Trabajo sexual: entre la lucha por sus derechos y la crudeza de la calle en CDMX

La Navidad puede ser una festividad con una cara cruda si se es una trabajadora sexual, que pasan las fiestas en las calles, las cantinas o en los cuartos de hotel
José Luis Ramos y Linaloe R. Flores José Luis Ramos y Linaloe R. Flores Publicado el
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En la Ciudad de México (CDMX) elegir el trabajo sexual como una labor conlleva un entorno de discriminación y de distintas violencias que transgreden los derechos humanos de las personas que eligen este camino. Sin embargo, la temporada decembrina no solo es una época en la que se criminaliza este tipo de actividad, sino que también representa noches frías en las calles, o fiestas familiares con secrecía.

“Hay mucha población que se dedica al trabajo sexual que está en condición de calle, y pasan las fiestas así. En el caso de las personas que la pasamos con la familia, también puede ser diverso, están quienes sus familias no saben, es un secreto y se trata de mantener así, o es un secreto que se sabe, y nadie habla de esto”, explicó a Reporte Índigo Monserrat, mejor conocida como Midori, trabajadora sexual desde hace 18 años e integrante de la Alianza Mexicana de Trabajadoras Sexuales (Amets).

Midori se inició en el trabajo sexual en una casa de citas por complicaciones en su seno familiar; no obstante, fue hace ocho años cuando decidió dedicarse de lleno a esta actividad, de la que hoy es una referente en la lucha por el reconocimiento de los derechos de los y las trabajadoras sexuales de la capital, así como de la búsqueda del reconocimiento de su labor como trabajo.

Para la también activista, las temporadas decembrinas tienen dos caras para las trabajadoras sexuales, mientras para algunas significa abrazar la vida en la calle; para otras como en muchos otros rubros, es bonanza laboral. “Sí son temporadas altas, entre que el trabajo se relaja en la oficina, la gente tiene más chance y hay dinero”, señaló.

Trabajo sexual también es trabajo

En la CDMX, el trabajo sexual está presente en las 16 alcaldías, pero en demarcaciones como Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Benito Juárez e Iztapalapa es más notoria su actividad. A pesar de que actualmente las formas de trabajo sexual se han expandido a actividades que van más allá del contacto físico como el cibersexo y la venta de contenido erótico y sexual a través de plataformas como OnlyFans, Patreon y redes sociales como WhatsApp y Telegram, la idea de que el trabajo sexual no es un trabajo es uno de los principales estigmas con los que cargan quienes se dedican a esta labor.

“Cuando se habló de que iba a bajar todo ese tipo de contenido de OnlyFans, yo leía los comentarios y era como ‘ahora sí se van a conseguir un trabajo de verdad’. Creo que el estigma más grande es justo ese, el pensar que lo que hacemos no tiene ningún tipo de valor, que no se requiere ningún tipo de preparación o de talento o una conciencia sobre lo que hacemos”, detalló la integrante de la Amets.

Para muchas personas el trabajo sexual se presenta como una opción para acceder a una forma digna de vida y sacar adelante a sus familias.

Sin embargo, también existe un colectivo que llegó a esta actividad por trata de personas con fines de explotación sexual. “Sí hay personas que llegaron de mala forma precisamente a trabajar, porque las hicieron desempeñar esta tarea y, de alguna manera, lo vieron como de ‘ya es algo’, o sea, como, que ‘ya estoy aquí, ya lo voy a hacer’, suena un poco más a resignación”, indicó Midori.

Aunque no todos los que desempeñan esta actividad lo hicieron de manera voluntaria o forzada, la idea de ligarlo a un ilícito aumenta el estigma que criminaliza a los y las trabajadoras sexuales. En este sentido, la integrante de la Amets considera que factores como la autonomía de horarios influye en la elección de quedarse, pero aclaró que el estigma se mantiene presente.

No es falta administrativa

De acuerdo con la última actualización de la encuesta “Trabajo sexual, derechos y no discriminación“, elaborada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México, entre las violencias a las que están expuestas las trabajadoras sexuales figuran la extorsión, se les niegan artículos y servicios esenciales, y son víctimas de detenciones arbitrarias por parte de la policía, incluso cuando el trabajo sexual en la CDMX no implica, siquiera, una falta administrativa.

“Quizá ya muchas compañeras tienen herramientas que tienen que ver con la información que se tiene a mano para decir ‘oye, esto no es una falta administrativa, no me puedes llevar’, pero quien no lo sabe, obviamente se va a sentir intimidada y es más fácil que sea violentada”, puntualizó la activista en pro del trabajo sexual.

Aunado a esto, Midori considera que hay mucha falta de información respecto al trabajo sexual, pues la misma sociedad ignora que no es un delito y que, además también padecen violencia institucional. “Vamos al MP o a la Fiscalía y es un drama levantar una denuncia, te ponen un montón de barreras, pero a veces se puede agravar condiciones de la violencia que vives, si llegas como trabajadora sexual y dices, ‘oye, me violaron’ casi te dicen ‘pues para eso te están pagando’”, acusó.

Desde organizaciones como la Amets y la Coalición Laboral Puteril se busca impulsar un diálogo con la sociedad para el reconocimiento de su labor, el fin de la estigmatización y la defensa de sus derechos humanos.

“Estaría bien que podamos ver justo que somos personas de todo tipo que ejercemos el trabajo sexual, pero también hacemos otras cosas y si no las hacemos está bien, no obligamos a nadie a que recurran a nuestros servicios, creo que podríamos abrir ese diálogo”, concluyó la integrante de la Amets.

Estimaciones de organizaciones como la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C, señalan que en la CDMX existen alrededor de 15 mil 200 trabajadoras sexuales, de las cuales, cerca de cuatro mil podrían ser víctimas de trata.

Otra vez, como siempre: la calle

La Navidad 2024 se avecina complicada y sin grandes esperanzas. Decenas de miles en la Ciudad de México y cientos de miles de trabajadores sexuales en el país la pasarán en las calles, los bares, las cantinas o los cuartos de hotel. No será una noche excepcional. Elvira Madrid Romero, fundadora y directora de la organización Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C expone que el número de quienes ejercen el trabajo sexual y carecen de vivienda digna se ha incrementado.

“Basta observar las calles y a los seres humanos que ahí trabajan. Hay señoras ya grandes. (La historia detrás de ellas) es que no pudieron pagar la renta y fueron despojadas de sus viviendas. Muchas veces hasta las caseras se quedan con las pocas cosas que tienen. Eso las orilla a quedarse más en la calle y las pone más en riesgo, no solamente por todas las violencias que se viven de noche, sino también por parte de la delincuencia organizada”, expresa Elvira, quien entre los trabajadores sexuales es conocida como “Mamá Elvira”.

Sus palabras son ratificadas en la Calzada de Tlalpan, donde no hace falta que caiga la noche para que haya trabajadores sexuales. Tampoco importa la edad para señalar la falta de vivienda. “No hay casa. No, para nadie. La noche la puedes pasar, algunas horas, en el cuarto que te renten en el hotel. ¿Navidad? Nos da miedo. Hay pocos clientes … No hay hotel, pues, no hay techo”, dice alguien cerca de la esquina de la calle Libertad.

Pero, de cualquier forma, ¿la Navidad 2024 traerá algo de bonanza? Elvira Madrid sostiene que por el contrario. “En los últimos años y más después de la pandemia, se perdieron empleos y ahora mismo hay autoempleo. Los aguinaldos se terminaron. Lo que observamos en la calle es que los ingresos bajaron un 40 por ciento. Ellas pensaban que en diciembre iban a recuperarse por lo de los aguinaldos, pero esto no se ha visto”, puntualiza.

Así llega la noche del 24 de diciembre de 2024 a las calles de México.

Honor a Elisa Martínez

Elvira Madrid Romero inició su activismo a favor de las trabajadoras sexuales en la calle a finales de los 90 cuando acudió a realizar una investigación a la que convocó el sociólogo Francisco A. Gomezjara. Los seleccionados fueron 25 estudiantes. Ahí estaba ella, de Azcapotzalco, sorprendida con cada hallazgo: las altas multas, la red de “madrotas” y “padrotes”, la violencia a plena luz del día.

En La Merced conoció a Elisa Martínez quien portaba el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Uno de sus logros fue que la hospitalizaran. Pero como paciente, Elisa también fue discriminada. “La hacían comer en el mismo plato en que defecaba”, recuerda Elvira.

La asociación que fundó Elvira lleva el nombre de Elisa porque a ella le tocó acompañarla en su muerte. En cada acción, le hace honor.

Desde aquel acontecimiento la situación ha cambiado. Hay algunos logros como la concientización de la conveniencia del uso del condón, la tipificación del transfeminicidio y el reconocimiento del término “trabajo sexual” cuando antes se decía, “prostitución”. Pero, al mismo tiempo, la violencia se agudizó. Las caravanas de migrantes y el delito de la trata de personas contribuyeron con volver la situación más difícil.

Elvira Madrid resume el año con una investigación que arrojó que hay por los menos 30 tipos de violencia que en su mayoría son ejercidos por funcionarios públicos. “El principal es por parte de la policía que las golpea, les quita su dinero o las abusa. Muchas veces esto termina en feminicidios. Pero también hay violencia para quitarles a los hijos”.

En Tlalpan hay otra voz. “No hay trabajo y no hay casa. La esperanza, un día también se acabará”, expresa una trabajadora sexual.

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