Selva Lacandona, Pulmón verde En peligro
Un conflicto agrario entre comunidades indígenas y la propuesta de Semarnat para resolver el problema podrían darle el tiro de gracia a la Biosfera Montes Azules de la Selva Lacandona, lugar que alberga el 20 por ciento de la flora nacional, casi a la mitad de todas las aves del país y a una cuarta parte de los mamíferos en México
Rubén ZermeñoLa Selva Lacandona, uno de los pulmones más importantes del país, se encuentra en riesgo. El verdugo es un conflicto agrario antaño entre lacandones, tzeltales, choles y la propuesta de dos funcionarios federales que planean derogar el decreto de la Reserva Integral de la Biosfera Montes Azules para crear una “Reserva Biocultural”, una figura jurídica que no existe en México.
El titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Victor Toledo, y el de la Procuraduría Agraria, Luis Hernández Mirón, encabezan un proyecto para que los Montes Azules se conviertan en un espacio que combine la presencia del ecosistema, actividades educativas y de investigación, pero también turísticas, recreativas, agrarias, ganaderas y de construcción para poder ayudar a salir de la pobreza a algunas comunidades indígenas que habitan en la selva.
La propuesta traería consigo un riesgo para esta área y despojaría al pueblo lacandón, quienes de manos del entonces presidente Luis Echeverría recibieron el reconocimiento de propiedad de más de 614 mil hectáreas de selva y el encargo de garantizar la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas de la zona.
“La agricultura y la ganadería son mortales para la selva. Hacer este cambio jurídico va a traer consigo la muerte de la selva y de los mismos lacandones.
“Falta respeto, ahorita se habla tanto de consultas, pero se ha dejado de lado a los lacandones que tradicionalmente han protegido la selva. Más que consultarle a Pepito o a Juanito deberían de consultar a los lacandones”, dice a Reporte Índigo José Rubén Orantes García, doctor en Ecología y Desarrollo Sustentable e investigador de tiempo completo del Centro de Investigaciones Mutidisciplinarias sobre Chiapas y Centroamérica (Cimsur) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Específicamente, la Reserva de la Biosfera Montes Azules es solamente el 0.16 por ciento del territorio nacional, pero esta superficie alberga el 20 por ciento de la flora, el 45 por ciento de las aves, el 25 por ciento de los mamíferos y el 40 por ciento de las mariposas de México, según un informe publicado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.
El proyecto de la Reserva Biocultural podría ser el fin del conflicto agrario, pero también el de la selva, ya que la Procuraduría Agraria pretende dividir este territorio en tres: 99 mil hectáreas como zona protegida y 232 mil para la expansión de actividades agrícolas y ganaderas.
Con la división, solamente una de las partes estaría en manos del pueblo lacandón y el resto se repartiría entre otros grupos indígenas que con el paso de los años han ido habitando la selva.
El 1 de octubre y después de reunirse con autoridades de Semarnat y de la Procuraduría Agraria, el pueblo lacandón mandó una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador en la que le piden proteger los Montes Azules.
“No estamos de acuerdo y no apoyaremos la invasión de la Reserva de la Biósfera Montes Azules que es el único regulador climático y el más importante en nuestro país”, señalaron los protectores de la selva.
A los pocos días, López Obrador salió a decir en su conferencia de prensa matutina que él y su Gobierno se comprometían a cuidar el medio ambiente.
“Nosotros vamos a cuidar siempre la naturaleza, el medio ambiente. Fue una polémica que se originó hace poco tiempo pero nosotros no podríamos ir en contra de lo que queda de selva tropical, sería una gran incongruencia, nunca lo haríamos. Esto puede provocar preocupación y dudas pero no, ya se está atendiendo este asunto”, dijo el tabasqueño.
La iniciativa de Semarnat y de la Procuraduría Agraria incluso hizo eco en el Senado de la República, donde el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, Eduardo Ramírez Aguilar, presentó un exhorto en el que le pedía a dicha secretaría de Estado informar sobre su pretensión de sustituir la denominación de Montes Azules como área natural protegida, decretada en 1978.
“Pido a la Semarnat que explique en qué consiste la nueva clasificación ya que no se observa en la legislación y tampoco se conoce el impacto de ésta. Sobre todo cuando se menciona que la selva sería fraccionada en tres subdivisiones para destinar mayores áreas a la ganadería y a la agricultura”, dijo el legislador.
Por mandato presidencial, el pasado 7 de noviembre representantes del pueblo lacandón se reunieron con la titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Olga Sánchez Cordero; de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Román Meyer y de Educación, Esteban Moctezuma para intentar frenar el proyecto.
Al salir de la reunión para regresar a la selva, los lacandones y su representante legal, Roger Heli Díaz, se dijeron satisfechos con los avances pero urgieron una solución.
“Es urgente la reunión de continuidad, no debe de pasar de noviembre, porque los tiempos son determinantes, los lacandones tendrían que demandar en la vía jurídica sus derechos si el diálogo no avanza”, advirtieron.
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Cuidar la selva Lacandona
Nada ha dañado más a la Selva Lacandona que la actividad humana.
Según un reporte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, de la década de los 70 a la época actual, la zona ha presentado una reducción del 70 por ciento de su territorio por la deforestación, asentamientos humanos ilegales y caza furtiva.
En el resto de la selva el impacto fue de más de 100 mil hectáreas, lo que representa una pérdida de 300 millones de árboles en 16 años.
Para proteger la selva de la huella humana, Colectivo Trópico, una asociación de jóvenes, activistas e investigadores que buscan frenar la Reserva Biocultural en Montes Azules, lanzaron un pliego petitorio en el que piden al Gobierno federal fomentar la solución pacífica del conflicto agrario, fortalecer el área natural protegida y destinar recursos para el desarrollo de proyectos sustentables para el bienestar de los habitantes de la Lacandona.
“Aún hay mucho trecho por recorrer. Debe de haber un compromiso de política pública para asegurar tanto la disminución de la pobreza como la conservación de la selva en la Lacandona.
“Para ello, es necesario que las etnias de la cuenca del Usumacinta mejoren sus condiciones de vida. Sin embargo, esto no se va a lograr impulsando la misma estrategia de repartición de tierras que llevó a la devastación y pobreza actual de la zona”, advirtieron.
Elisa Castro es una bióloga que desde hace más de 10 años trabaja en la Selva Lacandona, principalmente con comunidades campesinas de Chiapas.
Lo que le han dejado tantos años de experiencia en campo es la primicia de que la pobreza no se resuelve explotando la tierra.
“Estas actividades no las realizan los lacandones, ellos no tienen la costumbre del ganado. En realidad han tenido siempre dentro de su cultura habitar y proteger la selva”.
“No estamos diciendo que la superficie de México no debe de ser tocada, pero debe hacerse en sitios donde ya se ha intervenido (…) Es alarmante pensar que al tener un territorio que no tiene actividades productivas esté desperdiciado, cuando está cumpliendo una función indispensable para el país y el mundo porque está manteniendo la biodiversidad que es indispensable para la vida”, narra a Reporte Índigo.
Según la especialista, dichas actividades se podrían realizar pero fuera del área natural protegida de Montes Azules ya que principalmente la ganadería podría generar muchos conflictos entre el ser humano y la fauna silvestre.
“Donde yo trabajo se da mucho que los jaguares cazan al ganado, entonces lo que pasa es que los ganaderos cazan a los jaguares. En las milpas los pecaríes entran y se comen los productos”, agrega.
Además otro de los principales problemas en las comunidades es que pese a que los habitantes tienen tierras fuera de la reserva, estos quieren más metros porque esas ya están deforestadas.
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Conflicto indígena
El conflicto en la Selva Lacandona data de hace varias décadas y más que ser un problema entre grupos étnicos es uno entre comunidades rurales.
En la región, principalmente en Montes Azules, habitan los choles en Frontera Corozal, tzeltales en Nueva Palestina y lacandones en siete comunidades enclavadas en la selva.
Los otros grupos indígenas representan alrededor de 15 mil habitantes y mil 500 comuneros y tienen aproximadamente 50 años habitando la Lacandona.
En 1968, la UNESCO organizó en París la Conferencia sobre la Conservación y el Uso Racional de los recursos de la Biosfera.
La Reserva Integral de la Biosfera Montes Azules es de una de las 621 reservas ubicadas en 121 países creadas como consecuencia de dicha reunión global.
El 12 de enero de 1978 fue declarada como reserva por el Gobierno federal mexicano y en 1979 la UNESCO otorgó dicho reconocimiento, incluyéndola dentro de la Red Mundial de Reservas de la Biósfera del Programa “El Hombre y la Biósfera”.
Aunque el reparto agrario ocurrió años antes. En 1972 Luis Echeverría publicó un decreto para que a partir del 6 de marzo de ese año se reconociera a la comunidad Lacandona la propiedad de 614 mil 321 hectáreas, dejando fuera del acuerdo a cientos de familias de otros pueblos indígenas que también habitaban ese territorio y que hasta la fecha siguen sin ser reconocidos.
La propuesta de Víctor Manuel Toledo, titular de la Semarnat va en ese sentido, dar atención a todas las comunidades, priorizando a los pobladores.
“Le hemos dado toda la atención a conservar al jaguar, a los colibríes, a la mariposa monarca y al quetzal, pero no hemos puesto atención en las comunidades que están compartiendo las áreas protegidas. Esto debe cambiar, por lo tanto desde Semarnat vamos a impulsar una política de apoyo a las comunidades que viven alrededor o dentro de las Áreas Naturales Protegidas”, dijo Toledo.
Para el investigador José Rubén Orantes García, la propuesta de un nuevo reparto agrario más equitativo es solamente un paso para terminar de colonizar la selva.
“Es un engaño el hacer un reparto hacia esos grupos, ellos se manejan desde otra perspectiva, no por parte de un reparto agrario, sino de un uso comunitario de ciertos predios que a ellos les sirven para su manuntención.
“No es que tengan un predio, la selva es de ellos y es de uso para su comunidad. Decir que se va a fraccionar o se van a dar lotes o tierras a choles, tzeltales y lacandones es una mentira. Es el paso intermedio para la privatización de las tierras”, dice el doctor en ecología y desarrollo sustentable.
Según Orantes García, la colonización de la selva comenzó con Manuel Velasco Suárez, exgobernador de Chiapas de 1970 a 1976 y abuelo del actual senador Manuel Velasco Coello.
“Con Manuel Velasco se justificó y se legalizó la colonización de la selva en Chiapas. Se impuso lo estatal a lo federal por lo que trajo consigo luchas de ejidatarios”, recuerda.