Ante el estigma social que existe sobre las trabajadoras del hogar por desarrollarse en situaciones de vulnerabilidad, Friné Salguero destaca que ellas son mujeres fuertes, pero es el contexto el que las vulnera.
“El contexto en el que trabajan es precario y las vulnera, pero ellas como mujeres son fuertes, no son mujeres vulnerables. Tenemos que redignificar su papel en la sociedad y decir que son mujeres que se están organizando, que están dando la batalla, pero son los contextos desde donde parten y hacia donde van los que vulneran sus derechos.
En ese sentido, la especialista explica que a lo primero que se enfrentan es a la informalidad y luego a la violencia económica.
“Por ejemplo, la Conasami no ha dictado cuáles son los salarios mínimos para las trabajadoras del hogar, por lo que queda a expensas de los empleadores. Esto si tú lo atas a una política que te da protección social de acuerdo con ese salario, es una doble vulneración”, indica.
Asimismo, comenta que también son vulnerados sus derechos sexuales y reproductivos porque no se les brindan prestaciones establecidas en la Ley General del Trabajo.
Julieta Martínez, directora de la Red de Migrantes Indígenas, respalda esta postura al destacar la importancia de visibilizar las interseccionalidades, las características de cada población y de cada trabajadora del hogar, pues “a partir de ese reconocimiento se pueden plantear programas y acciones enfocados a atender sus necesidades”.
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