Tras sismo, cientos de capitalinos pasaron la noche en la calle con fogatas

Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Enmarcado por un ambiente lúgubre por la falta de luz en muchas colonias de Coyoacán y Tlalpan, transcurrió la noche en el sur de la ciudad, donde el silencio absoluto y el canto de los grillos se acompasó con el murmullo de la gente que trasnochó en sus vehículos o afuera de su casa por temor a una réplica.

Y es que en cuanto cayó la noche, la gente que había estado a la espera de que regresara el servicio eléctrico se percató en su mayoría que no había comido, por lo que comenzaron a buscar de manera desesperada dónde comprar víveres para cenar.

Sin embargo, la mayoría de los grandes centros comerciales que caracterizan a la zona de Coapa se hallaban cerrados, por lo que las tienditas y los Oxxos se convirtieron en los oasis que ayudaron a abastecerse a las familias que a partir de las 20:00 horas comenzaron a saturar estos locales.

Ejemplo de ello fueron las panificadoras La Esperanza, como las ubicadas en calzada del Hueso y Sauzales o en calzada de los Tenorios, las cuales mostraban pocas piezas de pan debido a que habían recibido instrucciones de apagar sus hornos por el olor a gas.

“Lo sentimos, no vamos a hornear más pan. Solo el que está en los anaqueles y hasta mañana, si nos lo permiten, volveremos a hornear”, nos comenta amablemente una de las empleadas tratando de calmar a la gente que, molesta, reclama por la falta de más pan.

Lo mismo ocurrió en muchas tienditas, donde incluso el agua, el pan, las galletas se acabaron desde las 17:00 horas de ayer, en particular las que rodean la zona de Calzada de Las Brujas, ya que mucha gente arrasó con esa mercancía para llevar apoyo a quienes trabajan para rescatar a los niños atrapados en el colegio Enrique Rébsamen.

Ni siquiera las farmacias que abren 24 horas se salvaron, pues a pesar de haber pasado la medianoche no paraban de atender las filas que se formaban para comprar medicamentos, vendas, cubre bocas, agua, electrolitos para ayudar a los que trabajaban también para rescatar a la gente atrapada en los edificios frente a un supermercado ubicado en Miramontes.

En cuanto a la gente de la zona, la mayoría continuaba recorriendo las calles a pie llegando del trabajo a casa, mientras que en las zonas donde no había luz, la gente se agrupaba para conversar sentadas como en un campamento en espera de que volviera el servicio eléctrico.

Tampoco faltó la gente que temerosa de una réplica nocturna se resguardó en sus vehículos para dormitar mientras escuchaban la radio o cargaban sus celulares, ya que no había otra forma de hacerlo ante la falta de electricidad.

Incluso hubo quienes acondicionaron sus camionetas, cubriendo las ventanas con cobijas, a manera de cortinas, para que los niños pudieran dormir, mientras los padres conversaban con sus vecinos afuera de sus vehículos en un espectáculo poco común.

Bien dicen que difícilmente soportarías la adversidad si no tuvieras un amigo que sufriese por ti más que tú mismo, y el sismo de alguna manera sirvió para unir a vecinos que difícilmente se hubieran hablado de otra manera.

Así lo vivieron varios edificios de las unidades habitacionales CTM donde la gente incluso se apresuró a comprar víveres y compartir mientras esperaban a que se restablecieran los servicios, generando nuevas amistades y fortaleciendo las que ya se habían perdido.

Incluso familias que tenían tiempo de no verse se reunieron a pesar de que no había luz, como doña Rocío, quien en su casa tenía luz y agua, pero decidió pasar la noche con su mamá en la CTM-10, donde no hubo servicio eléctrico ni de agua sino hasta las 5:45 de la mañana.

Al transcurrir la noche, la gente comienza a reanudar su vida, con algo de incertidumbre, pues sin saber qué esperar cientos de citadinos comienzan a salir a la calle para disponerse a ir a trabajar.

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