Los habitantes de la Merced se sienten orgullosos porque su barrio refleja unión y solidaridad para enfrentar la pandemia de Covid-19.
“Creo que tenemos una identidad y estamos orgullosos de ser de la Merced, las personas se sienten apropiadas y son muy unidos, saltan por cualquier cosa. Es un barrio de verdad”, dice José Luis Roca, habitante de la Merced y propietario del Café Bagdad.
Conformada por 54 manzanas, en el perímetro B del Centro Histórico, la Merced actualmente es de los principales centros de abasto minorista de abarrotes, cárnicos, herramientas, refacciones, papelería y artículos de primera necesidad.
Antes de que se abriera la Central de Abasto en el oriente de la capital en 1983, era la zona más importante para la actividad comercial de la ciudad.
La “meche”, como la llaman sus habitantes, también es reconocida por su arquitectura que data desde la época colonial, como la capilla del Señor de la Humildad en la calle de Manzanares, fundada por Hernán Cortés a principios del siglo XVI.
Sus habitantes son conscientes de toda la historia que representa y con el apego que le tienen, han decidido sacar adelante al barrio en esta contingencia sanitaria, juntando alimentos y dándolos a quienes más los necesitan.
Valeria Reyes, integrante del colectivo Merced Barrio Chido, cuenta que los seis integrantes de la organización coincidieron en que la mejor manera de enfrentar la pandemia, por la que se recomienda confinamiento y aislamiento, es la cohesión social.
La mujer detalla que desde que se declaró el inicio de la fase 2 de la emergencia por Covid-19 y se ordenó la suspensión de negocios no esenciales el 31 de marzo pasado, muchos negocios cerraron.
Como las papelerías de Regina y Mesones; los expendios de chiles y conservas en Santo Tomás; así como las tiendas donde venden ropa para figuras religiosas en el callejón de Talavera.
En consecuencia, sus trabajadores perdieron su fuente de ingresos.
Datos dados a conocer el 25 de mayo por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, indican que por la contingencia sanitarianse han perdido 150 mil empleos en este 2020.
“Apoyamos a personas de la tercera edad que siguen chambeando en la Merced, gente con discapacidad y desempleados que viven al día y donamos a granel al comedor comunitario para la gente de la Iglesia de la Soledad”, explica Valeria.
La Plaza de la Aguilita
Cada jueves desde el 7 de mayo, el colectivo Merced Barrio Chido se reúne en la Plaza de la Aguilita, entre Regina y Mesones, para recolectar los víveres y a entregar comidas gratuitas para quienes lo necesitan.
A las 11 de la mañana, con el sol en esplendor, Valeria comienza a marcar en el piso con cinta unas equis, que sirven para que la gente que llegue a comer guarde la sana distancia a la hora de donar o ir por un alimento caliente.
La Plaza de la Aguilita es especial: una placa colocada en la fachada del Café Bagdad afirma que ahí fue donde los Aztecas encontraron un águila parada en un nopal devorando una serpiente y por ello decidieron fundar ahí México Tenochtitlán.
Valeria no vive en el barrio, es originaria de la colonia Moctezuma a tres estaciones distancia del Metro La Merced.
No obstante, tiene más apego por el barrio donde creció y le ha dado de comer a su familia durante 70 años.
“Mi abuela fue fundadora del Mercado de Flores de la Merced y no conozco mucha gente de mi colonia porque casi toda mi vida he estado aquí”, dice.
Alrededor de las 12 del día, empiezan a llegar los primeros productos al acopio: aceite, leche, arroz y lentejas.
También salen un par de ollas del Café Bagdad con arroz y carne, para que el colectivo ofrezca comida a las personas que aún siguen trabajando pese a la pandemia o para gente que vive en situación de calle.
Desde que se colocó el centro de acopio en la Plaza de la Aguilita, que tiene dos grandes macetones con los escudos patrios, los colonos de la Merced han donado víveres para hacer 65 despensas, donar 100 kilos de legumbres y arroz a la Iglesia de la Soledad y dar más de 100 comidas.
El sentimiento de ayudar en la Merced
A la 1 de la tarde comienzan a llegar las personas a comer dos tacos de arroz con carne frente al Café Bagdad.
La mayoría lo toma y se va comiendo, no sin antes dar las gracias.
Desde niños hasta adultos mayores llegan.
José Luis Roca, propietario del café, les pide a los comensales que tomen la sana distancia y les da gel antibacterial.
El joven afirma que nunca antes había preparado alimentos para donar a personas que no tienen la posibilidad de comer y ahora está conmovido por la experiencia.
“Jamás había dado comida para la gente. Ver cómo agradece y más porque no te quita nada dar algo, es algo muy fuerte”, menciona.
Para José Luis lo más importante de su barrio es la vocación trabajadora, de gente que sabe vender y ganarse el sustento día a día.
“Es un barrio en el que la gente se siente orgullosa, sabe vender y sabe trabajar. Los de aquí nacen y saben vender. Es triste que en este momento no puedan llevar a cabo su principal actividad pero aún así buscan la forma de salir adelante y tener sustento todos los días”, dice.