Víctimas de violencia sexual, acoso y hostigamiento en universidades públicas y privadas, se encuentran indefensas ante compañeros o profesores debido al gran atraso que existe en los protocolos de atención a este tipo ataques.
Por otra parte, las instituciones de educación superior que sí cuentan con esta figura presentan un grave rezago en la materia respecto a los protocolos instaurados en otras universidades del mundo, pues en países como Estados Unidos, los directivos de los planteles están obligados a reportar los casos a las autoridades.
Además de protocolos de atención, en otras naciones se implementan acciones de prevención a la vez que se desarrollan estrategias de investigación y se cuentan con indicadores de evaluación.
Irene, una joven estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), fue víctima de acoso por parte de uno de sus compañeros.
Fue la primera vez que se enfrentó a una situación como esta y la estudiante asegura que tuvo aún más miedo debido a que el sujeto que comenzó a acosarla vivía en un domicilio cercano al suyo.
“Esto pasó cuando yo era nueva en la escuela. Él era de una generación o dos arriba de la mía, aunque no estoy muy segura de eso porque como ha repetido materias nunca supe realmente a qué generación pertenece. Estuve con él en una clase, ahí nos conocimos, trabajamos en equipo y no parecía haber problemas.
“Me pareció al principio que era una persona tratable y comencé a platicar con él. Sin embargo, poco a poco comenzó a tomar actitudes un poco raras, después ya eran cosas molestas.
“Primero empezó a aparecer en cualquier sitio de la escuela al que fuera. Si iba saliendo del baño me lo encontraba, afuera de la cafetería también me lo encontraba, lo mismo en las canchas, algo que de principio no noté hasta que fue muy exagerado, además de que alguien me lo hizo ver”, relata Irene.
Al respecto, Paulina Amozurrutia, coordinadora nacional de Unión Mujer, dijo lamentar que la mayoría de las universidades en México no cuenten con protocolos de atención ni de prevención y que quienes contemplan esta figura es porque reaccionaron ante la presión mediática de alumnas que hicieron públicos sus casos, exponiéndolos en redes sociales.
Es por ello que la organización que lidera impulsó la realización del estudio “Anatomía de los protocolos de atención al acoso sexual en universidades: Un camino para espacios educativos libres de violencia sexual”.
Amozurrutia asegura que aunque el feminismo radical al interior de las escuelas busca resolver este tipo de problemas, esta no es una solución a largo plazo ni es ideal que las mismas víctimas se organicen para conseguir justicia.
“En general en nuestro país el feminismo radical es una respuesta a la violencia, pero creemos que no es la solución, al menos no a mediano y largo plazo, entonces nos dimos a la tarea de primero estudiar los protocolos contra la violencia en otros países.
“Revisamos las acciones delineadas por Yale, la London School of Economics, la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Osaka, Japón, para entender cuáles eran las buenas prácticas en otras partes del mundo y cómo veían el tema de violencia para después empezar una investigación muy general de qué era lo que veíamos en México, si existían o no protocolos”, explica la coordinadora de Unión Mujer.
México rezagado en atención a violencia sexual
De acuerdo con los hallazgos de esta organización, México se encuentra en gran desventaja con el resto del mundo respecto a la atención de casos de violencia sexual, acoso y hostigamiento debido a que en las casas de estudios extranjeras que analizaron se han implementado protocolos de prevención, estrategias de investigación e indicadores de evaluación.
En los cuatro casos que fueron analizados para ser comparados con lo que sucede en nuestro país, Unión Mujer encontró dos tendencias: la primera de ellas es que las instituciones proyectan que la mayoría de este tipo de agresiones suceden de hombres hacia mujeres y que la mayoría de estas universidades apuestan por la prevención.
Al mencionar las razones que llevaron a la organización que lidera a realizar este trabajo, Amozurrutia destaca la importancia de erradicar completamente de las instituciones de educación superior y, de cualquier otro nivel, la violencia y acoso sexual, pues las universidades deberían ser espacios seguros.
Irene menciona que creía que la escuela se trataba de un lugar seguro hasta que empezó a ser asediada dentro y fuera del plantel por un sujeto mayor que ella, con una estatura y fuerza superiores.
La estudiante menciona que, aunque buscó apoyo, e incluso dijo contar con pruebas del acoso del que era víctima, las autoridades escolares descartaron mediar entre ella y el acosador, pues realmente “no le había hecho nada”, ya que no había sido víctima de agresiones físicas.
“Todo el tiempo hacía eso. El colmo fue que saliendo de una clase yo lo vi bajando las escaleras y me escondí, como momentos antes estaba hablando con unos profesores, cuando ellos vieron mi actitud y que mis compañeros y amigos comenzaron a hablar del asunto, ellos me preguntaron ‘¿así que ese es el sujeto que te acosa?’ y yo les respondí que sí, que cómo lo notaron y ellos dijeron que por el miedo que se veía en mi rostro.
“Al asomarse a mi salón le preguntaba a mis compañeros por mí, cuando no me encontraba iba a asomarse al baño de mujeres, al patio, a la cafetería, en dónde también preguntaba por mí, incluso fue a la coordinación. Fue horrible tener que lidiar con esta persona, quien hasta me siguió fuera de la escuela”, asegura Irene.
Lo sucedido a esta estudiante ocurrió en 2018, previo a que la ENAH contara con la “Guía para la Prevención y Atención de las Violencias Sexuales”, la cual fue realizada en 2020 y cuya última revisión data de febrero de 2021.
En su apartado 5 denominado “¿Qué hacer en caso de sufrir algún tipo de violencia sexual?”, la ENAH menciona que ofrece atención psicológica, apoyo emocional y terapeútico a las víctimas.
También asegura que cuentan con defensoría y apoyo legal, aunque este se circunscribe a ayudar a quien fue objeto de acoso a redactar una carta de hechos para abrir una carpeta de investigación del caso al interior de la institución.
Parte de las fallas halladas por Unión Mujer en los protocolos de universidades mexicanas es que ninguna institución da aviso a las autoridades cuando un caso de violencia sexual ocurre al interior de la institución.
Al no contar con apoyo real de la universidad, muchas de las víctimas se desaniman y abandonan la búsqueda de justicia.
Te puede interesar:
Violencia sexual, problema compartido
Prevenir la violencia sexual es la clave del cambio