Un poeta de Coyoacán que es como los pájaros

Pese al inicio de la fase 3 de la pandemia, la más crítica, un artista callejero sigue saliendo a las calles del centro de Coyoacán a ganarse la vida y enfrenta la crisis con una actitud optimista
David Martínez David Martínez Publicado el
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Bardo es un poeta de Coyoacán que es como los pájaros, obtiene lo que necesita para comer y regresa a su nido.

Los poemas y los dibujos de este artista callejero de Coyoacán son su forma de liberarse y también de llevar el sustento diario a su hogar durante esta contingencia.

La fase 3 de la pandemia por el coronavirus en la capital y en el país fue decretada el pasado 21 de abril por las autoridades federales, lo que significa que México inicia la etapa de mayor número de contagios y de ocupación hospitalaria por el Covid-19.

Por ello, las calles de la Ciudad de México cada vez se ven más vacías ante la suspensión de actividades como las clases en escuelas desde el 23 de marzo y de comercios no esenciales desde el 31 del mismo mes.

Coyoacán no es la excepción, su plaza principal está cercada por cinta policial.

Frente a la sede de la alcaldía apenas hay dos elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y algunas personas que compran pollo rostizado en un establecimiento.

De los árboles del Jardín Hidalgo cuelgan lonas que llaman a la población a quedarse en casa. La Fuente de Los Coyotes, símbolo de la alcaldía, sigue funcionando sin que nadie la aprecie.

Esos sitios que en noviembre y diciembre o los días domingo se llenan de visitantes, de vendedores, de artistas callejeros, este 21 de abril estaban vacíos.

En el portal electrónico y en las redes sociales de la alcaldía, se presume que el centro de Coyoacán es el segundo lugar más visitado de la Ciudad de México después del Centro Histórico en la Alcaldía Cuauhtémoc.

La mayor parte de las calles aledañas al Jardín Hidalgo están vacías, solo se ven a unas pocas señoras con cubrebocas que pasean a su perro, repartidores de comida o gente con bolsas de mercado.

Caminando por la calle Ignacio Allende, un personaje irrumpe el silencio provocado por el aislamiento social.

¿Quiere un dibujo?

Su cara con una sonrisa contrasta con la de los pocos caminantes que llevan cubrebocas y con tres personas que están sentadas frente a una cafetería cerrada.

A la altura de una de las sucursales del famoso Café El Jarocho, el hombre con canas, y de estatura media, carga papel y plumas ofreciendo un dibujo.

“¿Un dibujo, quiere un dibujo?”, va diciendo sin guardar la sana distancia de un metro y medio entre una persona y otra, la recomendación principal de la Secretaría de Salud federal para evitar contagios. 

Se trata de Melitón, como se autodenomina artísticamente y también afirma que le llaman Bardo.

El artista toma sus plumas, lápices y saca un pedazo de papel mientras empieza a contar su vida y cómo ha sobrellevado la crisis sanitaria.

Afirma que él es alguien al servicio de la gente y hace énfasis en que puede hablar mientras dibuja.

Hay un lado positivo, dice el poeta Bardo

En esta pandemia, Bardo ve el lado positivo, Coyoacán está en tranquilidad. Eso le gusta porque significa estar más en contacto con la naturaleza, la arquitectura colonial de la zona y puede escuchar a los pájaros.

“Coyoacán es un paraíso, justo en lo que estamos viviendo, me gusta, el aire rústico de un pueblo”, declara.

Mientras dibuja, cuenta que también le agrada el centro de la alcaldía porque ahí vivió Frida Kahlo.

En la calle de Londres 247 está la famosa Casa Azul de la pintora moderna, quien fue maestra de Bardo, el pintor Antonio Tovar.

A sus 54 años, Bardo relata que estudió el arte de la pintura en el Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBAL) y fue maestro durante 30 años. 

Actualmente dibuja a los pocos visitantes de Coyoacán a cambio de 100 o 300 pesos para poder llevar sustento a la casa. 

Al igual que 31 millones de mexicanos de las ciudades del país, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación (ENOE) 2019 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el poeta y dibujante no cuenta con seguro social ni un salario fijo.

“Yo de esto como, vivo, pago una renta, mantengo dos perritos y dos mujeres… Mi hija y la mamá de mi hija”, dice.

No habla de que esté en crisis su oficio o le haya costado trabajo últimamente obtener ingresos por la pandemia que provocó una reducción de visitantes, prefiere agradecer porque sigue haciendo un dibujo diario pese a la crisis sanitaria.

Confiesa que el arte, como declamar y dibujar, le ha ayudado a sobrellevar la crisis.

“Es una forma de canalizar nuestras emociones”, explica el también poeta.

El miedo es la verdadera prisión

Al parecer del artista, las personas tienen mucho miedo y pánico. Considera que esas emociones están dominando a la gente.

“La sociedad está muy asustada, muy agresiva, difiero de ellos porque la pandemia se convirtió en pánico”, afirma.

Cree que hay que “dejar fluir” las cosas, que la naturaleza avance y la pandemia termine.

Señala que no es un escéptico que piensa que no existe el coronavirus, no obstante, opina que el miedo está siendo la prisión de los mexicanos.

“Es cierto que existe la enfermedad y hay que dejar que las cosas fluyan, que el viento sople. La naturaleza es sabia y hay que escuchar el viento, escuchar su música”, expresa.

Bardo explica que él no es presa del miedo y sí tiene cuidado en las medidas de higiene y tampoco se expone sin razón… porque es como los pájaros.

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