Sembrando vida, la promesa de rescatar el campo
El programa social Sembrando Vida provocó que sembradíos sin trabajar en 20 años se reactivaran. Con esta apuesta, el Gobierno federal busca sacar del rezago a este sector
Laura IslasLas tierras de Juana Inés Porta Díaz estuvieron abandonadas durante 20 años porque ella no tenía dinero para trabajarlas; pero en los próximos días cosechará maíz.
La mujer de 50 años, habitante de la Ranchería González Segunda Sección ubicada en el estado de Tabasco, es una de las beneficiarias del Programa Sembrando Vida que el Gobierno federal anunció el 8 de octubre de 2018.
Con este programa social cada campesina y campesino inscrito recibe 5 mil pesos mensuales, de los que 500 pesos van a una caja de ahorro.
Para obtener el apoyo se requiere tener 2.5 hectáreas que sean de potrero o acahual bajo, estén abandonadas o se siembre milpa, por lo que para alcanzar esa extensión Juana Inés juntó sus 1.8 hectáreas con las de su hermana.
“Ya lo mandamos a limpiar, ya sembramos, ahorita ya está el elote. De aquí a una semana ya podremos comer elote. Los árboles que nos repartieron ya los sembramos también y la milpa ahorita va para arriba. Ya le sembramos melón, ya le sembramos pepino”, relata.
Aunque Juana Inés dice que los recursos que reciben no son suficientes para todo lo que se necesita invertir en la parcela, la esperanza de recibir mes con mes el apoyo los motiva a seguir trabajando.
Sembrando Vida es uno de los programas estrella de la administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con el cual se busca recuperar el campo mexicano del rezago, sobre todo en los estados más pobres del país.
Fue anunciado hace un año y da prioridad al sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF) y a los Sistemas Agroforestales (SAF).
Es decir, se cultiva maíz y al mismo tiempo se plantan árboles frutales como plátanos, o maderables como cedro y caoba.
El programa no solo reparte dinero, sino los campesinos reciben asistencia técnica social y productiva para sembrar, hacer sus propios fertilizantes orgánicos y construir viveros y biofábricas.
La Ranchería González Segunda Sección, donde vive Juana Inés, está en el municipio de Centro, en Tabasco, estado sureño de donde es originario el presidente.
En esa comunidad hay 33 campesinos incorporados al programa, de los cuales 11 son mujeres y 22 hombres. En 82.5 hectáreas de la Ranchería se siembra maíz, frijol, calabaza, plátano, yuca y mango.
Estas Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC), como se les llama, se integran mínimo por 22 productores.
Además, son apoyadas por un binomio técnico compuesto por un profesionista de aspectos productivos y uno de aspectos sociales, así como tres becarios del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”.
La mayoría de los campesinos de la Ranchería González coinciden en que una gran parte de los terrenos que se beneficiaron estaban abandonados y el programa social los ayudó a recuperarlos.
Antonio de la Cruz, quien con su esposa Luvia Alejo tiene 5 hectáreas, dice que los pequeños propietarios estaban acostumbrados a no recibir apoyos, porque en años anteriores iban destinados a quien fuera afín al partido político en turno o a los grandes productores.
“Es un programa que nunca había bajado, antes los programas que venían por parte del Gobierno federal como ‘Tu campo’ solo eran para ciertas personas. Eran como escogidos”, dice de la Cruz.
Ahora, el programa incluso les ha permitido contratar a un ayudante por dos semanas cada mes: un familiar suyo a quien le pagan 150 pesos el día.
Mientras que otros sembradores, como la señora Antonia, explican que el dinero ahora es usado para el programa y no para otros fines, como a veces ocurría.
“Nosotros cuando agarramos este programa lo hicimos no pensando en trabajar, ya que nos lo mandan y nos lo gastamos, pero al ver que el programa no era así lo abrazamos fuerte porque nos está ayudando bastante (…)
“Con ese dinero a nuestro terreno ya le metimos arado, ya lo desmontaron y ya mi esposo lo sembró. Si vieras el terreno cómo está, las hectáreas se ven preciosas con las pilas de maíz hermoso”, menciona la mujer.
El programa, aseguran en Ranchería González Segunda Sección, ha hecho a los productores unirse y conocerse más. El trabajar juntos en el vivero les ha permitido convivir y llevarse bien.
“Nuestra ingeniera Karen le ha echado ganas, nos ha impulsado y a veces nos habla un poquito fuerte y hemos caminado por ella, pero ha sido de gran ayuda y al igual que el ingeniero Josué”, dicen las sembradoras respecto a su binomio técnico.
A un año de su anuncio, el programa opera en ocho entidades del país: Campeche, Chiapas, Durango, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Seis de los cuales se encuentran en el sureste.
En esos estados han sido sembradas más de 575 mil hectáreas y beneficiados más de 230 mil productores.
Para el próximo año, el Gobierno federal prevé duplicar el número de hectáreas a un millón, por lo que también se incrementará el número de sembradores a 180 mil más, lo que dará 410 mil en total.
Desafíos del Programa sembrando vida
El Programa Sembrando Vida no ha estado exento de críticas a un año de su presentación.
Una de las principales quejas es que promueve la quema y deforestación en selvas para que se conviertan en plantaciones de árboles frutales y maderables.
Al respecto, María Luisa Albores, titular de la Secretaría de Bienestar, la dependencia que se encarga del programa, ha dicho que en sus lineamientos no se fomenta la tala ni la quema, además de que la estructura que tienen para supervisar no lo permite.
“Al contrario, nosotros planeamos desde un primer momento que el trabajo es en 2.5 hectáreas, pero en potrero, o sea que no haya cobertura vegetal; en alcahual bajo y decimos todavía, que el fuste de un arbolito, el ancho sea de máximo 10 centímetros”, explica.
La secretaria menciona que mantiene acercamientos con Conabio para verificar en sus mapas cuál era el uso de las parcelas y evitar que personas que pretenden ser beneficiarias deforesten tierras.
“No queremos incentivar eso. Nosotros decimos que es un programa de restauración, de regeneración, de reforestación. Por ningún motivo quisiera que nos pasara eso”, aseguró.
Otro de los principales retos para el programa es llevar su expansión a lugares complicados y difíciles como el llamado Triángulo Dorado, en el norte del país.
De acuerdo con Albores, entre los estados que se incorporarán al programa en el 2020 están Chihuahua y Sinaloa, quienes con Durango forman la región del Triángulo Dorado, zona en disputa por la siembra de enervantes.
Actualmente, Durango es el único estado del norte donde se implementa este programa y la titular de Bienestar asegura que tienen registro de resultados positivos, pues se dejó de cultivar amapola y mariguana para sembrar otros productos agrícolas.
“La gente nos da su testimonio de que lo que está haciendo es sembrar vida, que ya no le da pena llevar a sus hijos o hijas al sembradío y que aprendan qué es ser campesino”, mencionó.
“Se está trabajando en el diseño del programa, ahí la meta es generar 20 mil empleos y va a ser un programa mixto, que son productores con Jóvenes Construyendo el Futuro”, dijo Javier May Rodríguez, subsecretario de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional.
El funcionario mencionó que en El Salvador, a diferencia de México, los campesinos no tuvieron el reparto agrario, sino que hay latifundios y minifundios, lo que ha dificultado la implementación del programa.
Además, otra de las ambiciones de Sembrando Vida es la conformación de un fideicomiso privado para dotarlos de un seguro de vida para sus parcelas y que pueda funcionar como fondo para préstamos.