Sin miedo

“Voy a votar por Peña Nieto porque tengo miedo que gane López Obrador”.

“Mi voto será para Josefina, porque le tengo miedo al cambio”.

“Le voy a dar mi voto a López Obrador, porque tengo miedo que vuelva el PRI”.

“No votaré por Quadri, porque le tengo miedo a La Maestra”.

Durante los tres meses de intensas campañas presidenciales, la palabra miedo se convirtió en la más citada del debate político. Miedo fue incluso el guión dominante de los spots en la recta final. La consigna era sembrar miedo.

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“Voy a votar por Peña Nieto porque tengo miedo que gane López Obrador”.

“Mi voto será para Josefina, porque le tengo miedo al cambio”.

“Le voy a dar mi voto a López Obrador, porque tengo miedo que vuelva el PRI”.

“No votaré por Quadri, porque le tengo miedo a La Maestra”.

Durante los tres meses de intensas campañas presidenciales, la palabra miedo se convirtió en la más citada del debate político. Miedo fue incluso el guión dominante de los spots en la recta final. La consigna era sembrar miedo.

Pero el miedo es mal consejero. Se instala desde las sombras y opaca todo lo que brilla. Domina el sentimiento, nubla el intelecto.

Ningún candidato es intrínsecamente bueno o malo. Todos tienen luces y sombras. Pero alguien está empecinado en destacar sus sombras y ocultar sus brillos.

A falta de propuestas, de ideas, de argumentos, la descalificación por miedo tiende a ser vendida como la más efectiva para modificar la intención de un voto.

Pero los mexicanos ya no merecemos votar desde las sombras del miedo. Porque ya vivimos años en los que por miedo cedimos espacios. Y vean en dónde estamos.

Por eso debemos aceptar el reto de convertir la elección del domingo primero de julio en una elección sin miedo.

Sin miedo, porque estamos ante la oportunidad única de salir del túnel en el que se entrampó México desde la cuestionada elección presidencial de 1988.

Sin miedo, porque ya probamos la alternancia del poder, y pese al fracaso de los políticos, la regeneración y la resistencia del pueblo exigen más y mejores resultados.

Sin miedo, porque tenemos todas las razones y el marco perfecto para construir el futuro a balazos; sin embargo, elegimos el ejemplo del voto en las urnas y el cambio pacífico.

Sin miedo, porque las nuevas generaciones nacieron de pie, cuestionadoras y retadoras; no de rodillas, resignadas y sometidas.

Sin miedo, porque tenemos la capacidad, como ciudadanos, de cuestionar en esta campaña a los políticos que pretenden gobernar desde la manipulación de la necesidad, el cinismo de la impudicia y la afrenta de la impunidad. 

Sin miedo, porque pese a que pueden llegar a la Presidencia aquellos que hicieron de la hegemonía del poder su coto de corrupción y abuso, sabemos que una confusión entre generosidad y cobardía, delicadeza y debilidad, colocaría al próximo presidente ante la mayor rebelión vista en México desde 1910.

Sin miedo, porque el México que vamos a elegir entre todos es un México imposible para los monopolios, públicos o privados, políticos, económicos o sindicales.

Sin miedo, porque pese a que la alternancia en el poder estandarizó a los malos políticos, y el cambio de partido no significó la mejora de la clase política, los ciudadanos todavía tenemos en la democracia ese poderoso instrumento que es el voto. Con ese poder supremo se puede rectificar el rumbo, si ésa es la voluntad.

Por eso, este domingo primero de julio no votes desde el miedo. Vota desde la claridad que dan la conciencia, los principios y los valores del México que merecemos. 

Aún estamos a tiempo de vetar al miedo para votar sin miedo.

1 DE JULIO, ‘EL DÍA D’
Por Félix Arredondo

La definición del triunfador a la Presidencia de la República está marcada por el acarrero de votantes, las estructuras territoriales, los representantes de casillas y hasta por el abstecionismo. Y todo esto sucede el mismo día en que se acude a votar. Conoce cómo funciona la ‘ingeniería electoral’.

En los países democráticos avanzados, una vez que concluyen las campañas, poco o nada les queda por hacer a los candidatos y partidos políticos para influir en los resultados de la elección.

En México es diferente.

Lo que se haga o se deje de hacer el día de la elección es tan importante para la victoria, que los candidatos y los dirigentes de los partidos están en permanente tensión y actividad. 

Lo mismo sucede con los gobernadores y el presidente de la República.

Y aunque son varios los factores que pudieran incidir en los resultados, es importante observar al menos cinco que son determinantes: el abstencionismo, las estructuras territoriales, los representantes de casillas, el voto nulo y los observadores electorales.

Analicemos.

1. ABSTENCIONISMO

El abstencionismo es un fantasma que espanta a la mayoría de las democracias del mundo. Y en mucho se debe a la falta de credibilidad de los políticos.

Todos son iguales, y no tiene caso ir a votar, suelen decir muchos de los abstencionistas.

Y sí. Pareciera que ha habido una correlación directa entre el desprestigio de los políticos y el porcentaje de abstencionismo en los últimos 18 años.

En 1994 fue del 22.84 por ciento, en el 2000 de 30.30 por ciento y en las elecciones del 2006 fue de 41.45 por ciento.

Sin embargo, no todo tiene que ver con el desprestigio de los políticos. También influye la percepción que tengan los electores sobre el probable resultado de los comicios. 

Para el puntero de las encuestas, el abstencionismo se convierte en una potencial amenaza, y más si la diferencia es muy grande.

Y es que si los simpatizantes de un candidato están muy seguros de que va a ganar porque así lo reflejan las encuestas, se pueden confiar y no ir a votar.

Por eso no es casual que en el cierre de su campaña en Monterrey, Enrique Peña Nieto haya pedido a sus seguidores que no se confiaran. Que fueran a emitir su voto. 

“Quiero pedirles a quienes siguen este proyecto, a quienes tienen puesta en este proyecto su confianza, a que cerremos filas, a que no nos confiemos; ésta es una elección como todas, donde solo se gana con votos”, dijo el candidato del PRI en la capital de Nuevo León.

“Si bien es cierto que en todas las mediciones vamos adelante de nuestros adversarios, razón de más para no confiarnos…”. 

La verdad es que nunca se sabe a quién le va a pegar más el abstencionismo. Y es que el fantasma también puede ahuyentar las posibilidades de triunfo del que va en segundo lugar.

Como ya se ha comprobado, las encuestas no son infalibles.

Y menos cuando 40 por ciento de los electores rechazan ser encuestados y 20 por ciento de los encuestados se rehúsan a contestar por quién votarán.

Si la percepción es que su candidato va a perder, algunos electores podrían pensar que no vale la pena molestarse en votar.

Si es cierto, como afirma Andrés Manuel López Obrador, que ya rebasó al candidato del PRI por cuatro puntos, pudiera ser el abstencionismo, y no los votos, el factor que diera la victoria al priista, y no al perredista, en caso de que los partidarios de este último no fueran a votar.

Por eso no fue casual que en su último mitin, AMLO pidiera a sus seguidores que promovieran el voto el día de la elección.

“No dejemos de orientar y convencer, no dejemos de actuar como protagonistas del cambio verdadero, que cada hombre, que cada mujer consciente se haga cargo de invitar a votar cuando menos a cinco ciudadanos más, y que logremos una amplia participación electoral”, dijo López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México.

Y quizá por eso, Josefina Vázquez Mota, en las semanas recientes, llegó al extremo de pedir a sus seguidoras que el día de los comicios se levantaran temprano y llevaran a sus maridos a votar, con la amenaza de que “para el señor que no venga, no habrá cuchi cuchi. ¡Un mes sin cuchi cuchi!”.

En la medida que haya menos abstencionismo, no solo baja la posibilidad de que se cometan fraudes o se recurra al voto corporativo, sino que aumenta la legitimidad del candidato que resulte electo.

2. VOTO NULO

El voto nulo también cuenta en las elecciones. Aunque los políticos afirman que es un desperdicio, para quienes lo anulan es una forma de protestar. 

Y es que muchos electores no encuentran a quién irle.

No quieren votar por el menos peor, sino ejercer su derecho a protestar en lugar de abstenerse.

El fenómeno se presentó en las elecciones intermedias de 2009. Y la clase política se desconcertó. 

El movimiento del voto blanco, o voto nulo, alcanzó proporciones insospechadas. En Puebla, por ejemplo, los sufragios correspondientes al voto blanco se ubicaron en 12 por ciento.

Y aunque este año no ha habido manifestaciones de los promotores del voto blanco, el fenómeno podría volverse a presentar.

3. OBSERVADORES ELECTORALES

A pesar de que el Instituto Federal Electoral tiene 22 años de existir, todavía no tiene la capacidad suficientes para garantizar una elección limpia y democrática. 

Los conflictos postelectorales de 2006 pusieron en evidencia la fragilidad de la institución.

A causa del deficiente desempeño del IFE, la ley electoral fue reformada; el Consejo fue renovado anticipadamente y el consejero presidente, Luis Carlos Ugalde, prácticamente fue destituido.

En 2006, el IFE fue severamente cuestionado por la sociedad y los partidos políticos. Los señalamientos de fraude estuvieron a la orden del día.

Hoy la situación no es muy diferente. Por eso sigue siendo importante la participación de los observadores electorales, que cada vez son más.

Y aunque los observadores no pueden hacer otra cosa más que observar, se han constituido en una traba adicional a la operación de las estructuras territoriales.

Cualquier persona puede actuar como observador electoral, siempre y cuando cumpla con ciertos requisitos que están previstos en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. 

En las elecciones de este domingo participarán 31 mil 400 observadores, entre los que se encuentran muchos jóvenes del movimiento #YoSoy132.

4. REPRESENTANTES DE CASILLAS

Otro factor que puede influir en el resultado de una elección es la cantidad de casillas que tienen representantes de los partidos.

Si un partido político no cuenta con representantes en cada una de las casillas, está más expuesto a ser víctima de las trampas que pudieran hacer los adversarios.

Aunque el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales dispone que los partidos políticos tienen “derecho a nombrar dos representantes propietarios y un suplente ante cada mesa directiva de casilla”, la mayoría no tiene capacidad para ejercer ese derecho.

Y es que se requiere un ejército de ciudadanos para contar al menos con un representante en cada una de las 143 mil 156 casillas instaladas en los 300 distritos electorales.

Los representantes no solo se encargan de evitar cualquier posibilidad de fraude al interior de la casilla, sino también de vigilar su adecuado funcionamiento y el correcto conteo de los votos. 

Por décadas, el PAN y el PRD no pudieron tener representantes en todas las casillas. 

Hoy es diferente. De acuerdo al reporte publicado por el IFE, el PRI tiene representantes propietarios acreditados en 99.1 por ciento de las casillas; el PRD en 94.6 por ciento y el PAN en 92.5 por ciento.

5. ESTRUCTURAS TERRITORIALES

Por más esfuerzos que hayan hecho los candidatos a lo largo de la campaña para influir en la decisión del elector a través de spots y noticias, los resultados pueden cambiar el día de la elección. Todo depende de la fuerza de la estructura territorial de cada partido.

No importa si se va adelante o no en las encuestas. 

Las estructuras territoriales no son otra cosa que los ejércitos de ciudadanos que tiene un partido el día de los comicios para llevar a cabo diversas tareas, todas encaminadas a promover y coaccionar el voto a favor de sus candidatos.

Estas estructuras sirven para llevar electores a votar y “estimularlos mediante una recompensa”, ya sea en efectivo o en especie. 

Y es que no se puede perder de vista que México sigue siendo un país pobre.

De los 112 millones de habitantes que tiene el país, 58 millones son pobres y 21 millones padecen pobreza alimentaria.

Por eso, López Obrador, como lo hizo en su momento Vicente Fox, exhortó a los pobres a engañar a los compradores del voto.

“Si te ofrecen planchas, agárralas; si te ofrecen despensa, agárrala; si te ofrecen borregos, agárralos; si te ofrecen marranos, agárralos; si te ofrecen dinero, agárralo. Y digan que sí, que sí van a votar como ellos quieren, pero a la hora de llegar a las urnas, hagan saber que el voto es libre y secreto”.

La coacción del voto no distingue colores, ni partidos. Está al servicio de todos los que creen que el fin justifica los medios. 

Y aunque la práctica es añeja en México, la forma de llevarla a cabo se ha modernizado. 

Ahí esta, por ejemplo, la reciente queja que interpuso el representante del PAN ante el IFE, Ricardo Carbajal, para acreditar la entrega de casi 10 mil monederos electrónicos por parte del PRI para financiar el pago a sus representantes en las casillas o para comprar votos el primero de julio.

La operación se realizó a través de Monex, y el candidato del PRI al gobierno de Guanajuato, Ignacio Torres Landa, reconoció públicamente que operó con esas tarjetas para pagar a los representantes de su partido en las casillas. 

Las estructuras territoriales generalmente trabajan bajo el mando del gobernador del estado donde operan. Aunque a veces tienen que rendir cuentas al presidente de la República. 

Para entender cómo entraron en acción estas estructuras territoriales en las elecciones de 2006 para sacar adelante a Felipe Calderón, vale la pena recordar lo que la maestra Elba Esther Gordillo le dijo al gobernador de Tamaulipas Eugenio Hernández:

EEG: “Nuestra encuesta tiene por lo menos una red que armamos en todo el país de 14 mil cuestionarios, y apenas llevamos 6 mil 364 cuestionarios (…), y van así: 34.1 PAN, 22.96 PRI, 33.68 PRD; ya se cayó el PRI, eh, muy bien, entonces hay que saber cómo actuar…”.

EEG: “(…) No sé por dónde andes, si por azul o amarillo, pero si va por azul, que es lo que pensamos, vale más hablarle a Felipe y decirle algo, ¿no?, para no quedar mal”.

Jesús Ortega, coordinador general de la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2006, dio a conocer esta grabación.

Seguramente las estructuras territoriales volverán a entrar en acción este domingo.

Los dueños de estas estructuras son los gobernadores de los estados y el presidente de la República porque generalmente se financian con recursos públicos, aunque en ocasiones también participan, en mayor o menor medida, los particulares.

¿Cuál es la estructura territorial más poderosa? Aparentemente la del PRI. Y es que este partido gobierna 20 de las 32 entidades federales.

Sin embargo, la estructura que el gobierno federal opera a través de las delegaciones de Sedesol, por ejemplo, no debe ser desestimada. Como tampoco la del PRD en el Distrito Federal. 

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