Ni las autoridades capitalinas se salvan de ser desfalcadas. En redes sociales existe la venta clandestina de tarjetas del Metro y Metrobús de la Ciudad de México, las cuales se entregan recargadas con el saldo máximo y a un precio inferior al que costarían en taquilla.
El origen de estos plásticos es desconocido pese a que su venta representan un fraude para los sistemas de transporte capitalino. Sin embargo, hombres como mujeres se dedican a venderlos a diestra y siniestra en grupos de mercadeo y mediante publicaciones de venta.
Las tarjetas de prepago son traficadas por mayoreo y menudeo, aunque también hay personas que se dedican a comprarlas sin saldo y con la intención de revenderlas ya con crédito.
Estos plásticos proporcionan acceso al Metro, Metrobús, Tren Ligero y Ecobici. Son ofertados de distintas maneras, sin embargo los anuncios más comunes consisten en una serie de fotografías donde destacan las tarjetas apiladas en forma de abanico sobre superficies planas.
Todas las tarjetas puestas a venta son usadas, algunas tienen un diseño simple mientras que otras pertenecen a ediciones conmemorativas.
Las hay de la nueva Línea 7 del Metrobús, de la figura del Ángel de la Independencia, del 150 aniversario de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, de los 45 años de la creación de la UPIICSA del IPN, así como del retrato de Otto Dix, pintor alemán del que fue montada una exposición hace dos años en el Palacio de Bellas Artes… y la lista sigue.
Ante el amparo que proporcionan Facebook y Twitter, la distribución de los plásticos varía según la ubicación de cada vendedor o vendedora, aunque en teoría es propia de autoridades y sistemas de transporte locales.
El costo también cambia de acuerdo con los ofertantes, mientras que las entregas suelen realizarse en lugares públicos e intermedios para todo aquel interesado que entable contacto “vía Inbox o Whatsapp”. De entre los sitios más solicitados se encuentran estaciones de Metro, Metrobús y también inmediaciones de planteles educativos.
“Vendo tarjetas de Metrobús a $60 y con $120 cargados”, “entregas en Zacatenco todos los días o igual nos ponemos de acuerdo para entregas en tu escuela u otro lugar”, o “sólo pido una tarjeta vacía a cambio y $65”, es como opera este negocio clandestino de tarjetas en redes sociales.
De acuerdo con distintos vendedores consultados vía Facebook, el importe más barato por cada una es de 55 pesos, comprando arriba de 30 piezas e intercambiando los plásticos respectivos, mientras que el precio más caro por unidad se ubica en 85 pesos sin entregar tarjeta alguna, el precio promedio es de los 60 a 70 pesos.
Asimismo, los operadores de este mercado negro que afectan directamente a la recaudación de pago por servicios de transporte público terrestre, avalan su mercancía respecto a posibles bloqueos o montos inferiores: “Garantizada!!! Sin problemas de menos (saldo) o que salga bloqueada”, se puede leer en los anuncios.
Una vez utilizado el saldo con el que la tarjeta es vendida originalmente, los distribuidores refieren que ellos mismos las pueden intercambiar por otra igual: con el monto máximo de saldo, por el precio mínimo establecido y a cambio también de un plástico vacío. En pocas palabras, cualquier usuario o pasajero puede convertirse en cliente de un distribuidor no autorizado.
Transacción clandestina
Tras detectar esta red de comercialización ilícita de tarjetas de la Ciudad de México, Reporte Índigo contactó a una de las vendedoras a través de Messenger de Facebook para conocer el proceso de adquisición y verificar si efectivamente tenían saldo o eran apócrifas.
Luego de acordar el día y la hora de entrega, ésta se realizó al interior de una estación de transborde del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.
Durante el encuentro, la vendedora sacó de su bolso de mano un sobre amarillo donde tenía los plásticos. Cuestionada sobre si las tarjetas también podrían ser recargadas en taquillas del metro y metrobús explicó “sí, sí se pueden recargar ahí… o ya me hablas, me das las vacías y te traigo otras ya llenas”.
“Nada más que te las paso discretamente porque hay muchos policías por aquí”, dijo mientras entregaba de mano a mano el plástico y prestando atención a los uniformados de la estación que se encontraban cerca de la zona del andén.
En cuanto la garantía del producto indicó “igual y si te sale mal o cualquier cosa me dices y se te pueden cambiar sin ningún problema”. Luego de despedirse en un tono cordial, la vendedora desapareció entre usuarios de dicho medio de trasporte.
Posteriormente, la tarjeta fue probada en los torniquetes del Metro y el saldo coincidió con el que se ofrece a través de las redes sociales. El plástico también funcionó de manera correcta en instalaciones de la nueva Línea 7 del Metrobús.
Con un ahorro del casi 50 por ciento por parte de usuarios y un desfalco del 100 por ciento a las arcas del Gobierno central, cualquier persona interesada puede adquirir dichos accesos a través de redes sociales.
Fraude en evolución
En octubre de 2013, el aún entonces Gobierno del Distrito Federal (GDF) homologó el uso de la tarjeta para los transportes de Metro, Metrobús, Tren Ligero y Ecobici.
A mediados de 2014, la Procuraduría capitalina ordenó al Sistema de Transporte Colectivo y Metrobús blindar sus programas de software debido a una detección de clonación de plásticos. No obstante y aunque ambas dependencias invirtieron en la modificación de sus respectivos sistemas, la problemática por desfalco en la recaudación de recursos continúa presente y a través de documentos oficiales.
Con la intención de evitar pérdidas mayores y mitigar el uso de tarjetas ilícitas, durante el mes de octubre de ese mismo año, el monto máximo de saldo en las tarjetas multimodales de la Ciudad de México fue establecido en 120 pesos.