Van por Terminal 3 en el AICM

El gobierno electo podría incluir una tercera terminal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México además de la habilitación de Santa Lucía. José María Riobóo, consejero de López Obrador, y Sergio Samaniego, encargado del proyecto en la Base Militar, así lo establecieron en un libro que publicaron en 2017
Ian Austen Ian Austen Publicado el
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El plan para desarrollar el Sistema Aeroportuario del Valle de México no contempla solamente la transformación de la Base Militar de Santa Lucía en un aeropuerto civil, sino podría incluir la construcción de una tercera terminal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

La construcción de la Terminal 3 del AICM está contemplada como la obra que permitirá el mejoramiento y la ampliación del actual aeropuerto capitalino.

En su libro “El Sistema Aeroportuario del Valle de México” (Porrúa, 2017), los ingenieros José María Riobóo —hoy asesor en materia de infraestructura del gobierno electo— y Sergio Rubén Samaniego Huerta —hoy coordinador y responsable de desarrollar el proyecto del Aeropuerto de Santa Lucía— plantean la reestructuración del AICM y la transformación de la Base Militar como las vías para solucionar el problema de la saturación aérea en la capital del país.

La idea de construir la Terminal 3 fue retomada de un proyecto presentado en el 2013 por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, para ampliar el AICM en terrenos federales que se encuentran al noreste del actual aeropuerto

“El AICM puede reestructurarse y revitalizarse (…) Se contempla la construcción de la terminal 3 del Aeropuerto e incrementar en un 80 por ciento la capacidad y garantía de sus servicios por mínimo 10 años más”, expone el texto.

Al interior del equipo del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, Riobóo y Samaniego han sido los dos principales promotores de la operación de varios aeropuertos simultáneos en el Valle de México, en oposición a la construcción del NAIM en Texcoco.

Riobóo además de ser asesor de infraestructura en el gabinete electo fue contratista del gobierno de López Obrador cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal (2000-2005). Samaniego es ingeniero agrónomo, egresado de la Universidad Autónoma de Chapingo y es especialista en avalúos; no tiene ninguna formación en materia aeronáutica.

Ampliación necesaria

La saturación del AICM es oficial desde el 29 de septiembre del 2014, cuando la SCT publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto de saturación del aeropuerto capitalino.

Las operaciones que se realizan en el AICM superan las mil 150, lo que significa que se registra un movimiento cada 53 segundos.

A raíz de ese abarrotamiento, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto determinó la construcción del NAIM en terrenos federales de lo que fuera el Lago de Texcoco, más hacia el oeste de donde se planeó inicialmente, en tiempos del presidente Vicente Fox para evadir el conflicto con los habitantes del municipio de San Salvador Atenco.

Antes de tomar esa decisión ya se habían explorado varias alternativas. Una de ellas, concebida en el 2013, fue la ampliación del AICM hacia terrenos federales de la Conagua, para construir un tercer edificio terminal.

Sin embargo, el Ejecutivo determinó que se trataba de una obra que solucionaría la saturación del aeropuerto solo por un corto plazo, por lo que decidió apostar al NAIM para una solución a largo plazo.

Sin embargo, los asesores de López Obrador decidieron retomar la idea en el desarrollo del Sistema Aeroportuario del Valle de México.

En el 2017, tres años después de anunciarse el comienzo de la construcción del NAIM en Texcoco, José María Riobóo y Sergio Samaniego publicaron un texto en el que daban líneas generales de un plan para mejorar el AICM y habilitar el aeropuerto en Santa Lucía.

En el caso del AICM, los ingenieros retomaron la propuesta hecha por la SCT para construir una tercera terminal en el aeropuerto.

“La autoridad y el concesionario del AICM Actual han contemplado como posible su ampliación (la Terminal 2 es inaugurada el 15 de noviembre del 2007) e inclusive la construcción de la Terminal 3 en el corto plazo, asegurándole vida útil por un mínimo de 10 años”, expone el documento.

La expansión que había sido propuesta en el 2013 consistía en 5 mil hectáreas en terrenos federales, en el Estado de México.

Una de las ventajas es que para esta ampliación no se requeriría la compra de terrenos, pues se cuenta con la superficie necesaria en manos del gobierno federal y así se evitaría un posible conflicto social como el de Atenco

Con esta ampliación, señalan, el AICM se compararía con el Aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol en los Países Bajos, que atiende a más de 50 millones de personas anualmente.

Ambos ingenieros mencionan también el mejoramiento del Aeropuerto Internacional de Toluca, cuyo proyecto ya existía para construir una segunda pista y apoyar las operaciones del AICM.

¿Quién debe decidir?

El tipo de construcción y acabados que se proyectaron para el NAIM en Texcoco fueron considerados “una obra faraónica” por López Obrador, quien siempre estuvo contra su construcción e incluso hizo de su cancelación una promesa de campaña.

Fue a finales del 2015 cuando Morena comenzó a plantear la opción de Santa Lucía como una alternativa. Sin embargo, el primer acercamiento fue hecho público por Riobóo y Samaniego hasta el 2017, con la publicación de su libro.

En su idea de crear el Sistema Aeroportuario del Valle de México, Riobóo y Samaniego ponen en duda la construcción del NAIM en Texcoco, pues consideran no solamente que se trataba de una obra que dejaría inutilizada infraestructura con vida útil, sino se crearía un polo aislado de desarrollo que favorecería solo a una región.

Ambos ingenieros plantearon cuestionamientos sobre quiénes eran los involucrados en esa decisión.

“¿A quién le corresponde tomar la decisión? ¿Se trata de una decisión federal y sectorial en el ámbito del transporte? ¿O es una decisión de carácter regional y metropolitano en la que deben estar involucrados los gobiernos locales y la población? ¿Cómo se inscribe esta decisión en la estrategia nacional de desarrollo territorial?”, cuestionaron Riobóo y Samaniego.

El argumento principal que esgrimen para preferir la operación de tres aeropuertos en lugar de uno, es que tanto el AICM como Santa Lucía tienen vida útil, por lo que desecharlos significaría el desperdicio de recursos públicos.

Además, Riobóo y Samaniego apuntan como otro punto a favor del desarrollo del sistema aeroportuario que no habría problemas con los pobladores ubicados en la zona de Santa Lucía —como ocurrió con Atenco—, hecho que podría cambiar, pues pobladores de algunos municipios circundantes han alertado sobre problemas que podrían tener si se transforma la Base Militar en un aeropuerto civil.

El desarrollo de su idea nunca incluyó estudios aeronáuticos de ningún tipo y solo se trató como un tema de infraestructura.

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