Ahora y media de Villahermosa, capital del estado de Tabasco, se encuentra Tepetitán, el pueblo donde nació Andrés Manuel López Obrador.
Un pavimento accidentado que en momentos se vuelve casi de terracería, abre brecha entre el agua y la vasta vegetación que son sinónimo de suelo tabasqueño.
En el trayecto al poblado, perteneciente al municipio de Macuspana, también se debe sortear el paso de bueyes, vacas y algunos perros que hacen suya la carretera, siguiendo a sus pastores que andan a caballo.
“Me pueden decir Peje, pero nunca lagarto”, se lee en un mural después de cruzar un puentecito que está a la entrada de Tepetitán. El autor, Carlos Paz, el joven artista del pueblo, no olvidó registrar la fecha de elaboración: 1 de diciembre de 2018, día en que su paisano rindió protesta al cargo político más importante del país.
El mensaje de bienvenida acompaña la figura al centro: es López Obrador con la banda presidencial. Comparten la composición un pejelagarto, un niño sosteniendo un bate de beisbol —agazapado sin perder de vista una pelota—, el águila del Escudo Nacional y una paloma blanca.
El río Tulijá marca el límite de Tepetitán. Sus aguas azul profundo contrastan con los árboles de copas amplias que dan sombra a las orillas y amortiguan los 37 grados centígrados del calor vespertino. Las canoas —también llamadas “pangas”— que los pescadores usan para atrapar robalo, permanecen estacionadas a las faldas de los troncos.
Una pobladora que alimenta a sus aves de corral explica que en el pueblo todos saben dónde está la casa donde vivió Andrés Manuel López Obrador, también la de sus abuelos y la tienda que daba sustento a su familia.
Tras recorrer algunos minutos a pie, tomando como guía la orilla del río, aparece una casa carcomida por la humedad y el sol. Entre rejas blancas oxidadas, los marcos de un color rosa —que en algún momento pudo ser rojo— y las paredes amarillas, indican, por las señas que dan los habitantes, que esa es la casa de los abuelos de Andrés Manuel.
En uno de los flancos de la vivienda, el que tiene menos maleza, un busto del presidente reta al sol que a plomo cae sobre él. “‘El rostro de la esperanza” se titula esta escultura, en la que es descrito como un “luchador incansable de los derechos de los mexicanos”.
A unos pasos a la izquierda del busto, está la entrada del bar “El Chinchorro”, donde un grupo de personas beben cerveza. “Dime cantinero, tú sabes de penas. ¿A los cuántos tragos me olvido de ella?”, es la estrofa que todos cantan al estruendoso unísono al interior.
La canción del género de banda que está de moda, deja ver el tiempo que ha pasado desde que Andrés Manuel y sus seis hermanos se bañaban en el agua fresca del río, según contó la misma vecina que enlistó las características de la casa de los abuelos del tres veces candidato a la Presidencia.
En una de las contraesquinas de la plaza principal del pueblo, está la casa de los padres de Andrés Manuel. La pintura color marrón, muy similar a la del emblema del partido Movimiento Regeneración Nacional que él fundó, se combina con el dorado de la herrería. Los tepetitecos aseguran que hace muy poco esta vivienda fue remodelada.
Amable y buen pelotero
Las personas que viven en Tepetitán recuerdan la amabilidad de toda la familia López Obrador. En los pobladores se dibuja una sonrisa al hablar del niño, que antes de unirse a la política, jugaba beisbol en el campo del pueblo.
“Lo conozco desde chavalo porque él es menor que yo. Pero él fue muy buena gente con todos los chamacos, era muy amable. Su abuelo tenía su tienda y, cuando veía, a los chamacos les regalaba dulces, todos los niños iban ahí. Él era bueno”, relata el señor Víctor Reyes, de 73 años, a unos pasos del mural donde está pintado AMLO.
Al recorrer las calles de Tepetitán, en un gran número de hogares se observan las hamacas colgadas de árboles o columnas de concreto. Muchas personas descansan o duermen en ellas, intentando revolver el aire para mitigar un poco el calor.
Otros tepetitecos prefieren salir a la banqueta, colocar una silla en la sombra más cercana y desde ahí saludar al que pasa.
Sobre la calle Juárez, al interior de la peluquería “López”, Francisco comparte sus vivencias. Columpiándose desde su hamaca, el señor de 63 años narra con entusiasmo algunas anécdotas sobre su paisano.
Al iniciar la entrevista, Francisco López Gómez hace memoria y comienza a platicar sobre “Canchola”, el amigo “pegajoso” del presidente. Asegura que cada que ambos estaban en el diamante, era hit seguro.
“Por eso (Andrés Manuel) menciona mucho el beisbol porque jugaban en el ‘campito’ y ahí nos divertíamos porque llegaba mucha gente a jugar y ahí se metían ellos, pues”, dice.
En Tepetitán los habitantes confían en que el presidente va a hacer un buen papel, a la persona que se le pregunta en la calle dice que sí dio su voto a Andrés Manuel y espera que regrese pronto a su pueblo.
“Decían que era de baja calidad, pero eso tiene que ver con el valor de la mentalidad que tiene cada persona. Y si no llegó antes es porque le quitaron el gane dos veces”, agrega Francisco.
Sobre la misma calle de Juárez, vive Laurentino López López, quien a paso lento camina a ver sus tierras y sus vacas. En su camino, relata que los padres de Andrés Manuel —don Andrés y doña Manuelita— fueron padrinos de su boda y recuerda con cariño también a sus abuelos: doña Úrsula y don Pepe. Del hoy mandatario, asegura que jugó con sus hijos “a las canicas”.
“Muy conocido de aquí, ahí vivía, somos vecinos”, dice el hombre de 80 años, señalando con el dedo hacia la casa del político.
Sobre la familia López Obrador, Laurentino los califica como buenas personas y asegura que su triunfo trajo felicidad a todo Tepetitán.