Una gran fiesta en amarillo

Al punto de las cuatro quince de la tarde, una ronda de aplausos que superó los tres minutos le dieron la bienvenida a la urna que contenía las cenizas del padre del “realismo mágico”.

El cortejo que llevaba en manos los restos del escritor y periodista colombiano descansó al pie de la escalera central del Palacio de Bellas Artes. 

Al fondo colgaba una imagen que develaba el rostro cansado pero sonriente de Gabriel García Márquez con una frase del autor: “La vida no es la que uno vivió, si no la que uno recuerda y cómo la recuerda para contar”.  

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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"El más colombiano de los colombianos, sigue vivo. Qué privilegio llamar compatriota al hombre que imaginó a Macondo"
Juan Manuel SantosPresidente de Colombia
"En México encontró espacio y oportunidad para encontrar su vocación. Para orgullo de México, nuestro país era el segundo hogar de Gabo"
Enrique Peña NietoPresidente de México
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Al punto de las cuatro quince de la tarde, una ronda de aplausos que superó los tres minutos le dieron la bienvenida a la urna que contenía las cenizas del padre del “realismo mágico”.

El cortejo que llevaba en manos los restos del escritor y periodista colombiano descansó al pie de la escalera central del Palacio de Bellas Artes. 

Al fondo colgaba una imagen que develaba el rostro cansado pero sonriente de Gabriel García Márquez con una frase del autor: “La vida no es la que uno vivió, si no la que uno recuerda y cómo la recuerda para contar”.  

La viuda de García Márquez, Mercedes Barcha, entró acompañada de sus dos hijos Gonzalo y Rodrigo quienes realizaron la primer guardia de honor.

Adentro, el aire que se respiraba era de respeto y reconocimiento. Pero afuera, el funeral tuvo un tono de fiesta.

Al homenaje se sumaron miles de seguidores y lectores de Gabo que desde temprano rodearon el recinto en el centro de la Ciudad de México. Al poco tiempo las filas para entrar rodeaban la Alameda Central.

Fiesta de la gente

Cientos de mexicanos lograron ingresar al Palacio de Bellas Artes para dar su ultimo adiós al autor de “Cien años de soledad”.

Mariposas y flores amarillas fueron el paisaje que sus más fieles admiradores pintaron para despedir al colombiano. El magno evento se convirtió en una fiesta de la gente, del pueblo que lo leía y se identificaba con él y sus personajes. 

Pronto sus más cercanos amigos y colaboradores fueron llegando. 

Intelectuales como Héctor Aguilar Camín y su esposa, la escritora Ángeles Mastretta, periodistas de renombre como Jacobo Zabludovsky, funcionarios y amigos cercanos del colombiano ocuparon las primeras filas que resguardaron los restos del escritor.

La pieza clásica de Schubert “Opus 125” fue interpretada por una orquesta de cámara y un cuarteto de cuerdas para recibir la urna del difunto. 

Desde ese momento la música no cesó, siendo interrumpida solo por diversos grupos de música tradicional colombiana tocando vallenato, el ritmo favorito del creador de “Amor en tiempos del cólera”. 

La presencia de figuras del ámbito político también hicieron acto de presencia. Llegaron a Bellas Artes Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís y Mariana Gómez del Campo. También acudió el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera.

Pero sin duda una de las visitas más importantes fue la del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien junto a su homólogo, Enrique Peña Nieto, y miembros del gabinete dieron el último adiós a un célebre mexicano por elección. 

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