Simulacro en conciencia
En Paseo de la Reforma se detiene la circulación. Los conductores apagan sus vehículos. Al detenerse el sonido de la alerta, la ciudad queda en total silencio, como si se hubiera detenido el tiempo. Todo transcurre en total orden
Carlos SalazarOrden, respeto a las instrucciones, participación masiva, rostros serios, muy pocas bromas. Así se vivió el simulacro de esta tarde en Paseo de la Reforma, una de las más importantes avenidas en la capital del país.
Más conciencia y mejor respuseta, coincidían rescatistas, voluntarios de Protección Civil y brigadistas. A diferencia del año pasado en donde muchos oficinistas ignoraron el simulacro o se lo tomaron a juego, el recuerdo de la tragedia de hace un año hizo que los capitalinos se tomaran en serio el ejercicio.
Desde horas antes del inicio del simulacro, se colocó una lona en la escultura de la Torre del Caballito, donde se encuentran las oficinas del Sistema de Administración Tribuntaria, ‘Simulacro en Proceso’, decía.
A unos cuantos metros, atravesando Reforma está el Jardín de la Solidaridad, donde se alza el memorial a las víctimas del terremoto de 1985. Abandonado el resto del año, el día de hoy luce algunas coronas y la bandera ondea a media asta. Ahí se congregan también rescatistas, voluntarios, los cuáles participaran en el simulacro unas horas más tarde.
Nadie da ninguna indicación, pero las 13 horas y 14 minutos, los rescatistas del Escuadrón S19 alzan un puño y guardan un minuto de silencio, algunos los siguen, la mayoría parece esperar a que suene la alerta sísmica.
Voluntarios, elementos de tránsito, se la Secretaría de Seguridad capitalina, miembros de Protección Civil, brigadistas del edificio. Todos están en sus posiciones cuando comienza la evacuación del edificio, incluso unos segundos antes de que suene la alerta sísmica.
Una trabajadora del SAT le comenta a su compañera cuando suena la alerta ‘Se me pone chinita la piel de acordarme’. Todos salen en orden, y empiezan a tomar los lugares que les corresponden en la calle de Rosales. En la mayoría son caras serias, son muy poco los que sonríen o hacen algún comentario.
En Paseo de la Reforma se detiene la circulación. Los conductores apagan sus vehículos. Al detenerse el sonido de la alerta, la ciudad queda en total silencio, como si se hubiera detenido el tiempo. Todo transcurre en total orden.
Casi todo sale bien, pero hay algunas excepciones como siempre. Los conductores de automóviles particulares y algunos motociclistas se comienzan a desesperar y quieren que los agentes de tránsito vuelvan a abrir la circulación. Uno de los impacientes incluso se hace de palabras con elementos policíacos y con otros automovilistas. No pasa a mayores.
Hubo una ‘mancha’ en lo que por demás fue un ejercicio ejemplar. La Torre del Caballito había sido elegida por la autoridad como uno de los ‘escenarios hipotéticos de desastre natural’, donde se llevarían a cabo operativos simulacro especiales.
En esta sede se habría llevado a cabo un ejercicio en el que las autoridades tendrían que responder ante un fuego intenso en el piso 33 y rescatar a dos personas atrapadas. Sin embargo, un error de organización ocasionó la cancelación del operativo (la Torre no tiene 33 pisos).
Minutos antes de las 14 horas, los trabajadores del SAT, los contribuyentes y quienes laboran en lugares aledaños comienzan a regresar a los inmuebles, ya un poco más relajados, platicando, bromeando, pero sin perder el orden.
Gustavo Carrasco, brigadista voluntario de Protección Civil también coincide en que en términos generales fue un simulacro exitoso, mucho mejor que el de años pasados, aunque también insiste en que aún hay mucho que hacer.
La ley indica que se tienen que realizar al menos 4 simulacros al año, adicionales al del 19 de septiembre, sin embargo, aún así son pocas las empresas que los cumplen. “Hay que hacer más simulacros, para que la sociedad esté más preparada ante un fenómeno perturbador”, advierte.
Poco a poco las actividades en Paseo de la Reforma vuelven a la normalidad. Aún hay algunos rezagados que continúan esperando que les indiquen que pueden regresar a sus edificios. La conciencia es otra, hay mayor seriedad, pero también insiste, aún hay mucho que hacer.