Bajas tasas de extracción de crudo ligero y falta de suministro de materia prima y de recursos financieros suficientes han causado que el Sistema Nacional de Refinación (SNR) opere a tasas de eficiencia menores que las del promedio mundial.
La política de petrolíferos se ha enfocado en la importación de éstos, con el fin de satisfacer la demanda nacional, detalla un informe del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
En la investigación llevada a cabo por Alejandro Limón, coordinador del área de energía y finanzas públicas, se identifican tres causas por las que la refinación en México ha caído en los últimos años, las cuales son interdependientes entre sí.
En primer lugar se debe una menor producción petrolera, la cual ha caído 37.3% de 2000 a 2018. Además, el petróleo que se extrae en México es catalogado, en su mayoría, como pesado; sin embargo, el SNR fue diseñado para procesar crudos ligeros, por lo que no cuenta con la capacidad suficiente para producir petrolíferos como gasolinas, diésel, gas licuado y turbosina, entre otros, que satisfagan la demanda nacional.
En segundo lugar está la ineficiencia en la operación en las refinerías, pues operan por debajo de su capacidad debido al número de paros no programados, esto es, cuando la producción se detiene por falta de suministro de hidrógeno, agua, vapor o electricidad, así como por fallas en los equipos y/o retrasos en mantenimiento.
El índice de paros no programados de Pemex, de 2000 a 2018, fue de 31.9, mientras que la referencia internacional es de 4.5, indica el informe.
Y la tercer razón que explicaría esta caída es que el presupuesto destinadla Pemex Transformación Industrial (Pemex TRI), unidad de Pemex encargada de la refinación de crudo ha crecido a una tasa anual promedio de 0.7%. Debido a esto, el volumen de importaciones de petrolíferos ha crecido hasta llegar a ser, en 2018, 160.2% mayor que lo importado en el año 2000, detalla el documento.
Además, en su conjunto, durante 2017, el SNR operó al 49.6% del total de su capacidad, por debajo del promedio del resto mundo (83.5%), de la OCDE (87.8%).
De 2000 a 2018 la refinería que tuvo el mayor promedio de eficiencia fue la de Tula, operando a 87% del total de su capacidad, mientras que la de menor eficiencia fue la de Madero, con una tasa promedio de 65%.
