Texas: el estado rebelde, antiinmigrante y que podría definir el futuro de Biden
Ante la postura antiinmigrantes del gobernador texano Gregg Abbott y mientras que el gobierno de Estados Unidos refuerza sus políticas internas a pesar de la baja popularidad de Joe Biden, México debe mantener el respeto a los migrantes independientemente de su próximo cambio presidencial
Fernanda Muñoz y Pablo AbundizGreg Abbott, gobernador republicano de Texas, continúa acusando al presidente Joe Biden de ser el responsable del alto flujo de migrantes en la frontera con México.
Ayer, el mandatario de 66 años declaró que su estado ha transportado a más de 102 mil inmigrantes a ciudades santuario, una tarea que, declaró, “Texas no debería soportar por las políticas de fronteras abiertas de Biden”.
De acuerdo con información de la oficina del gobernador, es el Departamento de Seguridad Pública y la Guardia Nacional del estado las que trabajan para asegurar la frontera del ingreso de armas, drogas y personas irregulares a través de la operación Estrella Solitaria.
Hasta el pasado 26 de enero, el gobierno texano registró 496 mil 700 detenciones de inmigrantes irregulares, los cuales fueron trasladados a ciudades santuario como Washington, Nueva York, Chicago, Filadelfia, Denver y Los Ángeles.
“La Operación Estrella Solitaria continúa llenando los peligrosos vacíos creados por la negativa de la administración de Biden de asegurar la frontera. De lo contrario, cada individuo detenido o arrestado y cada gramo de droga incautada habría llegado a comunidades de Texas y del país debido a las políticas de fronteras abiertas del presidente”, detalló la oficina del gobernador.
Las detenciones no son las únicas medidas impuestas por el gobierno texano para controlar la migración irregular, también ha colocado alambres con púas cerca de la frontera con México para dificultar el cruce de migrantes que llegan por Coahuila.
Aunque el pasado 22 de enero el Tribunal Supremo de Estados Unidos le ordenó al gobierno texano retirar los alambres y en su lugar permitir la entrada de agentes federales para reforzar la vigilancia en la frontera, la administración republicana ha hecho caso omiso a la solicitud.
Ken Paxton, fiscal general de Texas, le pidió incluso al Gobierno federal que en lugar de invertir su tiempo en demandar a su estado, refuerce las leyes migratorias ya existentes.
La última medida del presidente Biden en torno a la crisis migratoria fue proponer cerrar la frontera con México siempre y cuando el Congreso apruebe una ley que le permita suspender los cruces cuando la zona se sature.
La propuesta de reforma también garantiza la presencia en la frontera de mil 300 agentes de la Patrulla Fronteriza, 375 jueces de inmigración, mil 600 oficiales especializados en asilo y hasta 100 máquinas de vigilancia.
Diplomática, la respuesta de México
Ante la postura conservadora liderada por el gobernador Greg Abbott, el gobierno de México ha desaprobado sus políticas antiinmigrantes y, por otro lado, reunido a representantes mexicanos con estadounidenses para abordar la crisis social.
Aunque ambos equipos no han detallado las medidas impulsadas en Texas, sí han acordado políticas conjuntas para tratar a los migrantes de manera humanitaria.
Al respecto, la doctora Camelia Tigau, especialista en Diplomacia de la Migración e investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), opina que, aunque las autoridades vienen recomendando las mismas políticas desde hace tiempo para controlar la migración, es necesario reforzar algunas de ellas.
“Una medida que se ha tomado son las detenciones que muchos consideran que son arbitrarias; (sin embargo), creo que primero se deben aumentar los centros de acogida para que ahí los migrantes solicitantes de asilo puedan esperar y no sea una pesadilla en los dos lados de la frontera”, comparte.
Que el gobierno mexicano delegue responsabilidades en cuanto al control migratorio es otra medida que la doctora Tigau sugiere tomar en cuenta, pues es un reto “muy costoso” al que deberían involucrarse empresas y la sociedad civil para crear nuevas fuentes de empleo.
De acuerdo con la especialista, el fomento a una educación en torno a la migración es otra política que debería impulsarse por el hecho de que nos estamos convirtiendo en sociedades híbridas y multiculturales por la llegada de las poblaciones migrantes al país.
“Nos gustan lugares como Nueva York, Toronto, o Europa, por su multiculturalidad; entonces, reconozcamos que hay contribuciones y méritos de los migrantes que hay que aprovechar y no fijarse en el lado negativo. Para lograrlo no solo es importante el gobierno, sino los medios en el sentido de cómo retratan los problemas de los migrantes y cómo actúa la sociedad civil”, puntualiza.
Por último, la investigadora remarca que las autoridades no solo deben tratar a la gente migrante con la máxima vulnerabilidad, “pues en algún momento podríamos ser nosotros”, sino no comprometer a políticas que no van a cumplir.
Sobre el cambio de gobierno que habrá en México por las elecciones presidenciales, Tigau enfatiza que las medidas migratorias deben ir más allá que un cambio administrativo, por lo que se espera que el próximo gabinete respete los derechos de la población migrante como ha sucedido hasta ahora.
“(Impulsar) las políticas de Texas no es la mejor manera de enfrentarse a los migrantes, hay que copiar las políticas buenas como las de las sociedades filantrópicas y las de las iglesias independientemente de la religión. Poner más muros nunca ha funcionado y desconozco que alguna vez hayan servido”, declara.
El desafío de Biden
A pesar de que el presidente Joe Biden se llevó una victoria con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de remover las mallas con púas colocadas por el gobierno de Texas, las encuestas lo siguen ubicando detrás del presunto candidato republicano, Donald Trump, en aras de las elecciones generales.
La maestra Dora González, profesora de política mundial en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, opina que las declaraciones de Biden sobre la presión en la frontera sur sin duda llevan una carga electoral, aunque no es la única razón.
“Además de que las elecciones engrosan las circunstancias para buscar más votantes, el contexto (antiinmigrante) data desde el año pasado cuando los republicanos en el Congreso removieron al representante de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, para poner a Mike Johnson, cuya primera decisión fue retirar el presupuesto de la guerra Ucrania-Rusia y destinarlo para proteger la frontera”, señala la académica.
Sobre la propuesta del presidente Biden de suspender los cruces migratorios cuando la frontera se sature, la doctora González explica que aunque las medidas fronterizas son facultades del Gobierno federal, si los estados llaman al derecho a la autodefensa la propuesta puede ser aceptada.
“Eso fue lo que aplicó el gobernador de Texas, pero la Corte le dio la victoria a Biden”, apunta la internacionalista.
Aunque finalmente el tribunal superior votó en favor de que la legislación federal prevalezca sobre las normativas impulsadas por el gobierno de Texas, esto ha llevado a otros estados fronterizos a endurecer sus posturas.
Contrario a la visión republicana, la administración de Biden no ha impulsado políticas migratorias de puertas abiertas, ejemplo de ello es la expansión del muro fronterizo anunciado en octubre pasado, aunque sus medidas sí encuentran diferencias importantes con las de Abbott.
“Sus diferencias están, sobre todo, en la vulneración de los derechos humanos. Por un lado Biden busca una frontera con medidas más preventivas y está dispuesto a entablar diálogos para el desarrollo, y en el caso del gobernador, él puso su propia gendarmería, colocó las púas y ha establecido radicales medidas antiinmigrantes, en donde, de facto, se les considera personas sin derechos humanos, casi criminales, y son vistos como un enemigo al que tienen que detener”, apunta la académica.
La victoria judicial de Biden sobre Texas no garantiza que sus medidas se popularicen en el sur de Estados Unidos. Al respecto, la maestra González explica que futuros roces legales serán decididos por el máximo tribunal.
“Esta va a ser una disputa tradicional entre poderes, la discusión será entre el poder legislativo y el judicial, porque el Congreso puede resolver a favor de medidas fronterizas porque es mayoría republicana, pero puede que la Corte lo considere inconstitucional, ahí vamos a ver cuáles son las habilidades de ambos. Mientras tanto, una persona como Trump lo va a utilizar a su favor”, remarca la catedrática.
Texas, el estado perdido
Texas es un estado conservador y desde épocas del expresidente Ronald Reagan sus votos electorales siempre han sido a favor de los candidatos republicanos.
Actualmente, la firmeza con la que el partido opositor se posiciona en el estado sur del país es un asunto el cual el presidente Joe Biden no puede desatender.
En 2020, por ejemplo, mientras que el entonces candidato demócrata obtuvo tan solo el 46 por ciento de los votos de Texas, su rival republicano lo superó por seis puntos.
Para la doctora Arlene Ramírez Uresti, internacionalista catedrática de la Universidad Iberoamericana, el presidente Biden enfrenta una batalla cuesta arriba si desea obtener los 38 electores.
“Es muy difícil (que Biden gane el estado), considero que es uno de los retos más grandes para el presidente, de ahí la importancia de tener aliados políticos y no tener tantas controversias”, opina la académica.
Ramírez Uresti explica que en Texas la migración es el asunto más importante en la agenda no solo del gobernador sino también para los electores. Debido a ello, el discurso antiinmigrante de los republicanos es respaldado en las urnas.
En el estado de la estrella solitaria, el mayor grupo etnico es la población blanca, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos.
En 2020, un 39.75 por ciento de la población texana se identificaba como blanca, lo cual representa un descenso pronunciado del 52.43 por ciento 20 años antes. A pesar de que los latinos constituyen la minoría más numerosa, 39.26 por ciento de la población, no son una gran fuerza política.
“Los votantes texanos son estadounidenses, no son migrantes de primera o segunda generación, los migrantes tienen una participación económica muy importante, pero no política. La política texana la llevan los grupos conservadores de la sociedad, por eso la estrategia del Partido Republicano es trabajar a través de liderazgos comunitarios que ya están validados. Ya no son mexicoamericanos sino americanos de cuarta o quinta generación”, señala Ramírez Uresti.
Sobre que el votante texano esté en contra de que los migrantes son el motor económico del estado, la académica opina que esto no solo se debe al discurso enarbolado por los candidatos conservadores, sino por la realidad de un territorio cuya cotidianidad está marcada por la migración.
“Se ha vendido una idea muy satanizada de la migración, han comprado el discurso, muy polarizante, que el migrante no llega a construir, sino que llega a enfermar el tejido social.
“También hay que distinguir entre los migrantes que llegan a trabajar y los grupos que cometen actos delictivos, que existen en todos los estados y no son solo latinos. Por otro lado hay que recordar que este discurso no comenzó con (Donald) Trump, el estado siempre ha percibido una amenaza de los migrantes en razón de los servicios que utilizan”, señala la internacionalista.