María Luisa Fernández de Pla ofreció la cochera de su casa para que personas de la tercera edad elaboraran adornos navideños. Luego crearon otro tipo de productos porque sus necesidades económicas trascendieron la época decembrina.
Fue en 1968 cuando “Maruca” Fernández de Pla fundó “Los sesenta, ancianos que producen”. Se trata de una institución de asistencia privada que brinda terapia ocupacional remunerada a adultos mayores bajo el lema “por una vejez digna y feliz”.
En los talleres hay una placa que reconoce a Fernández de Pla. “El esfuerzo y la generosidad de quien ama al anciano hizo realidad esta obra”, dice la pared frente a la que trabaja Ramón.
El hombre de 84 años coloca etiquetas a decenas de baberos. Espera seguir trabajando mucho tiempo más en la institución porque asegura que en casa siempre hay un pendiente por costear.
“Le pongo mucho empeño, dedicación y gusto por hacer las cosas, por colaborar con la institución que es una magnífica empresa y para estar para servirles a los compañeros del trabajo, para ayudarles”, dice en entrevista con Reporte Índigo.
A un lado, Gabriela María del Pilar Gómez acomoda con amor, el ingrediente principal de su trabajo, las batas para preescolar que ella misma cosió. Tiene 72 años y desde hace tres forma parte de “Los sesenta, ancianos que producen”.
“Me gusta mucho el trabajo, la costura y me siento muy orgullosa de pertenecer a esta empresa porque ya no nos dan trabajo. La verdad yo me siento muy contenta de estar aquí”, menciona en entrevista con este medio.
Su mamá era costurera y le enseñó este oficio al que se dedica desde que tenía 30 años. Trabajaba haciendo bolsas para dama pero se enfermó y esta institución le dio la oportunidad de reincorporarse al mercado laboral.
“En Facebook una de mis sobrinas que vive en Chicago invitó a la gente a que venga aquí a comprar. Me dio mucho gusto saber que mi familia que no reside aquí en México esté al tanto de esto. Los precios son accesibles, vean el trabajo que nosotras hacemos como personas adultas”, señala Gómez.
“Los sesenta, ancianos que producen” se encuentra en la Ciudad de México, la entidad que, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), tiene el índice de envejecimiento más alto del país (90 adultos mayores por cada 100 niñas y niños con menos de 15 años). En la calle Leonardo Da Vinci 185 están las oficinas, la tienda y los talleres.
“La tienda está abierta lunes, miércoles y viernes de diez a dos de la tarde y tenemos artículos para bebés, para la cocina, juegos de baño, cosmetiqueras, monederos, todo es hecho por adultos mayores con una calidad alta y el dinero sirve para que los abuelitos sigan trabajando”, dice Claudia Camel, de 49 años de edad, quien apoya en las ventas porque su mamá y su abuela trabajaban como costureras en la institución.
Terapia ocupacional remunerada
“Los sesenta, ancianos que producen” es una institución privada que se encarga de elaborar artículos de tela. Son 30 adultas y adultos mayores que forman parte de los talleres de corte o de costura.
Miguel Arturo Castro tiene 64 años de edad y siete de pertenecer al taller de corte. Se encarga de trazar las piezas de tela a mano y a máquina y de dejarlas listas para la costura.
“El amor viene en este oficio, no porque ya estemos en el ocaso de la carrera vamos a hacer tonterías, todo se hace bien”, cuenta en entrevista.
El señor se ha dedicado desde los 15 años de edad a la industria del vestido. En “Los sesenta, ancianos que producen” pone en práctica la experiencia adquirida desde hace décadas pero también ha obtenido nuevos conocimientos.
La institución cumple con el artículo 5 fracción V de la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores que establece que la población adulta mayor debe tener igualdad de oportunidades en el acceso al trabajo o de otras opciones que les permitan un ingreso propio y desempeñarse en forma productiva tanto tiempo como lo deseen.
“Mis hermanos, son menores, me han dicho que ya no trabaje, pero yo creo que cuando está uno bien físicamente hay que seguir. Afortunadamente, no soy enfermizo ni nada”, argumenta.
“Los sesenta, ancianos que producen” se sostiene de las ventas de los productos de tela y de los pedidos especiales de las empresas. Pero también recibe donaciones de tela o mercería para continuar su labor
“Ha dado mucho, por la pandemia ha bajado pero hace tiempo era una institución muy productiva y siempre se ha mantenido a flote”, comenta Adela Martínez, costurera de 60 años que forma parte de “Los sesenta, ancianos que producen” desde hace siete.
Su trabajo es presencial porque se dedica a las costuras que urgen. El resto de quienes integran este taller trabaja desde casa.
“Para mí es mi segunda casa porque paso mucho tiempo aquí, trato de llevarme muy bien con todos, de estar a gusto. Siempre trata uno de trabajar en la mejor convivencia, de apoyar cuando se necesita”, platica.
Quienes integran la institución, coinciden en que una vejez digna y feliz implica valorar la experiencia de las personas adultas mayores.
“Yo lo único que les puedo decir a las personas mayores es que busquen en qué ocuparse, sí se puede, hay personas mucho más grandes que siguen laborando. Hay personas muy productivas que saben mucho y es bueno que lo compartan”, señala Martínez.
¡Ponte en contacto!
“Los sesenta, ancianos que producen” tiene los siguientes medios de comunicación:
•Página web: sesentaancianosqueproducen.com
•Correo electrónico: sesenta_iap@hotmail.com
•Teléfono: 55 27 37 23 26
•Facebook: Los 60 I.A.P “Ancianos que Producen“