La expresión de su rostro mostraba su dolor, mientras la presión de sus ojos trataba de contenerlo ante el shock de mirar sus brazos mutilados. Las imágenes son claras, se le muestra sin camisa, tirado sobre la terracería y cubierto por su sangre.
Junto al cuerpo sollozante, otras cinco personas miraban extasiados sus brazos, una de ellas es Araceli, de 44 años. El terror y la incertidumbre se iba generando entre la opinión pública y las redes sociales. El anuncio a las autoridades había llegado por la tarde, la noticia se hizo pública por la noche.
Dos bolsas con una docena de manos acompañan la escena, eran las de ellos. Al lado Rafael se encontraba sin vida junto a una cartulina color verde fluorescente que justificaba la tortura “por rateros”.
“Por no respetar mujeres menores, si con esto no entienden putos roba carros, roba motos, cadenas, celulares , conejeros, casa habitación y rateros en general. El doble putos lacras mata menores (sic)”, se leía en el anuncio firmado por un presunto Grupo Elite Antiratas.
Mientras el gobernador del estado, Aristóteles Sandoval, y los nueve alcaldes de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) firmaban un convenio de seguridad, las seis personas caminaban por la calle Oro Grande, al lado de las vías del ferrocarril de la colonia Solidaridad de Tlaquepaque, al sur de la mancha urbana.
La policía recibió el mensaje a las cinco y media de la tarde: “varios masculinos con amputación en las manos”, decía el reporte.
El mensaje real las autoridades lo recibirían más tarde: mientras se negociaba la seguridad de la entidad, una ola de violencia azotaba las calles de la metrópoli.
Una persona transitaba por la calle y los miró con asombro, desde su teléfono celular llamó al Centro Integral de Comunicaciones e informó a las autoridades. Arribaron policías municipales.
Al corroborar el hecho llegaron ambulancias de la Cruz Verde local y elementos de la Fiscalía Central.
Las víctimas presentaban claras muestras de tortura y un shock que les impedía responder a las preguntas de los oficiales. Sus heridas estaban hechas con cuidado y cubiertas por bolsas amarradas para evitar la pérdida de sangre.
“Los heridos no comentan nada, ya que estaban como shockeados. Nadie dijo nada, incluso tampoco mencionaron a qué hora los dejaron ahí”, respondió a medios de comunicación Eduardo
Palacios, segundo comandante de la policía de Tlaquepaque.
Fueron levantados en distintos puntos de la Zona Metropolitana, principalmente al sur y al oriente.