Al filo de las 13:00 horas del 17 de diciembre de 2009, cuando un helicóptero de la Secretaría de la Marina (Semar) volaba en rededor de las 12 torres del exclusivo conjunto Altitude, de Cuernavaca, Morelos, el capo supo que otra vez iban por él.
Apenas una semana antes se había escurrido de un operativo en Puebla en el que participaron agentes de la DEA y fuerzas federales mexicanas y de un enfrentamiento con las mismas corporaciones en una finca de Cuernavaca, donde celebró una posada, aquella en la que fueron apresados músicos como Los Bravos del Norte de Ramón Ayala y más de una veintena de sexoservidoras.
Arturo Beltrán Leyva, apodado El Barbas -capo comparado con Joaquín “El Chapo” Guzmán, o el mismo auténtico “Jefe de Jefes” Amado Carrillo Fuentes, muerto en 1997- era en 2009 uno de los tres principales narcotraficantes de México.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) lo consideraba como el jefe máximo de la organización criminal que conformó con sus hermanos Héctor y Alfredo; ofrecía una recompensa de 30 millones de pesos a quien proporcionara información que sirviera para su captura.
Información de inteligencia del sexenio del entonces presidente Felipe Calderón revelaba que el capo que traficó infinidad de toneladas de cocaína desde Sudamérica a Estados Unidos, a quien gustaban las joyas, los animales exóticos, los ranchos y las casas y departamentos tipo palacio, tenía comprados con sumas millonarias a integrantes de autoridades federales y locales.
Por eso aquel 17 de diciembre, de acuerdo con las versiones periodísticas, la centena de marinos que participó en el operativo para su captura fue avisada 20 minutos antes de concretarse, no se dio parte a ninguna corporación local, mientras que a la 24 Zona Militar sólo se le pidió cubrir el perímetro.
Fuentes de la Marina dieron a conocer en aquel entonces que cinco personas relacionadas con el narcotraficante apresadas en el operativo dieron detalles de los últimos momentos de “El Barbas”.
“Él ya sabía. Cuando escuchó el ruido del helicóptero se percató de eso, entonces se fue a su lugar y se preparó para hacer frente; él sabía que tarde o temprano iban a llegar por él”, reveló un vocero de la Semar.
Los testigos declararon que alguien dio el “pitazo” a Beltrán desde el mediodía sobre los movimientos cerca de su morada.
A sus 58 años, el narco que nació en Badiraguato, Sinaloa, donde inició sus correrías en el bajo mudo, tejiendo alianzas con “El Chapo” Guzmán, Ignacio “Nacho” Coronel e Ismael “El Mayo” Zambada -quienes luego fueron sus enemigos- prefirió atrincherarse.
La versión oficial cuenta que aquel día invernal, en la ciudad de la eterna primavera (desde entonces azotada por la violencia), los marinos comenzaron a desalojar el conjunto Altitude desde las 13:00 horas.
Posteriormente, alrededor de las 17:00 horas, los marinos se acercaron al departamento 201 del edificio Elbrús, donde estaba el objetivo protegido por cinco sicarios, dos en la planta baja y tres en la planta superior.
Los hombres armados atacaron a los marinos desde la planta baja y alta del departamento con granadas y ráfagas de AK-47, los marinos utilizaron vehículos artillados y ametralladoras 7.62.
Los pistoleros que custodiaban la planta baja del inmueble fueron abatidos en pocos minutos, mientras que la estrategia de los responsables del operativo se centró en provocar que a los narcos restantes se les acabaran las municiones.
Cuatro horas se prolongó el intercambio de artillería.
Los vecinos del sector estaban aterrados. “Muchos pensábamos que íbamos a morir ahí, y luego también pensamos que nos iban a mandar matar, creyendo que algunos lo hayan delatado”, diría una vecina del exclusivo sector.
Por la noche, cuando los marinos ya se aproximaban a entrar al lujoso departamento, los narcos lanzaron granadas de fragmentación hacia las escaleras, dejando heridos a tres de los federales, dos de los cuales posteriormente murieron.
Alrededor de las 21:00 horas, el afamado narco abrió la puerta del apartamento. La Marina supuso que planeaba dirigirse al elevador para abrirse paso con su metralleta, pero fue abatido en la sala junto con dos de sus lugartenientes. Otro sicario prefirió saltar por una de las ventanas y suicidarse, de acuerdo con la versión divulgada.
LA VEJACIÓN DEL CADÁVER
Tras el operativo, el cadáver de Arturo Beltrán Leyva, que se encontraba semidesnudo, fue tapizado por billetes de 500 pesos mexicanos, dólares, joyas e imágenes religiosas ensangrentadas.
Las fotos fueron filtradas a diversos medios de comunicación y dieron la vuelta al mundo.
Los medios y parte de la opinión pública interpretaron aquello como un mensaje del gobierno a los narcos. El entonces presidente Felipe Calderón calificó como un éxito el operativo.
La Marina se dijo ajena a la exhibición del capo abatido y del caso no se volvió a hablar.
Sin embargo, días después del entierro de uno de los marinos que falleció en el operativo, su madre, sus dos hermanos y una tía fueron asesinados en su natal Tabasco.
LA VENTA DE SU MORADA
Hace casi 10 años, el lujoso departamento del edificio Elbrús del Fraccionamiento Altitude registró centenas de impactos de grueso calibre, y de acuerdo con la información de aquellos días y por las fotos divulgadas los embates fueron considerables.
El 14 de marzo de este año, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes acordó la subasta del inmueble. El precio de salida del departamento donde sucumbió el capo y sus lugartenientes tiene un precio de salida de tres millones 580 mil pesos.