La transición de monedas a tarjetas de peaje como método de pago en el transporte público debe concretarse como una medida post COVID-19 para reducir riesgos de contagio, afirman especialistas.
Fuentes médicas consultadas aseguran que esta acción podría ayudar a combatir la pandemia de COVID-19, pues disminuye el contacto entre personas y el intercambio de monedas que pasan de una mano a otra, lo que contribuye a la propagación de microorganismos como bacterias y virus.
A la fecha, la detención parcial de actividades de la Secretaría de Movilidad (Semovi) y las prioridades médicas por la pandemia han frenado este proceso, principalmente en el transporte concesionado como los microbuses, aseguran expertos.
En octubre de 2019, como parte de la modernización del transporte público, se anunció la nueva tarjeta del Sistema de Movilidad Integrada (SMI) para el Metro, Metrobús, Sistema de Transportes Eléctricos (STE), la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) y, en cuanto esté concluido, el Cablebús.
En ese entonces se informó que las 193 unidades nuevas de Trolebús del STE adquiridas ya contaban con lector de tarjeta, al igual que las 111 de RTP.
Además, se dio a conocer la compra de mil 200 validadores para el plástico con la tecnología Calypso y 250 máquinas de recarga.
Se esperaba que para junio de este 2020 comenzará a aplicarse este método de pago en el transporte público concesionado como los autobuses de los corredores y los microbuses.
Tarjeta reduce riesgo de contagio
El académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Carlos Alberto Pantoja Meléndez, asegura que acelerar la transición de modo de pago ayudaría a controlar los contagios en el transporte público, considerado por las autoridades como un espacio de riesgo alto por la aglomeración de usuarios.
Aunque diversas fuentes, como la Secretaría de Salud federal y la UNAM, señalan que tanto en el plástico como en el acero la permanencia del COVID-19 es de hasta 72 horas, la tarjeta disminuye el contacto entre una persona y otra, y también contribuye a mantener una distancia que evite contagios, afirma Pantoja Meléndez.
Por ejemplo, en el Metro se puede recargar la tarjeta con saldo en máquinas o con la taquillera y realizar varios viajes sin volver a intercambiar dinero.
En cambio, cada vez que alguien aborda un microbús tiene que entregar dinero al operador y, si es necesario, recibir el cambio del pasaje.
El especialista incluso dice que pagar el peaje del transporte con tarjeta es más seguro que hacer compras con plásticos bancarios.
“Hay que decir que los métodos de pago por tarjeta y electrónicos son la mejor opción en la nueva normalidad. Excepto cuando se trata de las terminales, donde tienes que teclear tu nip”, señala.
Por ello, indica que de implementarse dicha medida en el transporte concesionado sería un auxiliar importante para enfrentar la pandemia.
“Creo que todo ayuda, este tipo de medidas son auxiliares para evitar contagios. No van a resolver la situación completamente, pero sí van a ayudar mucho”, dice.
Actualmente, la Ciudad de México es la entidad más afectada por la contingencia sanitaria al acumular 90 mil casos del nuevo coronavirus.
Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha descartado ni confirmado que el dinero sea un transmisor de COVID-19.
No obstante, en marzo pasado recomendó a la población lavarse las manos después de manipular efectivo, especialmente si ingerían alimentos después de tocarlo, como una medida de higiene.
No es prioridad tarjeta de transporte
Víctor Alvarado, especialista en movilidad del Instituto Politécnico Nacional (IPN), indica que a pesar de que no hay evidencia científica de que cambiar monedas por tarjetas ayude a reducir contagios, es parte de un proceso de modernización necesario para integrar al transporte público que contribuirá a su mejoramiento en general.
No obstante, las autoridades no han dado continuidad a dicho proyecto por las prioridades de la pandemia y porque no hay voluntad.
“La pandemia ha mostrado ser un catalizador que acelera o retrasa procesos, depende de las prioridades y los esfuerzos que se tenían previamente. Por una parte vemos que se aceleran las cosas y los cambios en el tema médico, pero en otros rubros, como la tarjeta, se atrasan”, dice.
Si las autoridades tuvieran la intención, buscarían la forma de financiar o seguir con la transición, señala.
“¿Cuánto tiempo tardará el cambio de forma de pago en el transporte? Depende de las decisiones del Congreso para la asignación de recursos o de lo que determine el área de finanzas del Gobierno local para otorgar fondos”, menciona.
Otro factor que influye es el número de unidades de transporte público concesionado que se deben adaptar para el pago con plástico.
“Si hacemos cuentas, la Secretaría de Movilidad reportaba en mayo de 2019, 30 mil 233 vehículos de transporte público registrados entre ellos combis, micros y autobuses; de los cuales 24 mil 562 contaban con licencia o tarjetón a noviembre de 2019”, menciona respecto a la cantidad de unidades a las que se deberán colocar la nueva tecnología.
Entonces, el Gobierno podría acelerar e incentivar al corto plazo la transición al financiar del 10 al 50 por ciento el costo de los lectores de tarjeta de las unidades, explica.