El miedo a una vejez difícil debido al complicado panorama que enfrentan en diversos aspectos los millennials: falta de oportunidades laborales, prestaciones, servicios de salud eficientes, entre otras, ha llevado a algunos a consideren la eutanasia como una forma de terminar con su vida antes de dejar de ser autosuficientes.
A través de redes sociales, personas nacidas entre 1980 y 1995, han expresado su interés en que la eutanasia pueda ser electiva al llegar a la tercera edad.
Marco, de 40 años de edad, ha compartido en repetidas ocasiones con su esposa y familiares de edades similares a la suya esta idea, la cual ha sido recibida sin sorpresa, pues algunos de ellos le han dicho que han considerado el suicidio ante una vejez sin acceso a jubilación o vivienda digna.
El médico de profesión asegura que a él no le gustaría vivir dependiendo de otros para llevar a cabo las tareas más básicas de supervivencia como son alimentarse, asearse y vestirse.
Marco comenta que se ha hecho más consciente de esta situación durante el desarrollo de sus labores.
Pudimos haber sido tú y yo @Ganate_aca. Pero tú tan “quiero una vejez digna” y yo tan “eutanasia libre a cualquier edad ” pic.twitter.com/WmBL2V5saT
— Juanita Pérez, la de los ejemplos (@dramileh) May 25, 2021
“Veo por las características de mi especialidad en rehabilitación a mucha gente que está con algún tipo de discapacidad y mi trabajo se trata, justo, de darle independencia a la gente, pero a veces llega un punto en el que esa discapacidad convierte a la persona en un paciente, les llamamos, de custodia, es decir, alguien por quien otra persona tiene que hacer todo y, si no fuera así, pues el paciente ni siquiera podría vivir. Entonces es cuando me pregunto ¿qué necesidad?
“Otra de las causas que me llevó a pensar así es lo desgastante que es para los pacientes y sus familias pasar largos periodos en el hospital para un desenlace pues obvio.
“Estar en un hospital es muy feo, es un sitio donde estás con extraños, en donde, sobre todo en el sector público, a veces te tratan mal y no hay calidez, en donde estás invadido por tubos, sondas y medicamentos. Esto es algo muy difícil de ver, es algo que a mí no me gustaría vivir”, dice.
Marco descubrió a través de una conversación casual con una de sus familiares, en la que dio a conocer su preocupación por el dinero con el que contará en su vejez, que su deseo de que la eutanasia electiva, en caso de malas condiciones de salud o de vida, se vuelva una realidad, ha cobrado fuerza entre la gente que se encuentra en su grupo poblacional.
“Es algo que he hablado con mi esposa, por ejemplo, si algún día estoy en alguna situación muy complicada, encuentre la forma para desconectarme o ver qué me inyecta y lo digo muy en serio.
“Siempre he pensado que no tiene ningún sentido estar sufriendo y, después del trabajo en el hospital, tengo muy claro que debería ser derecho de todos poder decidir en qué momento ya fue suficiente”, asegura.
Debate moral
Montserrat Ayala, psicóloga y tanatóloga, considera que expresar este tipo de pensamientos públicamente genera, en ocasiones, molestia y abre un debate moral.
La psicóloga explica que uno de los pensamientos que lleva a las personas a creer que una salida a una existencia complicada es la eutanasia electiva, es sentirse un estorbo o creer que lo serán en el futuro.
Sin embargo, Ayala cree que la posibilidad de que este tipo de suicidio asistido estuviera disponible en el país en 20 o 30 años es muy baja.
“Sienten como si fueran un estorbo, entonces creen que la mejor salida es el que estuviera autorizada la eutanasia, algo que no creo que suceda porque desafortunadamente no estamos preparados para ello y crear la legislación sería muy complejo”, menciona.
Con esta visión coincide Sandra, de 42 años de edad, cuyo motivo para optar por la eutanasia es evitar convertirse en una carga para sus hijos.
que triste ver que nuestros adultos , queran la eutanasia , ya que el estado no le da las garantias para una vejez digna pic.twitter.com/CXpJXR47Ic
— escucho derecha pienso corrupcion robo guerracivil (@lily_reyes) February 23, 2020
La madre de dos hijos relata que su mamá pensó siempre en que la salida ante ser incapaz de valerse por sí misma era la muerte, algo que de cierta manera ocurrió al ser internada por una falla hepática.
“Siempre lo he pensado, desde que mi mamá me decía exactamente lo mismo, lo decía medio en broma y medio en serio y sus palabras eran: ‘el día que yo no pueda ni limpiarme, ya me tengo que ir de este mundo’.
“Resulta que estando en el hospital a mi mamá le dan un diagnóstico de falla hepática, le explican que ya tiene problemas muy serios, que ya ella no va a volver a ser la misma.
“Yo llegué a los dos días y me dijo ‘ya no quiero estar aquí’, a lo que yo me reí respondiendo: ‘espera, todavía aguantas’, pero ese mismo día le dio una embolia pulmonar y murió”.
Montserrat dice que claramente no fue un suicidio como tal, pero que ella ya no quería estar aquí y que de cierta forma lo decidió.
“No puedo imaginar lo que sufre una familia con un paciente terminal o enfermo que ya no se vale por sí mismo, yo no quiero darle eso a mis hijos, me niego a ser un a una carga, no quiero hacer sufrir o hacer enojar a la gente que me rodea”, asegura.
Lejos de ser una realidad
A diferencia de países como Canadá, cuya legislación en torno a la eutanasia ha resultado ser polémica por sus alcances, en México no se contempla esta figura.
En enero de 2008, fue aprobada en el entonces Distrito Federal la Ley de Voluntad Anticipada, la cual es descrita en el artículo 1 de este ordenamiento como “la decisión que toma una persona de ser sometida o no a medios, tratamientos o procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida cuando se encuentre en etapa terminal y, por razones médicas, sea imposible mantenerla de forma natural, protegiendo en todo momento la dignidad”.
De acuerdo con la ley, la Voluntad Anticipada no es un acto que alarga o acorta la vida a diferencia de la eutanasia, que a través de sustancias médicas, provoca la muerte del paciente, sino que respeta el momento natural de la muerte, favoreciendo la atención y los cuidados paliativos al final de la vida, ofreciendo acompañamiento durante su última etapa.
Tras la aprobación en 2008 de esta ley en la Ciudad de México, 14 estados de la República; entre los que se encuentran Coahuila, Aguascalientes, San Luis Potosí, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, Guerrero, Nayarit, Estado de México, Colima, Oaxaca, Yucatán y Tlaxcala, ya contemplan esta figura.
De acuerdo con el Gobierno federal, las mujeres, los hombres solteros y los adultos mayores son los grupos poblacionales que se encuentran más interesados en tener una muerte digna en caso de padecer una enfermedad terminal.
Cifras del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores revelan que el 60 por ciento de las solicitudes de voluntad anticipada son de personas que tienen entre 61 y 80 años de edad, y que el 64 por ciento de las personas que firman su voluntad anticipada son mujeres.
Respecto a la eutanasia, la Ley General de Salud, en su artículo 166 Bis 16, establece que “los médicos tratantes podrán suministrar fármacos paliativos a un enfermo en situación terminal, aún cuando con ello se pierda estado de alerta o se acorte la vida del paciente, siempre y cuando se suministren con el objeto de aliviar el dolor del paciente.
“Podrán hacer uso, de ser necesario, de acuerdo con lo estipulado en la presente Ley de analgésicos del grupo de los opioides. En estos casos será necesario el consentimiento del enfermo”.
En la misma legislación se prohibe explícitamente, en el artículo 166 Bis 21, la práctica de la eutanasia: “queda prohibida la práctica de la eutanasia entendida como homicidio por piedad así como el suicidio asistido conforme lo señala el Código Penal Federal, bajo el amparo de esta ley”.
Cultura y preparación
Tanto Marco, médico especialista en rehabilitación, como Sandra, mujer de 42 años que no quiere ser una carga para sus hijos, coinciden en que en México permitir la eutanasia sería muy difícil.
“Como cultura, como mexicanos y latinos, tenemos este terrible defecto de pensar que la vida es sufrimiento y que tenemos que estar aquí sufriendo y que además este dolor purifica y que por ello hay que vivirlo. Y no, yo creo que no, porque dudo que hayamos venido a este mundo y a esta vida a sufrir”, dice Marco.
Por su parte, Sandra menciona que quiere “que la gente que me recuerde, me recuerde bien y no enferma. Me niego rotundamente a estar enferma en este mundo o con dolor, no, no podría, he pensado que mi jubilación va a ser la muerte, o sea, yo me jubilo muriéndome, se me hace muy patético de la humanidad el que se obligue a la gente a seguir aquí a pesar de las circunstancias”.
La tanatóloga Montserrat Ayala asegura que, efectivamente, los prejuicios religiosos que rodean a la sociedad dificultan la aceptación de ideas como ésta.
“Influyen los prejuicios de nuestra cultura y la verdad es que somos religiosos, entonces, en este caso de la eutanasia, algunas personas lo toman por el lado de ‘¿por qué te vas a quitar tú la vida si Dios dijo que él nos creó y que él nos tenía que indicar cuándo morir?’”, explica.
¿Qué hacer ante una posible vejez precaria?
René Rosado, director del Programa de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, menciona que hay maneras de evitar una vejez precaria.
“Una de las fallas estructurales es la falta de educación financiera, no sabemos hacer un presupuesto, no sabemos ahorrar o cómo podemos invertir.
“A nuestra generación nos han vendido esta idea de que solo se vive una vez y nunca vas a poder tener una casa, pero también nos malacostumbramos a no pensar en el ahorro y las consecuencias que se pagan es que no pensamos a largo plazo”.
Aunque Rosado considera la falta de educación financiera como el principal problema, admite que las condiciones laborales, económicas y de los servicios de salud son adversas.
“En términos de salud pública estamos rebasados porque no hay recursos que alcancen por la poca fiscalización que hay, si bien ha habido avances importantes en los últimos años sobre lo que se recauda fiscalmente, todavía no llegamos a cubrir estas necesidades.
“Hay trabajos aparentemente formales que no dan prestaciones, por eso es importante concientizarnos sobre cuáles son nuestros derechos laborales”, dice.