UdeG: la reforma estatutaria acotada
El Consejo General Universitario de la UdeG aprobó una reforma estatutaria para fortalecer la generación de investigación e innovaciones, sin embargo, no incluye ningún cambio para democratizar su régimen interior que ha estado en manos del mismo grupo político por más de 30 años
Luis HerreraLa Universidad de Guadalajara (UdeG) aprobó recientemente una reforma a su Estatuto General para colocarla a la altura de los “retos globales” que se viven en la actualidad, no obstante no tomaron en cuenta la exigencia de la comunidad universitaria de democratizar su régimen interior.
Los cambios promovidos por el rector general, Ricardo Villanueva Lomelí, pretenden fortalecer la función de la UdeG como una plataforma para la investigación y generación de innovaciones, además de vigorizar la red de centros de estudio de la institución.
Sobre la creación de la Coordinación General de Investigación (CGI), el rector aseveró que era necesaria.
“La investigación en esta Universidad, con el gran avance que hemos tenido en los últimos 25 años, ya merecía ser considerada con una dirección de primer nivel, para asumir los nuevos retos de la investigación como la transferencia de tecnología y la transferencia social”.
Estos cambios en la estructura universitaria fueron presentados como una transformación profunda de la UdeG “mirando hacia el futuro”, sin embargo, el dictamen que los avaló, aprobado este 28 de febrero, no alude en ningún momento a los actuales vientos de democratización que soplan en México y que están alcanzando a las universidades públicas del país.
La palabra “democracia” y sus derivados, de hecho, no aparecen ni una sola vez en todo el cuerpo del dictamen que aprobó el Consejo General Universitario para reformar a la casa de estudios a pesar de que sí se reconoce que persiste un régimen interior centralizado al que le pasan de largo las carencias de los centros universitarios.
“La administración central se percibe por parte de la comunidad como una estructura obesa, centralizada y lenta, que no observa las profundas asimetrías que existen en los centros educativos de todos los niveles, respecto de las carencias en sus instalaciones, así como la insuficiencia de personal académico y administrativo”, dice el dictamen.
Barbas a remojar
La ausencia de formas de gobierno democráticas al frente de las universidades públicas de México es un tema que está ganando espacio en la agenda del país gradualmente, sin embargo, la rectoría de Villanueva Lomelí optó por eludir la problemática, por lo que su reforma no toca la manera en que se conduce el destino de la UdeG.
Hace solo unas semanas fue presentada ante la Cámara de Diputados una iniciativa de Morena que causaría gran polémica, y que busca reformar la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para que la elección del rector deje de ser cupular, y se abra a la la comunidad universitaria.
Aunque la iniciativa levantó ámpula, las críticas que se hacen a la UNAM en ese planteamiento son aplicables a la UdeG, donde un solo grupo político ha tenido el control de la casa de estudios por más de 30 años ininterrumpidos: el cual lidera el exrector, Raúl Padilla López desde 1989.
“Durante décadas México se caracterizó por tener un régimen político autoritario y con la figura de un partido hegemónico que todo lo controlaba (…) En el caso de las instituciones públicas no era diferente. Estaban diseñadas bajo estructuras verticales, unilaterales y pensadas para que la toma de decisiones fuera monopolio de unos cuantos y que pudieran hacer y deshacer de forma que no tuvieran que rendirle cuentas a nadie”, dice la iniciativa de Miguel Ángel Jáuregui Montes de Oca.
Además acusa que las instituciones en México durante mucho tiempo fueron pensadas precisamente para que fueran estructuras elitistas y cerradas, donde quienes las encabezaban tenían el poder suficiente para dejar de lado las demandas sociales legítimas, pero que no estaban alineadas al propio sistema y que en muchas ocasiones eran críticas de esas formas de organización cerrada y opaca, que no rendía cuentas a nadie, más que a quienes estaban por encima de ellas.
Esa iniciativa pretendía “democratizar las formas de gobierno de la Universidad”, haciendo que la elección del rector ya no fuera decisión de la Junta de Gobierno sino resultado de una elección “por medio de voto libre y secreto por parte de la comunidad universitaria, a través de un proceso electoral competitivo, equitativo y transparente”.
El 3 de enero pasado, cuando se le preguntó al presidente Andrés Manuel López Obrador sobre las irregularidades de los gobernadores, dijo: “Es lo mismo en las universidades. A los maestros les pagan poco, pero los de arriba se exceden, hay mala administración en varias universidades, universidades dominadas por caciques (…) eventos con gastos pagados, viáticos, vienen de todo el mundo, congresos, seminarios, viajes. No hay control de nada”.
Los cambios en la UdeG
Entre los objetivos que la UdeG espera alcanzar con su reciente reforma estatutaria destaca el de concretar “el modelo de universidad que se requiere para enfrentar los retos globales con un horizonte de mediano y largo plazo”.
A decir de la institución, los cambios aprobados también permitirán “propiciar el adelgazamiento de la administración general y el fortalecimiento de la red universitaria”, así como “la disminución de las asimetrías de ésta”.
Con la reforma se creó también una Coordinación de Innovación Educativa y Calidad (CIEC) y el Sistema Universitario de Bibliotecas, cambios que además de reestructurar las áreas, dieron lugar a las siguientes modificaciones:
La Coordinación General Académica se transformó en la Coordinación General Académica y de Innovación; la Coordinación General de Extensión ahora es de Extensión y Difusión Cultural; la Coordinación General Administrativa cambió a Coordinación General de Servicios Administrativos e Infraestructura Tecnológica; y la Coordinación General de Planeación y Desarrollo Institucional será ahora de Planeación y Evaluación.