Van por el Estado 32
Las voluntades de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera Espinosa, presidente de la República y jefe de gobierno electos, respectivamente, son el eje fundamental para sacar adelante la transformación del Distrito Federal a través de la Reforma Política.
Esta vez, el esfuerzo parece que va en serio. A días de asumir el cargo, el ex procurador capitalino sumó fuerzas de los diferentes partidos, PRD, PRI y PAN y de los personajes que los representan en las Cámaras en este capítulo de seis años que apenas comienza a escribirse.
Icela Lagunas
Las voluntades de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera Espinosa, presidente de la República y jefe de gobierno electos, respectivamente, son el eje fundamental para sacar adelante la transformación del Distrito Federal a través de la Reforma Política.
Esta vez, el esfuerzo parece que va en serio. A días de asumir el cargo, el ex procurador capitalino sumó fuerzas de los diferentes partidos, PRD, PRI y PAN y de los personajes que los representan en las Cámaras en este capítulo de seis años que apenas comienza a escribirse.
Un día previo a esta reunión para presentar el proyecto de reforma política para la capital, en el Senado de la República se canceló una reunión de la Comisión para el Distrito Federal, que preside Mario Delgado, para hablar del tema.
A diferencia del fallido intento que el actual jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard Casaubón hizo por lograr la reforma política en la recta final de su administración, Mancera Espinosa aborda el tema incluso antes de asumir el cargo.
Cuando Marcelo intentó discutir el tema de la reforma política se quejó del trato injusto que la Federación da a la Ciudad de México pese a que ésta es sede de los tres poderes: desde la ciudad gobierna el presidente, funciona el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia.
Incluso, se quejaba de que la Ciudad de México tenía menos capacidades que el resto de los Estados de la República.
Razón por la cual, se habló del tema como la creación del “Estado 32” de México y lo que ello implica, su propia Constitución.
Pero Ebrard se topó con la panista Gabriela Cuevas Barrón, en la Comisión del DF en la Cámara de Diputados, una de las principales detractoras de los gobiernos perredistas del Gobierno del Distrito Federal.
Luego se encontró con la priista María de los Ángeles Moreno, titular de la misma Comisión del DF en el Senado de la República.
Y aunque Marcelo se reunió con dirigentes de partidos políticos, legisladores locales, federales, magistrados y representantes de diversos organismos para presentar la iniciativa que busca reconocer a la ciudad de México como entidad soberana, con jurisdicción propia, no logró nada.
El intento jamás prosperó. Y se empantanó en medio de acusaciones mutuas por la falta de interés de los principales actores.
El proyecto de lograr la reforma política para el Distrito Federal tiene mucho fondo e implica grandes transformaciones para que la capital reciba un trato distinto, tarea que requiere de mucho tiempo y negociaciones con las distintas fuerzas, no solo de la ciudad, sino del país.
Hoy por fin parece que la mesa está puesta. Enrique Peña Nieto será uno de los personajes clave para que esto pueda hacerse realidad. Mancera, mientras tanto, hace lo propio y comenzó con el pie derecho, reuniendo con éxito a propios y extraños para comenzar el gran debate.
¿Se dará o no el paso para modificar el artículo 122 de la Constitución a fin de que se reconozca a la Ciudad de México como una entidad con derechos plenos e iguales al resto de las entidades y además con el peso de ser la capital de la República? La decisión va más allá de las simpatías y de la aparente buena relación que hoy parecen tener Peña y Mancera.