para mujeres”, mientras que para su hermano se destinaron más recursos y esfuerzos, pues se convertiría en proveedor de su familia algún día.

Mientras su hermano mayor asistió a colegios privados, a ella y a su hermana no se les permitió acceder a la universidad y se les ordenó convertirse en profesoras, algo que más adelante complicó la vida académica de su hermana, quien a través de sus propios medios ingresó a la UNAM para estudiar letras.

Según la ONU, los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas.

Como ejemplo, el organismo menciona que las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para hacer cumplir el derecho a la educación de las niñas, sino que también restringe el acceso a la educación superior a la mujer, limitando así sus oportunidades de empleo.

Precisamente esto fue lo que le pasó a Eva, quien deseaba ingresar en la universidad y convertirse en periodista.

“Nunca me atreví a desafiar el destino que me designaron, ahora que sé que estuvo mal apoyo a mis hijas a elegir libremente, salgo a las marchas del 8 de marzo, me hago más consciente de lo que está mal y trato de cambiarlo, primero en mi entorno más cercano, después trato de llevarlo un poco más allá, espero seguir aprendiendo y entendiendo”, concluye.

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