Después de la media noche, en las calles del Centro Histórico de la capital comienza la ardua e intensa labor de retirar chicles. Quienes lo hacen son trabajadores de limpia de la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) del Gobierno de la Ciudad de México.
Esta actividad tiene una importancia trascendental para la sanidad de la capital.
Datos que el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (CINVESTAV), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), dio a conocer en 2012 revelan que cada chicle tirado y pegado al piso acumula hasta 10 mil bacterias.
Personal de Comunicación Social de la Sobse menciona que esta acción también se hace en las aceras del corredor peatonal de Reforma.
El trabajo no es diario, ni a la semana, se hace dependiendo de que lo ordene la Secretaría de Gobierno, mencionan los testimonios de dos empleadas de limpia de la capital.
“Apenas hace una semana vinimos a ‘deschiclar’ (como le dicen a la acción de retirar gomas de mascar de la acera). Ahorita está limpio, por lo regular lo hacemos una vez al mes o como lo ordene la Secretaría de Gobierno”, afirma una trabajadora de limpieza, quien prefiere el anonimato.
Mientras muchas personas están en los bares de las calles de Madero, República de Cuba y Regina, principalmente los fines de semana, los trabajadores de limpia de la Sobse limpian las calles del primer cuadro del Centro Histórico hasta antes del amanecer.
Su horario de trabajo tanto para barrer, y ocasionalmente retirar las gomas de mascar, es de 10 de las noche a las seis de la mañana del otro día.
Otra empleada de la Sobse, quién se identificó como Ilia, asegura que en ocasiones este trabajo puede durar dos o tres horas como mínimo dependiendo del personal disponible así como de la superficie que tengan que limpiar.
Lo máximo que ha trabajado en esta actividad la mujer son siete horas, en las que tuvo que estar hincada o agachada para retirar chicles con ayuda de una pequeña espátula.
“Es un buen trabajo, la paga está bien y me agrada”, indica.
Su sueldo ronda entre los cuatro mil y cinco mil pesos mensuales, dice.
Cuando no la llaman para quitar las gomas de mascar, está barriendo tranquila en la soledad de la noche la calle de 16 de septiembre y sus aledañas.
Añade que si las personas fueran menos sucias y más conscientes no tirarían sus chicles en las aceras.
La goma de mascar está tan adherida al piso que incluso parece que forma parte de él. No se percibe y es complicado quitarla.
Castigo para trabajadores de limpia
El testimonio anónimo de la trabajadora de Sobse indica que para algunos, quitar chicles es como una sanción.
“Luego lo hacen como castigo si llegas tarde o faltas al trabajo”, asegura.
Acepta que la única vez que le ha tocado, fue después de que faltó en dos ocasiones a laborar.
“También a veces veo muchas personas adultas mayores, no sé por qué las mandan”, cuenta.
Mientras barre hojas, la trabajadora relata que se necesita práctica para hacer más rápido lo que considera un castigo.
Sus compañeros, más experimentados le recomiendan que se lleve un cartón para no lastimarse mientras se agacha a quitar la goma.
La mujer apenas lleva tres meses trabajando en la Secretaría de Obras y no le gustaría volver a hacer este trabajo.
Programa olvidado
El 13 de agosto de 2018, el Consejo Ciudadano de la capital, la Autoridad del Centro Histórico y las empresas Trident y Terracycle iniciaron un programa piloto en la zona llamado “El chicle al bote” para que las personas depositaran su chicle en unos contenedores y no lo arrojaran al piso.
En ese entonces estaban Luis Wertman Zaslav como presidente del Consejo Ciudadano de la capital y Jesús González como coordinador de la Autoridad del Centro Histórico.
“El chicle al bote” consistió en la colocación de 75 contenedores en las calles de Francisco I. Madero, 16 de Septiembre, República de Argentina, Seminario y Pino Suárez.
La compañía de chicles, Trident, colaboró con los contenedores y Terracycle iba a convertir la goma masticada en artículos domésticos como sillas o mesas.
Actualmente, no hay ningún contenedor instalado en las calles mencionadas.
Las fuentes consultadas informan que los quitaron porque eran usados como ceniceros en lugar de que les pusieran los chicles masticados.
Reporte Índigo consultó al Consejo Ciudadano al respecto y personal de Comunicación Social respondió que “El chicle al bote” ya no es una prioridad para la organización que ahora preside Salvador Guerrero Chiprés.
El órgano, cuyo nombre actual es Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, dijo que el programa de los chicles era un proyecto de Luis Wertman Zaslav y no se le dio continuidad para enfocarse en temas de seguridad en la capital.
También indicó que desconoce la fecha en que se hizo el retiro de los contenedores.
Mientras que Dunia Ludlow, actual coordinadora de la Autoridad del Centro Histórico, respondió que el proyecto de la anterior administración no continuó y que la empresa Terracycle desapareció.
Por lo cual, en el mes de julio se procedió al retiro de los contenedores de chicles que estaban colocados en las calles donde se realizó el proyecto.